La alta propagación del covid-19 responde al modelo de globalización. Los expertos piden que se tomen medidas para evitar otras epidemias.

AL CORONAVIRUS se le vencerá desde la primera línea –los hospitales y centros de investigación que están ensayando medicinas y vacunas–, pero también debe producirse una mirada más distanciada y con perspectiva histórica, que permita examinar las causas, trazar estrategias y proponer cambios. Es evidente que esta no es la primera pandemia que sufre la humanidad y tampoco será la última, tal y como apuntan los expertos. Entonces, ¿cuál ha sido el principal error? Jon Arrizabalaga, historiador de la medicina, investigador en la Institución Milà i Fontanals de Investigación en Humanidades (IMF) del CSIC en Barcelona, y autor, junto a C.A. Yuste, de la obra Eso no estaba en mi libro de Historia de la Medicina lo resume de una manera sencilla: “Pensar que esto no nos podía pasar a nosotros. Pues claro que sí e incluso podría haber sido aún peor, así que debemos aprender y poner remedio”.

Del estudio de diferentes epidemias que han azotado al ser humano se desprende que cada una de ellas responde a las características de su época. La dinamización del comercio y la falta de salubridad e higiene en las ciudades de la Edad Media impulsó la peste, mientras que la aplicación de la máquina de vapor a la navegación hizo que el cólera saltara de la India –donde era estacional– a Europa, convirtiéndose en un gran problema de salud que duró durante todo el siglo XIX. O la mal llamada gripe española de 1918, un enemigo silencioso involuntariamente extendido en un mundo en guerra y con censura de prensa, que se llevó por delante entre 50 y 100 millones de personas.

Rápida propagación

Este coronavirus, con su enorme rapidez de propagación, es propio del siglo XXI, con sus luces y sombras, “Es una pandemia que responde totalmente a la época de globalización neoliberal iniciada en los años 80 y que se ha ido reforzando con la imposición de los poderes financieros, el debilitamiento de los sistemas públicos de salud, la exploración insostenible de los recursos naturales y la movilidad masiva y constante de personas”, resume Arrizabalaga. Por el otro lado, no hay que olvidar que sin los avances actuales en medicina y salud pública, la capacitación de los profesionales sanitarios e incluso el poder de transmisión de información de los medios de comunicación y las redes sociales, las consecuencias podrían ser peores y las cifras de afectados mucho más dramáticas.

El SARS del 2003 ya mostró la vulnerabilidad del sistema sanitario y la vigilancia epidemiológica global. Con este nuevo coronavirus debemos aprender de una vez la lección y poner remedio

...Jon Arrizabalaga, Historiador de la medicina e investigador en la Institución Milà i Fontanals de Investigación en Humanidades del CSIC

Pero un hecho sintomático es que la Organización Mundial de la Salud alertó hace cuatro años sobre el riesgo de que una enfermedad X generara una epidemia global para la cual el mundo no estuviera preparado. Y que existía un aviso evidente con el síndrome agudo respiratorio severo (SARS) que en el año 2003 afectó a unas 8.000 personas y causó 774 muertes. “Es un precedente claro: se trataba de otro coronavirus con el mismo modo de transmisión. Desde Hong Kong viajó en un avión a Toronto, donde se produjo un estallido inmediato. Mostró las vulnerabilidades de sistemas sanitarios tan avanzados como el canadiense y de los dispositivos de vigilancia epidemiológica global; y puso de manifiesto que la alta movilidad nos expone a los nuevos gérmenes, sobre todo virus, frente a los que no estamos inmunizados”, remarca el experto del CSIC – IMF.

Menos letal que el SARS

Hay que tener en cuenta, no obstante, que el covid-19 tiene un alto nivel de contagio, pero una letalidad general que se situaría de momento entre en torno al 1%, mucho menos alta que el SARS, que se acercó al 10%. El coronavirus actual, en cifras absolutas, ocasionará en todo el mundo un número catastrófico de muertes por su alta capacidad de propagación, pero cabe preguntarse qué sucedería si su letalidad se acercara al síndrome respiratorio del 2003. No se trata de generar miedo, pero sí recalcar que hay que tomar medidas adecuadas.

