A un día de cumplir medio año en el cargo, varias encuestas divulgadas hoy le daban un nivel de aprobación de apenas el 30 por ciento, con un 90 por ciento de la población japonesa preguntándose qué es lo que pretende su líder.

Fukuda vive acosado por la oposición desde que, el 25 de septiembre, fue elegido primer ministro con los votos mayoritarios de su partido en la Cámara Baja sin haber pasado por las urnas, como ya ocurrió con su antecesor, Shinzo Abe, apenas un año en el puesto.

En estos seis meses, el opositor Partido Democrático ha rechazado toda cuanta iniciativa ha llegado al Senado, que domina desde las elecciones de julio, mientras el gubernamental PLD, hegemónico en Japón durante medio siglo, se va quedando poco a poco sin crédito.

El objetivo confeso de la oposición es forzar la disolución de la Cámara Baja, donde el partido gubernamental tiene mayoría, para que Fukuda acabe por convocar elecciones antes de la fecha prevista, septiembre de 2009.

Su última prueba de fuerza ha sido dejar descabezado el Banco de Japón (BOJ) en plena crisis financiera, al rechazar a los tres candidatos a gobernador propuestos por el Gobierno, y esta semana mostrará su poder de presión con una ley que tasa la gasolina.

Esa legislación expira el 31 de marzo y, si la oposición la bloquea en el Senado, podría dejar de estar vigente para esa fecha, lo que en principio debería reducir en 25 yenes (unos 25 centavos de dólar, 16 céntimos de euro) el precio del litro de gasolina, según cálculos del sector.

Fukuda, de 71 años, ha ofrecido un compromiso a la oposición que implica revisar a la baja esos impuestos, decididos en los 70 cuando Japón precisaba acelerar las obras de infraestructura en las carreteras pero hoy, una vez más, la oposición se negó a negociar.

En los seis meses que lleva en el cargo, el líder nipón ha sido capaz de sacar adelante sólo la legislación antiterrorista, que posibilita una misión logística nipona de apoyo a las tropas de EEUU en Afganistán, y previsiblemente podrá aprobar el presupuesto de 2008 gracias a la prevalencia de la Cámara Baja frente a la Alta.

Desde que en julio pasado el Partido Democrático ganó las elecciones al Senado, con un Abe ya muy debilitado, se ha demostrado que la Constitución de Japón no está preparada para que dos formaciones distintas dominen cada una de las Cámaras.

La Constitución establece que la Cámara Baja es preeminente sobre el Senado, pero éste puede dilatar y, en casos como el del gobernador del banco central hasta impedir, la aprobación de las leyes en Japón.

Así las cosas, algunos analistas comienzan a hacer apuestas sobre cuánto durará en el puesto Fukuda, a quien en todo caso le gustaría retrasar la convocatoria de comicios anticipados hasta después de la cumbre de julio del G8, que preside este año Japón.

Si cuando fue elegido la imagen de Yasuo Fukuda era la de un hombre corriente decidido a devolver la calma a Japón después de la era de corruptelas que derrumbaron a Abe, ahora la mayoría de la población japonesa cree que su primer ministro no tiene liderazgo.

Una encuesta del periódico económico "Nikkei" muestra hoy que el 62 por ciento de los japoneses piensan que Fukuda adolece de falta liderazgo y su nivel de apoyo es del 31 por ciento, frente al casi 60 por ciento con que inició su gestión.

Además, un sondeo del principal diario de Japón, "The Daily Yomiuri", indica hoy que el 90 por ciento de los nipones no saben qué quiere hacer Fukuda mientras un 64 por ciento aseguran que están descontentos con su gestión.