"Sucedió lo mismo tras las manifestaciones de 1987 y 1988. Algunos comportamientos contra nuestra gente marcaron a quienes hoy tienen 40, 50 ó 60 años; ahora hay una nueva generación a la que se trata de la misma forma y se rebela: ¿Cómo se puede poner fin a este ciclo"?, dijo el Dalai Lama, según publica hoy el diario italiano "La Repubblica".

El líder espiritual y político de los tibetanos en el exilio afirmó asimismo que dispone de pruebas de que algunos actos violentos durante las protestas de 200 tibetanos ante las oficinas de la ONU en Katmandú fueron causados por "agentes chinos para crear tensión entre la comunidad local y los tibetanos".

El Dalai Lama reiteró que el uso de la violencia por parte de los manifestantes es "equivocado y contraproducente", ya que su "única fuerza es la justicia y la verdad", y confirmó su intención de renunciar a su función de representante político "si la mayoría de los tibetanos eligiera el camino de la violencia".

"Con la colaboración y la comprensión se eliminan (los problemas) de raíz, también en los regímenes totalitarios cambian algunas cosas", indicó.

La actitud no violenta y no separatista de los tibetanos les ha granjeado "el apoyo genuino de los chinos más instruidos", según el Dalai Lama, quien sostiene que "cualquier controversia se resolvería en pocas horas si los chinos fueran realistas".

A su juicio, es necesaria una investigación independiente sobre el terreno que esclarezca los "motivos reales de la tensión para evitar que se reproduzcan" los incidentes, por lo que ha enviado una carta en la que pide a la India y a los Estados Unidos ayuda para "enfriar este clima terrible".

La situación para los tibetanos que permanecen en China es, según el Dalai Lama, "terrible": "Casi todas las familias de los años 50 ó 60 han sufrido la pérdida de un pariente, 30.000 tibetanos han partido al exilio", subrayó.