Esta es la línea que expone el libro Las grandes plagas modernas del investigador Salvador Macip, que se acaba de reeditar con un prólogo dedicado al covid-19. “Las pandemias seguirán siendo algo frecuente, y debemos aprender de cada incidente para que la próxima vez las cosas nos salgan mejor. Son problemas que no podemos ignorar”, detalla el autor, que señala la importancia de conocer mejor a microbios y virus para seguir conviviendo con ellos de la mejor manera.

En este sentido, Jon Arrizabalaga apunta que “las enfermedades infecciosas no son más que el resultado de un desajuste entre los distintos seres vivos dentro de un ecosistema, siempre dinámico”. Y en el ensayo En tiempos de contagio, recientemente publicado en formato electrónico por el escritor italiano Paolo Giordano, se apunta directamente al ser humano como causante de este desequilibrio, convirtiéndose en la especie “más invasiva de un ecosistema frágil”. El autor señala así como una de las principales causas del crecimiento de las nuevas epidemias la agresividad del sistema actual sobre el medioambiente, con la deforestación, las explotaciones intensivas y la extinción de especies a la cabeza.

La humanidad, por lo tanto, tiene un doble reto. El más urgente es vencer al covid-19 desde la asistencia sanitaria, la investigación y las medidas de salud pública (apoyadas por el esfuerzo ciudadano en forma de confinamiento) y recuperar luego el ritmo de un mundo paralizado. Pero también debe replantearse muchas cosas para prepararse ante una posible nueva pandemia, que puede ser más agresiva fruto de un invisible e imprevisible proceso de mutaciones, saltos entre especies, selección natural y éxito evolutivo. Fortalecer el sistema sanitario, dedicar más recursos a la investigación médica, reforzar el sistema de vigilancia epidemiológica, gestionar el miedo colectivo y, también, cambiar la forma de interaccionar con el entorno natural y entre nosotros mismos.

Cartel de apoyo a las enfermeras lanzado por la OMS, con un mensaje en el que se pide a la gente que se quede en casa.

Más apoyo que nunca a los sanitarios

E. P.

LA PROPAGACIÓN fulminante del coronavirus ha trastocado cualquier plan, pero la celebración hoy del Día Mundial de la Salud, destinado a reconocer la labor y reclamar mejores condiciones para el personal de enfermería y partería en todo el mundo, adquiere ahora incluso más sentido. De hecho, el 2020 se designó como el año internacional de estos profesionales, que ahora se encuentran en primera línea en la lucha contra el covid-19. Así que no podría ser más pertinente el lema escogido por la Organización Mundial de la Salud: Apoyemos al personal de enfermería y partería. Algo que se puede reflejar en acciones tan simples y a la vez necesarias como quedarse en casa mientras dure la pandemia para no colapsar el sistema sanitario.

“Las enfermeras y profesionales de la partería juegan un papel clave en el cuidado de la salud de las personas en todo el mundo, incluyendo tiempos de epidemia, entornos frágiles o en conflicto”, recuerda la OMS en un comunidado. Es decir, la pandemia pasará algún día, pero aún quedarán muchos lugares donde estos sanitarios deberán ejercer su tarea de manera precaria debido a la falta de recursos, desigualdad y guerra. Todo el mundo está reconociendo la labor ingente que están llevando a cabo, pero la pregunta es la siguiente: ¿Este aplauso colectivo se verá reflejando en una mejora de sus condiciones de trabajo?

La presente edición del Día Mundial de la Salud plantea una serie de acciones para que así sea. Por ejemplo, “invertir en formar y emplear a personal de enfermería y de partería para que la cobertura sanitaria universal sea una realidad en todas partes”. También se pide a los gobiernos reforzar la influencia y el liderazgo del personal de enfermería y de partería, prestándole más atención para mejorar los servicios de salud. “Adopten las medidas necesarias para mejorar la recogida de datos sobre el personal sanitario, con el fin de dirigir mejor los recursos e introducir cambios donde más se necesitan”, añade la OMS.

Además, ha publicado el primer informe sobre la situación de la enfermería en el mundo, que pone de manifiesto las contribuciones de este personal a la mejora de la salud y el bienestar global. Asimismo, el informe establece el programa de trabajo para la recopilación de datos; el diálogo sobre políticas, las actividades de investigación y promoción; y la inversión en el personal sanitario de cara a las próximas generaciones.