"El centro histórico tibetano donde se encuentra el templo Jokang, símbolo del budismo y donde ayer manifestantes tibetanos (monjes y civiles) prendieron fuego a más de la mitad de las tiendas de chinos allí instaladas, permanece sitiado", dijo hoy a Efe desde Lhasa un testigo que prefirió guardar el anonimato.

"Tiendas, bares y todo tipo de negocios regentados por población china instalada en el Tibet y compañías de telefonía móvil de China recibieron los ataques de manifestantes tibetanos que se quejan por la falta de empleo, el deficiente acceso a servicios como la Sanidad y la subida de los precios", añadió.

Al confirmar hoy la muerte de al menos 10 personas en los disturbios de ayer, la agencia oficial Xinhua informó de que se trataba de "comerciantes".

Desde ayer hay estado de sitio en Lhasa, según dijo la fuente informante bajo cobertura del anonimato, la cual especuló con la posibilidad de que las fuerzas chinas hayan "entrado ya en la fase de represión y búsqueda casa por casa de los participantes" en los disturbios de ayer, considerados como los peores de las dos últimas décadas.

La violencia que estalló la víspera era el culmen de las protestas protagonizadas por cientos de monjes budistas, que comenzaron el pasado 10 de marzo para recordar el aniversario de la rebelión tibetana contra Pekín en 1959, que fue aplastada por el Ejército chino y acabó con la huida al exilio del Dalai Lama.

La última "insurrección" en el Tíbet contra el Gobierno chino tuvo lugar en 1989 y comenzó también un 10 de marzo en honor de la fallida revuelta de 1959, la cual dejó más de 10.000 muertos y obligó a emigrar a unos 100.000 tibetanos junto al Dalai Lama.

La rebelión de 1989, que dejó varias decenas de muertos, llevó al Gobierno chino a declarar la ley marcial durante trece meses.