La propuesta, de casi 2.000 páginas, prevé extender la cobertura a 36 millones de estadounidenses sin seguro de salud, de los más de 46 millones que carecían de él en 2008, según los últimos datos de la Oficina del Censo.

Eso significa que si el proyecto llega a convertirse en ley el 96 por ciento de los estadounidenses tendrán cuidado médico asegurado, una cifra no alcanzada nunca.

El sistema conlleva un coste de 1,1 billones de dólares durante 10 años, pero los demócratas mantienen que ese gasto será totalmente compensado con una subida de impuestos a los ricos, la reducción de algunas exenciones fiscales para grandes empresas y una tasa sobre los aparatos médicos.

Los ciudadanos estarían obligados a pagar las mensualidades a aseguradoras privadas o a un plan público, con la ayuda de subsidios, so pena de multas.

El plan prohíbe además a las aseguradoras privadas negarse a extender una nueva póliza a personas que sufren alguna enfermedad, algo que hacen actualmente y que es un desastre para muchos estadounidenses que contraen una dolencia grave cuando están sin seguro.