Con el país sumido en un ‘stand-by’ sin precedentes y la peor de las noticias golpeando a cientos de familias cada día, las esperanzas de recuperar la tranquilidad están puestas en el éxito de una vacuna contra el covid-19

Nadie sabe a ciencia cierta cómo se comportará este virus que ha puesto en jaque al planeta. Con muchas incógnitas todavía sobre si la virulencia de la epidemia cederá con la llegada del verano y las altas temperaturas, todos los ojos están puestos en el desarrollo de una vacuna eficaz que permita prevenir el contagio. Para resolver todas nuestras dudas al respecto hemos consultado a los expertos. Por una parte, Amelia Martín Uranga, coordinadora de la Plataforma de Medicamentos Innovadores de Farmaindustria. Y por otra, al virólogo Adolfo García-Sastre, director del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes del Hospital Monte Sinaí de Nueva York y que, en colaboración con el laboratorio español del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), trabaja en varios frentes contra el covid-19: probar medicamentos eficaces contra otras enfermedades para valorar su poder contra el coronavirus, desarrollo de modelos animales para probar medicamentos y vacunas, y el descubrimiento de marcadores de enfermedad severa antes de que esta se desarrolle. Ese último punto es la clave de una de las vacunas españolas, que se basa en eliminar las secuencias del coronavirus que son responsables de su virulencia, para obtener un virus atenuado que pueda generar una respuesta inmune que proteja del contagio. Pero no es la única que está en marcha.

1. ¿Cuándo habrá una vacuna disponible?

“La buena noticia es que las primeras vacunas ya han empezado ensayos clínicos –responde Adolfo García Sastre–. La mala es que se necesita al menos un año para obtener los datos adecuados que nos digan si la vacuna es eficaz y no causa efectos adversos”. Y eso, a pesar de que se trabaja a contrarreloj en numerosos laboratorios de todo el mundo. Según los datos recopilados hasta hoy por la Federación Internacional de la Industria Farmacéutica (Ifpma) –que representa a las compañías y asociaciones farmacéuticas basadas en investigación de todo el mundo y a la que pertenece la patronal española Farmaindustria– ya hay hasta 20 vacunas en desarrollo en todo el mundo frente al coronavirus. Y esto es también una noticia positiva porque cuantas más compañías adopten diferentes enfoques, mayores posibilidades de éxito habrá.

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La industria farmacéutica al completo, junto a instituciones y centros públicos de investigación, está volcada en encontrar una respuesta a la pandemia por coronavirus. “Eso se ha reflejado en que apenas tres meses después de tener información del primer contagio, a día de hoy ya hay hasta 20 vacunas en desarrollo en todo el mundo frente al coronavirus –señala Amelia Martín Uranga–. Como es lógico, no todas están al mismo nivel de desarrollo, pero al menos seis de ellas están avanzadas. Los investigadores calculan que antes de 12-18 meses no será posible disponer de una vacuna eficaz”.

2. ¿Por qué no es posible acelerar el proceso?

La respuesta tiene que ver con los procedimientos necesarios y difícilmente escatimables que toda vacuna tiene que pasar para probar su eficacia y su seguridad antes de estar disponible en el mercado. Aunque una suma de tecnología, conocimiento, apoyo económico y empeño están permitiendo desarrollar prototipos en tiempos record nunca antes alcanzados, las siguientes fases del desarrollo de una vacuna requieren unos plazos rigurosos. No basta con demostrar que es capaz de conseguir su objetivo, sino que hay que garantizar que no provocará efectos adversos y esto, tal y como explica el virólogo del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, conlleva un largo proceso de ensayos en modelos animales y después ensayos clínicos en personas. “Primero hay que probar que la vacuna no es peligrosa. Para eso se necesitan inmunizar a un grupo pequeño de voluntarios y esperar como un mes y medio si hay un efecto adverso. Luego se necesita un grupo mayor de voluntarios para aplicar la vacuna, esperar a que adquieran inmunidad (como un mes) y seguir el grupo de vacunados para comprobar que se infectan menos que un grupo control de no vacunados. Ese seguimiento lleva tiempo, varios meses”.

De hecho, el proceso de descubrimiento, investigación y desarrollo de una vacuna suele implicar entre 12 y 15 años. Y, por lo general, apenas una de cada diez vacunas en investigación logra finalmente ser aprobada. “El aspecto positivo frente al coronavirus es que buena parte de este camino, por suerte, ya está recorrido. Los investigadores tienen un profundo conocimiento científico obtenido de décadas de experiencia con virus similares como el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) y el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) o el Ébola, y anteriormente con el VIH y la Hepatitis C. Este conocimiento mejora drásticamente nuestra probabilidad de éxito en el desarrollo de una vacuna efectiva y para encontrar tratamientos eficaces para los contagiados”, añade Amelia Martín Uranga.

