Los monjes tibetanos aprovecharon la llegada del primer grupo de periodistas extranjeros para manifestarse contra la falta de libertad religiosa, según los componentes de esa delegación.

La protesta se produjo en el templo Johkang, uno de los más sagrados para el budismo tibetano, cuyos monjes desafiaron a las autoridades y gritaron "el Tíbet no es libre", algunos de ellos entre lágrimas.

Los religiosos dijeron que ni ellos ni los monjes de otros templos de Lhasa, como Sera o Drepung (donde se iniciaron las protestas el pasado 10 de marzo), pueden salir de sus templos, acusaron de "mentir" a las autoridades chinas y expresaron temor a ser castigados por sus declaraciones.

La agencia estatal Xinhua también informó del incidente, aunque evitó entrar en detalles y simplemente señaló que "el tour de periodistas extranjeros fue interrumpido por un grupo de lamas".

Según los periodistas extranjeros, los monjes también gritaron que el Dalai Lama no era culpable de la violencia registrada el pasado 14 de marzo, aunque Pekín insiste en que fue el instigador.

Ese día, tibetanos de Lhasa atacaron tiendas y edificios públicos, dirigiendo su violencia contra chinos de etnia Han y musulmanes Hui, según mostraron fotos y vídeos tomados por turistas extranjeros.

El Gobierno chino asegura que esos incidentes causaron la muerte de 19 personas, 18 civiles y un policía.

La violencia estalló a raíz de que, el 10 de marzo, la policía reprimiera violentamente las marchas de monjes tibetanos para conmemorar el 49 aniversario de la rebelión del Tíbet contra China, que fracasó y motivó la huida al exilio del Dalai Lama.

Mientras China afirma que la situación ha vuelto a la normalidad en Lhasa, el gobierno tibetano en el exilio defiende que la represión policial posterior causó 140 muertos.

Algunos grupos tibetanos aseguraron que las manifestaciones de hace dos semanas fueron pacíficas, aunque el propio Dalai Lama llamó a su pueblo a que abandonara la violencia.

Tras los incidentes del 14 de marzo, que tuvieron réplicas en otras zonas de población tibetana, la prensa extranjera acreditada en China exigió a Pekín que levantara la prohibición de la entrada de reporteros foráneos al Tíbet.

El Gobierno comunista respondió organizando un viaje para 26 periodistas de 19 medios, en su mayoría de habla inglesa.

Los reporteros extranjeros en Lhasa visitaron ayer y hoy una clínica que fue atacada cerca del monasterio de Johkang y los restos de una tienda de ropa donde cinco trabajadoras chinas perecieron en el incendio causado por los manifestantes tibetanos.

Entretanto, el portavoz de Exteriores chino Qin Gang aseguró hoy que los incidentes son "una lección" para el país asiático y "mostraron los colores verdaderos de algunos occidentales".

"Los incidentes del Tíbet han sido un hecho triste, pero en cierto sentido pueden ser algo bueno, ya que de ellos podemos aprender lecciones", aseguró en rueda de prensa, antes de criticar la cobertura de la prensa extranjera sobre las revueltas.

El portavoz aseguró que el Tíbet "no es una Europa medieval", aludiendo a la imagen que esos medios presentan de la región, y reafirmó que la zona se está desarrollando y sus colectivos, monjes incluidos, disfrutan de libertad.

Sobre las amenazas de algunos líderes europeos de boicotear los Juegos Olímpicos, Pekín espera que Europa "no adopte dobles estándares" y "sepa diferenciar lo correcto de lo incorrecto".

Respecto a las denuncias de grupos tibetanos en el exilio de una violenta represión a manifestantes, Quin dijo que "allí donde se cometan crímenes, habrá personal que vele por el cumplimiento de la ley".

Qin añadió que el hecho de que los tibetanos en el exilio también estén informando de los incidentes y sepan el lugar donde ocurrieron es una prueba de que están vinculados a ellos.