Miles de ciudadanos fueron evacuados hoy en la ciudad de Brisbane después de que el nivel del río alcanzara los 4,5 metros de altura y sumergiera casas a raíz de las inundaciones que afectan al este de Australia.

Antes de que amanezca el jueves, está previsto que el caudal alcance los 5,5 metros de altura en la tercera mayor urbe del país, según los meteorólogos.

Sin embargo, la situación pudo controlarse porque se conocía la cantidad de agua que saldría de las compuertas del cercano embalse de Wivenhoe y también ayudó el hecho de que en ese momento no lloviera.

Los residentes se prepararon para la catástrofe protegiendo sus casas con sacos terreros, esperando en largas colas a hacer acopio de víveres en supermercados con las estanterías casi vacías, y pasarán la noche en centros de refugiados y casas de familias o amigos.

El agua arrancó de sus amarres a algunos barcos que van a la deriva junto a los automóviles por la piscina gigante de Brisbane, donde el río ha inundado las partes de menor altitud.

Las riadas afectarán a casi 20.000 viviendas y 3.500 negocios, tal como predijo un modelo generado por ordenador.

Al oeste de Brisbane, las mismas escenas se vivieron en la localidad de Ipswich, donde varias viviendas quedaron anegadas por la crecida del río Bremer.

Como consecuencia del temporal hay unos 200.000 damnificados en todo el país, que ha declarado una alerta por inundaciones en todos los estados excepto el territorio de la capital federal, Camberra.

Las autoridades elevaron esta mañana el número de muertos a doce tras hallar dos nuevos cadáveres en el valle del río Lockyer, y la cifra total desde noviembre asciende a 23 fallecidos por las peores riadas en cinco décadas.