"Les pido que levanten el paro para dialogar", dijo Fernández, oradora única de un acto peronista multitudinario organizado por su esposo y antecesor en el cargo, Néstor Kirchner.

"Las puertas de la Casa Rosada (Casa de Gobierno) están abiertas, pero, por favor, levanten la medida contra el pueblo", insistió la presidenta, en un tono mucho más conciliador que el utilizado el pasado martes, cuando se refirió a los agricultores como "piquetes de la abundancia" y advirtió de que no cedería a "extorsiones".

"La presidenta no puede negociar sin que se hayan levantado las medidas de fuerza que extorsionan a la población, es una cuestión no de respeto a la presidenta, de respeto a las reglas de la democracia", insistió Fernández, arropada por Kirchner, el grueso del Gobierno, dirigentes peronistas y gobernadores durante el acto, que se convirtió en una demostración de fuerza del oficialismo.

La huelga del campo, convocada en protesta por el incremento de los impuestos a la exportación de granos, se ha convertido en la primera gran crisis que afronta el gobierno de Cristina Fernández en sus poco más de tres meses de gestión.

El conflicto se agudizó el martes, tras el duro discurso de la mandataria, y sumó protestas populares, "cacerolazos", en Buenos Aires y algunas de las principales ciudades del país.

Según Cristina Fernández, las protestas urbanas no fueron espontáneas sino organizadas antes de su discurso y tuvieron un fuerte componente político.

"Parece un conflicto político, fundamentalmente de aquellos sectores que condenan nuestra política de derechos humanos y aquellos que han perdido las elecciones", dijo.

"No tengo duda de que parte de esas cacerolas son nuestra política de derechos humanos, no tengo ninguna duda, había caras de defensores y de genocidas", denunció la mandataria.

Inmediatamente después de escuchar el discurso, dirigentes de las cuatro grandes patronales agrarias anunciaron su intención de reunirse para estudiar la situación.

"El discurso es un llamado a la cordura, a la negociación, a la conciliación, conveniente para pacificar. Es un cambio de expectativas, un discurso que merece un reconocimiento a la actitud (de la presidenta) y que nos sentemos con las otras entidades a analizar el camino a seguir", opinó el vicepresidente de la Sociedad Rural Argentina, Hugo Biolcati.

La intervención de Cristina Fernández había levantado una intensa expectación durante toda la jornada, en la que las patronales agropecuarias pidieron al Gobierno la creación de un mecanismo de diálogo para deponer las medidas de fuerza.

Minutos antes del discurso, algunos de los piquetes agrarios que impiden el tránsito de camiones con productos alimenticios en carreteras del norte del país levantaron momentáneamente la protesta y siguieron con atención su mensaje.

Sin embargo, los piquetes no han rebajado la tensión y las primeras asambleas locales tras la alocución de Fernández han optado por mantener el paro.

"Que pongan las cartas sobre la mesa, a ver qué nos ofrecen, y después vemos si levantamos (la huelga). La lucha sigue, tenemos que seguirla. Hemos aguantado 15 días y podemos aguantar mucho más", advirtió Alfredo De Ángelis, presidente de la Federación Agraria de Entre Ríos (noreste), en medio de un bloqueo de carretera en la localidad fronteriza de Gualeguaychú.

Mientras, en Buenos Aires, seguidores del Gobierno se concentraron en la emblemática Plaza de Mayo para expresar su respaldo a Fernández, al tiempo que manifestantes críticos se volvieron a lanzar a las calles golpeando cacerolas y sartenes por tercera noche consecutiva.