os semanas después de los atentados terroristas de Londres, que causaron 56 muertos y unos 700 heridos, cuatro explosiones obligaron a evacuar ayer tres estaciones de metro y un autobús urbano y volvieron a provocar escenas de caos y pánico en la capital británica.

Con las heridas de los últimos ataques aún abiertas, la ciudad encajó con temor y una cierta incredulidad las noticias de nuevas explosiones en su red de transporte, que quedó parcialmente suspendida hasta que la Policía concluya la investigación.

Poco después del mediodía, cuatro explosivos, al parecer de poca intensidad, estallaron casi simultáneamente en las estaciones de Warren Street (centro londinense), Sheperd's Bush (oeste) y Oval (sur), y en el autobús de línea número 26 a su paso por Hackney Road, en el este de Londres.

Cuando aún no se sabía lo que había ocurrido, la Policía ordenó la evacuación de esas tres estaciones y el autobús y acordonó las zonas adyacentes, incluido el área gubernamental de Whitehall, la avenida que baja desde Trafalgar Square hasta Westminster en la que se concentran los ministerios de Defensa o Asuntos Exteriores y el 10 de Downing Street, la oficina del primer ministro británico.

Tras los primeros momentos de confusión, el comisario jefe de Scotland Yard, Ian Blair, confirmó que se habían producido cuatro explosiones, "o intentos de explosiones", de menor gravedad que las ocurridas el 7 de julio, que causaron al menos 56 muertos y 700 heridos.

Aunque en un principio Ian Blair calificó los incidentes de "muy graves", después precisó que las explosiones habían sido de menor importancia y que la situación estaba "bajo control".

Algunos explosivos no llegaron a estallar y no se hallaron en el metro o el autobús "sustancias químicas ni biológicas", subrayó.

Según la BBC, podría haberse tratado de explosivos de fogueo que se activaron usando sólo detonadores.

Al menos diez estaciones de metro fueron cerradas y permanecen suspendidas las líneas de Victoria, Northern, Hammersmith & City y Bakerloo.

Los incidentes de ayer "guardan similitud" con los atentados de hace quince días -reconoció Ian Blair-, aunque, de momento, se desconoce si existe una conexión directa.

Como en aquella ocasión, se produjeron cuatro explosiones de forma casi simultánea en tres estaciones de metro y un autobús, cuyos cristales se rompieron al estallar un explosivo.

Sin embargo, según confirmó el primer ministro británico, Tony Blair, esta vez "parece que no hay víctimas", aunque una persona resultó herida -no se sabe cómo ni de qué gravedad- en Shepherd's Bush.

Tras reunirse con el gabinete de crisis "Cobra", Blair pidió a los londinenses "calma" mientras se investigan los hechos.

Testigos presenciales de las tres estaciones dijeron que habían visto a un hombre salir corriendo justo después del estallido, o a alguien depositar una mochila que después hizo explosión.

Así, en la estación Oval de la línea Northern un testigo vio que un hombre dejaba abandonada una mochila en un vagón y salía huyendo del vagón antes de que se cerraran las puertas.

Se escuchó un ruido súbito, "como cuando se abre una botella de champán", y el pánico se extendió rápidamente entre los pasajeros del vagón, dijo el testigo.

"La gente empezó a gritar: humo, humo. Uno de los encargados de seguridad del metro vino y nos dijo: Salgan del tren, estamos evacuando, todo el mundo fuera", añadió el testigo.

Un italiano que viajaba en la línea Victoria hacia Warren Street vio a "un hombre con una mochila, y la mochila, de repente, explotó".

El alcalde de Londres, Ken Livingstone, alabó la profesionalidad de los conductores del metro y autobús, que procuraron la seguridad de los pasajeros, y pidió a los británicos que faciliten a la Policía cualquier información sobre los hechos.