Según el "Sueddeutsche Zeitung", Osthoff cree que fue víctima de un complot" en el que participaron, entre otros cómplices, su chófer y miembros del clan Duleimi, una de las grandes familias suníes de Irak, aliada de Sadam Husein y a la que pertenece su ex marido.

El conductor de Osthoff, un bagdadí llamado Jalid Nashi Jimani, fue secuestrado junto con ella y apareció en el vídeo difundido por los captores vendado y con la cabeza inclinada, haciendo imposible su reconocimiento. Se encuentra en paradero desconocido.

Osthoff sospecha también del jeque Jamal al-Duleimi, uno de los hombres fuertes de Bagdad, quien tras conocer la voluntad de Osthoff de viajar de Bagdad a Arbil, en el norte de Irak, le ofreció, por su seguridad, automóvil y un chófer de confianza: Jimani.

El jeque fue uno de los que se ofrecieron luego como mediador en el secuestro y, como Jimani, se encuentra en paradero desconocido.

Según el relato de Osthoff, de 43 años y quien pasa unos días con su hija, de doce años, en un lugar desconocido, pues aún no se siente preparada para regresar a Alemania, Jimani fue a recogerla el viernes día 25 de noviembre a las seis de la mañana en un taxi GMC blanco matrícula 427731, vehículo que no ha podido aún ser localizado.

En las afueras de Bagdad, Jimani de desvió de la ruta hacia una calle secundaria, donde unos desconocidos detuvieron el vehículo, la sacaron y la metieron en el maletero de otro automóvil. Así hasta nueve veces, y aparentemente sin salir nunca del recinto de Bagdad.

Tres días después de notificarse el secuestro, un agente de los servicios secretos alemanes destacado en Bagdad recordó que Osthoff, a quien acompañó la víspera de su viaje a un banco para depositar dinero para uno de sus proyectos, le dio un papel con el nombre del conductor y la matrícula del coche que le llevaría a Arbil.

Según el semanario "Der Spiegel", los servicios secretos de varios países, entretanto, se supieron en contacto con la embajada alemana para ofrecer su ayuda. La CIA hizo lo propio, pero sus informaciones fueron irrelevantes.

"Pese al despliegue y riqueza de contactos en Irak, la CIA ayudó menos que los británicos, los franceses y los italianos, lo que causó malestar en los mediadores alemanes", sostiene "Spiegel".

En Berlín, el gabinete de crisis instalado en el Ministerio de Asuntos Exteriores, apoyado por los comandos especiales que se trasladaron a Irak, intentaba, entretanto, abrir una vía de contacto con los secuestradores antes de expirar su ultimátum.

En la primera semana de diciembre, el gabinete de crisis barajaba tres canales: el jeque Duleimi, que resultaría fallido; un árabe que se comunicaba anónimamente por teléfono y al que se apodó el "beduino" y un tercero, un jeque llamado Chut.

Este último sería el mas valioso y el que finalmente proporcionó un contacto directo con los secuestradores, aunque a través de varios canales y grupos, y quien aportó, junto con el "beduino" los primeros indicios de que Osthoff se encontraba con vida.

Según "Der Spiegel", ambos transmitieron diez preguntas a las que únicamente Osthoff podía responder -una pregunta, por ejemplo, era el apodo dado a un miembro de su familia-. A partir de ahí, se entabló una negociación sobre el precio por la liberación.

El domingo 18 de diciembre, pasadas las elecciones en Irak y desmantelados los controles de seguridad, Osthoff es conducida a la embajada alemana en Bagdad, en una operación organizada por Chut.

Parte del rescate de Osthoff, quien al parecer estaba en peores condiciones psicológicas de lo que se esperaba pues los dos primeros días hablaba de forma delirante, lo pagó, según "Der Spiegel", gente privada, amigos de la cooperante en Alemania.