3. ¿Las empresas y organismos de distintos países que trabajan para hallar la vacuna, compiten o colaboran?

“La colaboración está siendo total”, afirma categóricamente la experta de Farmaindustria, poniendo de relieve cómo la solidaridad también es posible dentro de un sector tan competitivo. “En Europa las grandes compañías farmacéuticas están trabajando en común junto a organismos públicos de investigación para intentar acortar los tiempos en el descubrimiento de posibles terapias para hacer frente a este nuevo coronavirus. Estas compañías farmacéuticas están compartiendo y desarrollando sus avances dentro del programa europeo de colaboración público-privada IMI (Iniciativa de Medicamentos Innovadores), el proyecto de colaboración público-privada más grande del mundo en salud, y que está financiado al 50% entre la Comisión Europea y la propia industria farmacéutica europea”, agrega. Esta forma de trabajar ya tuvo resultados exitosos en la investigación frente a la crisis del Ébola en África occidental entre 2014 y 2016. A través de estos proyectos de colaboración con la Iniciativa de Medicamentos Innovadores se consiguió hallar dos vacunas y cuatro test de diagnóstico para atajar esa epidemia y se definieron estrategias de prevención para futuros brotes.

4. ¿Se está trabajando también en otros ensayos que no son vacunas preventivas, sino antivirales terapéuticos?

Sí. Esas son, precisamente, las dos líneas de batalla contra el covid-19: la primera está centrada en la prevención y la segunda, en la búsqueda de un tratamiento para personas que ya han contraído la enfermedad. Según los datos de la Federación Internacional de la Industria Farmacéutica (Ifpma), los laboratorios tienen identificada hasta una treintena de medicamentos potenciales, de los cuales 14 están en la fase inicial de investigación; otros cuatro en la fase I de desarrollo y tres en la fase II, y uno ha comenzado los ensayos de fase III, la última antes de su aprobación. En total se han puesto en marcha al menos 80 ensayos clínicos que están estudiando tanto las vacunas mencionadas como nuevas indicaciones para medicamentos ya existentes o nuevas combinaciones de medicamentos que nos puedan llevar a dar una solución eficaz. “Concretamente, según nuestras informaciones, entre los posibles medicamentos candidatos se encuentran antivirales probados anteriormente en patógenos como el Ébola y el VIH -que ya han comenzado rápidamente los ensayos clínicos y la revisión de la literatura científica para uso urgente- y otras líneas de investigación que incluyen inhibidores ACE (enzima convertidora de angiotensina), inhibidores de la proteasa o fármacos inmunoterápicos, antimaláricos y anticuerpos monoclonales, cuya actividad se ha visto relevante para hacer frente al nuevo coronavirus”, explica Amelia Martín Uranga.

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5. ¿Se espera que el virus mute? ¿Seguirá siendo útil la vacuna en ese caso?

“El virus muta, pero los coronavirus no son como la gripe, que cambian cada año antigénicamente y por tanto se necesita cambiar de vacuna. No podemos excluir que el coronavirus cambie antigénicamente, pero es improbable. Es decir, aunque el coronavirus muta, es improbable que esas mutaciones tengan consecuencias en vacunación o en enfermedad”, responde el virólogo Adolfo García-Sastre.

Tal y como están comprobando científicos estadounidenses, el SARS-CoV-2, virus responsable de la pandemia, no está mutando tanto como en un principio cabía esperar. El Washington Post recoge las conclusiones del investigador Peter Thielen, genetista molecular en el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, que está estudiando más de 1.000 muestras diferentes del virus. Según sus observaciones, el nuevo coronavirus tiene maquinaria de corrección de pruebas y eso reduce la tasa de imperfecciones al replicarse dentro de las células y el ritmo de mutación. Esa relativa estabilidad genética significa que la vacuna desarrollada para el SARS-CoV-2 sería una vacuna única, en lugar de una vacuna nueva cada año como sucede con la gripe. Sería, por tanto, tal y como expone Thielen en el citado diario estadounidense, una vacuna de perfil más similar a la del sarampión o la varicela.

6. ¿La vacuna nos pondrá a salvo de este tipo de brotes y pandemias en el futuro? ¿Qué podemos esperar?

“La vacuna para covid-19 nos puede salvar de este coronavirus, pero no de otros patógenos distintos que causen pandemias en el futuro. Esos necesitarán una vacuna distinta, y por desgracia desconocemos qué virus es el que va a causar la próxima pandemia”, explica el virólogo Adolfo García Sastre y añade: “Se espera una nueva pandemia de gripe, pero el virus de la gripe exacto que la va causar es desconocido. Y hay millares de virus de la gripe que son distintos. Hay, sin embargo, que estar más preparado para la próxima pandemia de lo que estábamos para esta. Lo mínimo a hacer es aumentar la capacidad hospitalaria, incluso si este aumento no se necesite la mayoría de los años, porque tarde o temprano, habrá otra pandemia”.