Al menos cinco infantes de marina estadounidenses y un agente iraquí murieron ayer junto a otros tres civiles, en Samarra, 130 kilómetros al norte de Bagdad, en un ataque de la insurgencia contra el cuartel de las fuerzas de seguridad iraquíes.

A estas víctimas hay que añadir cuatro muertos más de los supuestos atacantes, cuya filiación se desconoce por el momento.

Otros 20 marines estadounidenses y treinta agentes iraquíes resultaron también heridos en el ataque de los insurgentes, el más grave sufrido por las fuerzas internacionales desde el traspaso de poder al Gobierno provisional iraquí a fines del pasado mayo.

"El ataque se produjo con obuses de mortero contra la sede del Cuerpo de Defensa Civil en Samarra" aseguró el comandante Neal O'Brien, un portavoz de la Primera División de Infantería estadounidense, en el lugar del atentado.

Con estos muertos, se eleva a 651 el número de militares estadounidenses fallecidos en combate desde el inicio de la invasión de Irak en marzo de 2003.

El edificio, utilizado por este cuerpo iraquí y la Primera División, se vino abajo por el impacto de cuatro morteros.

Una media hora después del ataque, el Ejército de EE UU respondió con morteros de 120 milímetros contra la zona donde se originaron los lanzamientos, y también sus helicópteros entraron en acción, y de hecho fue un "Apache" el que acabó con cuatro de los supuestos atacantes mediante un misil "Hellfire", dijeron las fuentes estadounidenses.

El intercambio de artillería se pudo escuchar en la ciudad hasta bien entrada la tarde, según dijeron vecinos citados por las cadenas de televisión árabes por satélite.

Fuentes hospitalarias y de la propia policía, citadas por la radio iraquí, confirmaron que el resultado total de muertos se elevaba a nueve: