Vilnaí dijo que "el esfuerzo (de Israel) para desconectarse de Gaza" -que empezó en agosto de 2005 con la evacuación de los asentamientos judíos- "continuará pues queremos dejar de proporcionarles (a sus residentes palestinos) electricidad, agua potable y medicinas, que tendrán que recibir de otras fuentes".

De momento, el Gobierno del primer ministro israelí, Ehud Olmert, no ha debatido esa medida.

Olmert afirmó anoche públicamente que, a pesar de los obstáculos y la situación en Gaza, "continuaré con todas mis fuerzas negociando (la paz) con el presidente palestino, Mahmud Abás".

En una consulta con oficiales superiores de las Fuerzas Armadas, Vilnaí decidió mantener cerrados los cinco pasos fronterizos con Gaza y cortadas las relaciones económicas con ese territorio.

No obstante, continuará hoy el abastecimiento de fuel y gas "por razones humanitarias" para la planta palestina de electricidad y los generadores de hospitales, así como de gasolina para ambulancias y los vehículos de la Agencia de la ONU de ayuda a los refugiados palestinos (UNWRA), un 70 por ciento de la población.

El abastecimiento de hidrocarburos se interrumpió completamente hace seis días y se reanudó este martes, cuando 860.000 habitantes de Gaza y los hospitales estaban sin electricidad.

El presidente del Comité palestino contra el Bloqueo, Jamal al Hudari, informó a primera hora de la mañana que, de momento, las autoridades militares israelíes no autorizaban el paso del combustible.

Vilnaín indicó al respecto que "tenemos que comprender que cuando la franja de Gaza está abierta hacia el otro lado (es decir Egipto) nosotros dejamos de tener la responsabilidad" por la situación de sus habitantes.

Israel "es responsable (de los abastecimientos) cuando no exista una alternativa", comentó el viceministro de Defensa, lo que significa que ahora tendrá que atenderlos el gobierno de Egipto, que gobernó la franja de Gaza durante años, hasta que fue ocupada por Israel en la guerra de 1967.

El bloqueo impuesto por Israel a Gaza comenzó hace siete meses, cuando el Movimiento de la Resistencia Islámica (Hamas) arrebató el poder a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), y a su presidente, Mahmud Abás, líder del movimiento nacionalista Al Fatah.

La semana pasada, al intensificarse una nueva escalada de operaciones militares contra las milicias que operan en Gaza, y los ataques de sus efectivos con cohetes Al Kasam y fuego de morteros artesanales contra localidades del sur de Israel, el ministro de defensa israelí, Ehud Barak, ordenó el cierre total de la frontera.

Esta medida, en represalia por los ataques palestinos, se tradujo en una reducción drástica del aprovisionamiento de hidrocarburos para la planta de electricidad, alimentos y medicinas, gas para uso doméstico y de gasolina para automotores.

Este martes, bajo fuertes presiones de la comunidad internacional, y para evitar una catástrofe humanitaria, Barak ordenó proveer combustibles a la planta de electricidad y para los generadores de los hospitales, gas de cocina y alimentos básicos.

Ayer, milicianos de Gaza abrieron entre 17 y 20 boquetes en la empalizada fronteriza de la ciudad de Rafah con Egipto, y luego derribaron la barrera que marca el límite, lo que permitió a decenas de miles de palestinos entrar a ese país para aprovisionarse de alimentos, gasolina y tabaco.