El presidente de EEUU, Barack Obama, ha anunciado el comienzo del fin de la guerra en Afganistán en un discurso a la nación donde reveló que este mismo año ya regresarán 10.000 soldados.

Desde la sala Este de la Casa Blanca, de pie tras un podio, Obama expuso los principios de lo que será la retirada de EEUU de una guerra de diez años. "Este es el comienzo, no el final, de nuestro esfuerzo para acabar esta guerra", afirmó el presidente.

El mes próximo ya saldrán los primeros soldados. Para septiembre del año próximo habrán regresado 33.000, todos los refuerzos desplegados el año pasado en momentos en los que los talibán ganaban terreno.

El resto de los soldados estadounidenses regresará paulatinamente para completar la retirada en 2014, la fecha acordada en la cumbre de la OTAN el pasado noviembre en Lisboa.

Cómo se desarrollará esa retirada es algo que los aliados abordarán el año que viene en la próxima cumbre de la OTAN, que según indicó Obama se celebrará el próximo mayo en Chicago.

Pero, según indicó, EEUU comienza su repliegue cumplidos -a su juicio- los objetivos que se había trazado para esta guerra: neutralizar los avances de los talibán, impedir que Afganistán pudiera convertirse de nuevo en un refugio para la red Al Qaeda y formar a los soldados afganos para que pudieran hacerse cargo de la seguridad de su país.

El presidente estadounidense aludió también a la muerte del líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, y aseguró que los documentos encontrados en la residencia de este muestran que la red terrorista se encuentra "bajo tremenda presión".

Pero quedan por delante numerosos desafíos. Los talibán, aunque hayan sufrido pérdidas, no están ni mucho menos derrotados. Al Qaeda, aunque debilitada, sigue activa y preocupa la situación de Pakistán, el país donde se ocultaba Bin Laden y cuyos lazos con EEUU han sufrido un fuerte deterioro a raíz de la operación de comandos en la que murió el terrorista.

El propio Gobierno afgano se encuentra plagado por la corrupción, es impopular entre la población y el presidente del país, Hamid Karzai, ha llegado a acusar de "invasoras" a las tropas aliadas.

"Tendremos que trabajar duramente para mantener los logros que hemos obtenido, a medida que retiramos nuestras fuerzas y efectuamos una transición responsable para traspasar la seguridad al Gobierno afgano", explicó el presidente estadounidense. El mandatario lanzó también una advertencia a Pakistán, al que indicó que deberá "cumplir sus compromisos".

Obama telefoneó hoy a varios líderes internacionales para comunicarles su decisión, entre ellos el propio Karzai; el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen; el primer ministro británico, David Cameron; el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel. También informó de su decisión al presidente paquistaní, Asif Ali Zardari.

La decisión de Obama llega tras recibir consejos contradictorios de sus asesores. Algunos abogaban por una marcha rauda, en particular a la luz de la muerte de Bin Laden.

Pero el estamento militar, y el propio Gates, abogaban por una retirada muy gradual y reducida al principio, con el argumento de que los logros de seguridad en Afganistán son aún muy frágiles.

El comandante en jefe de las fuerzas aliadas en Afganistán, el general David Petraeus, participó la semana pasada en tres reuniones con Obama, en las que le expuso distintas opciones.

Pero la decisión de retirar todos los refuerzos en catorce meses parece ir más allá del parecer militar. En la mente de Obama pesaron también factores como la impopularidad de la guerra -una encuesta del centro Pew indica que el 56 por ciento de los votantes quiere su fin-, las bajas entre las filas estadounidenses y el alto coste económico del conflicto, un año antes de unas elecciones. El anuncio de Obama fue acogido con escepticismo tanto entre republicanos como demócratas.

La líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, declaró en un comunicado que "seguiremos presionando para un resultado mejor" mientras el presidente de esta Cámara, John Boehner, declaró que "el Congreso presionará a esta Administración para asegurarse de que el ritmo y el alcance de la retirada no socava los progresos alcanzados hasta ahora".