La reaparición de Sadam Husein, esta vez en el banquillo de los acusados, puede ayudar al presidente de EE UU, George W. Bush, de cara a las elecciones de noviembre, pero no acalla a quienes dicen que su Gobierno viola el derecho internacional.

Husein puede acusar a Bush de ser "el verdadero criminal", como hizo el jueves, en su primera comparecencia ante un tribunal iraquí, pero su mera presencia como reo en las pantallas de la televisión ayudará al presidente en la campaña electoral para su reelección en los comicios del 2 de noviembre, según los expertos.

"La reaparición de Sadam Husein tiene que ser una buena noticia para George W. Bush", manifestó Stephen Hess, experto en política del Instituto Brookings, un centro de estudios independiente.

Tras la detención del depuesto presidente de Irak, en diciembre pasado, el índice de popularidad de Bush subió a un 60 por ciento.

Ahora, sin embargo, se sitúa en torno al 40, y los sondeos de intención de voto colocan a Bush en un empate técnico con su futuro contrincante, el senador demócrata John Kerry.

Los procedimientos judiciales contra Husein hacen recordar a los estadounidenses que el villano descrito por el Gobierno de EE UU como el más abyecto, está bajo rejas gracias a la invasión de Irak y que responderá por crímenes contra la humanidad y genocidio.

El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, explicó que el ex dictador "se va a enfrentar a la justicia que él negó a su pueblo, incluidos cientos de miles de iraquíes inocentes que fueron víctimas de su brutalidad".

Con la transferencia de su custodia legal al nuevo Gobierno y el inicio del proceso contra él, la Administración rebate de forma práctica a los que arguyen que hace caso omiso del derecho internacional y muestra que defiende el estado de derecho y respeta los tribunales.

Sin embargo, en este ámbito no ha convencido a todos. El director del Programa de Justicia Internacional de Human Rights Watch, Richard Dicker, declaró que "existe el peligro de que (el juicio) se convierta en una venganza política".

Un tribunal en entredicho

Este abogado denunció que existen "graves problemas de derechos humanos en el estatuto del tribunal".

Por ejemplo, el ex gobernante de Irak no ha tenido acceso a sus abogados hasta el momento y apareció por primera vez ante el tribunal sin la presencia de asistentes legales.

Además, las reglas del tribunal permiten la admisión de pruebas obtenidas bajo coacción, algo que Dicker calificó de "inaceptable, especialmente tras los casos de tortura en la cárcel de Abu Ghraib".

En esa prisión, militares estadounidenses presuntamente abusaron y vejaron a detenidos iraquíes, según muestran miles de fotos que ellos mismos hicieron.

Por último, Dicker criticó la posibilidad de que Husein pueda ser condenado a muerte, una pena que el Gobierno interino ha restablecido en el país después de que hubiese sido suspendida por las fuerzas de ocupación.

La restauración de este castigo, que Human Rights Watch considera como cruel e inhumana, "oscurece la diferencia entre el antiguo gobierno y la autoridad que gobierna actualmente", según Dicker.

Esta organización de derechos humanos y otras instituciones han insistido en que para juzgar los crímenes del anterior régimen es necesario establecer un tribunal con jueces iraquíes e internacionales seleccionados por la ONU, debido a que el país no ha tenido un sistema judicial independiente en 30 años y los juicios se auguran muy complejos.

El Gobierno de Estados Unidos, sin embargo, se ha negado a hacerlo.

Mientras, Washington confía en que el traspaso de soberanía al nuevo Gobierno iraquí y el juicio contra Husein calme a los iraquíes y mejore la seguridad en el país, que ha empeorado de forma grave en los últimos meses, con el consiguiente aumento de bajas entre sus fuerzas.