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La Opinión de Murcia
Ver galería >Caravaca bajó ayer el telón a su semana grande. El carro triunfal del Lignum Crucis recorría por última vez las calles de la localidad, poniendo fin a un semana de música y color, donde los caravaqueños volvieron a demostrar su hospitalidad a los miles de turistas que durante estos días han pasado por la Ciudad Santa del Noroeste murciano. El leño de Cristo cruzó el umbral de su Basílica-Santuario al atardecer, donde cientos de miles de devotos la venerarán y custodiarán durante los próximos 360 días. Tras una intensa semana de celebraciones, la localidad puso el punto y final a unos días donde la población ha dejado de lado los problemas cotidianos para vivir de manera intensa y pasional su semana grande. Unas fiestas que no han sido inmunes a la difícil situación económica por la que atraviesa el país, pero que ha sabido volver a poner el listón muy alto.
Enrique Soler
Caravaca bajó ayer el telón a su semana grande. El carro triunfal del Lignum Crucis recorría por última vez las calles de la localidad, poniendo fin a un semana de música y color, donde los caravaqueños volvieron a demostrar su hospitalidad a los miles de turistas que durante estos días han pasado por la Ciudad Santa del Noroeste murciano. El leño de Cristo cruzó el umbral de su Basílica-Santuario al atardecer, donde cientos de miles de devotos la venerarán y custodiarán durante los próximos 360 días. Tras una intensa semana de celebraciones, la localidad puso el punto y final a unos días donde la población ha dejado de lado los problemas cotidianos para vivir de manera intensa y pasional su semana grande. Unas fiestas que no han sido inmunes a la difícil situación económica por la que atraviesa el país, pero que ha sabido volver a poner el listón muy alto.
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Caravaca bajó ayer el telón a su semana grande. El carro triunfal del Lignum Crucis recorría por última vez las calles de la localidad, poniendo fin a un semana de música y color, donde los caravaqueños volvieron a demostrar su hospitalidad a los miles de turistas que durante estos días han pasado por la Ciudad Santa del Noroeste murciano. El leño de Cristo cruzó el umbral de su Basílica-Santuario al atardecer, donde cientos de miles de devotos la venerarán y custodiarán durante los próximos 360 días. Tras una intensa semana de celebraciones, la localidad puso el punto y final a unos días donde la población ha dejado de lado los problemas cotidianos para vivir de manera intensa y pasional su semana grande. Unas fiestas que no han sido inmunes a la difícil situación económica por la que atraviesa el país, pero que ha sabido volver a poner el listón muy alto.
Enrique Soler
Caravaca bajó ayer el telón a su semana grande. El carro triunfal del Lignum Crucis recorría por última vez las calles de la localidad, poniendo fin a un semana de música y color, donde los caravaqueños volvieron a demostrar su hospitalidad a los miles de turistas que durante estos días han pasado por la Ciudad Santa del Noroeste murciano. El leño de Cristo cruzó el umbral de su Basílica-Santuario al atardecer, donde cientos de miles de devotos la venerarán y custodiarán durante los próximos 360 días. Tras una intensa semana de celebraciones, la localidad puso el punto y final a unos días donde la población ha dejado de lado los problemas cotidianos para vivir de manera intensa y pasional su semana grande. Unas fiestas que no han sido inmunes a la difícil situación económica por la que atraviesa el país, pero que ha sabido volver a poner el listón muy alto.
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Caravaca bajó ayer el telón a su semana grande. El carro triunfal del Lignum Crucis recorría por última vez las calles de la localidad, poniendo fin a un semana de música y color, donde los caravaqueños volvieron a demostrar su hospitalidad a los miles de turistas que durante estos días han pasado por la Ciudad Santa del Noroeste murciano. El leño de Cristo cruzó el umbral de su Basílica-Santuario al atardecer, donde cientos de miles de devotos la venerarán y custodiarán durante los próximos 360 días. Tras una intensa semana de celebraciones, la localidad puso el punto y final a unos días donde la población ha dejado de lado los problemas cotidianos para vivir de manera intensa y pasional su semana grande. Unas fiestas que no han sido inmunes a la difícil situación económica por la que atraviesa el país, pero que ha sabido volver a poner el listón muy alto.
Enrique Soler
Caravaca bajó ayer el telón a su semana grande. El carro triunfal del Lignum Crucis recorría por última vez las calles de la localidad, poniendo fin a un semana de música y color, donde los caravaqueños volvieron a demostrar su hospitalidad a los miles de turistas que durante estos días han pasado por la Ciudad Santa del Noroeste murciano. El leño de Cristo cruzó el umbral de su Basílica-Santuario al atardecer, donde cientos de miles de devotos la venerarán y custodiarán durante los próximos 360 días. Tras una intensa semana de celebraciones, la localidad puso el punto y final a unos días donde la población ha dejado de lado los problemas cotidianos para vivir de manera intensa y pasional su semana grande. Unas fiestas que no han sido inmunes a la difícil situación económica por la que atraviesa el país, pero que ha sabido volver a poner el listón muy alto.
Enrique Soler
Caravaca bajó ayer el telón a su semana grande. El carro triunfal del Lignum Crucis recorría por última vez las calles de la localidad, poniendo fin a un semana de música y color, donde los caravaqueños volvieron a demostrar su hospitalidad a los miles de turistas que durante estos días han pasado por la Ciudad Santa del Noroeste murciano. El leño de Cristo cruzó el umbral de su Basílica-Santuario al atardecer, donde cientos de miles de devotos la venerarán y custodiarán durante los próximos 360 días. Tras una intensa semana de celebraciones, la localidad puso el punto y final a unos días donde la población ha dejado de lado los problemas cotidianos para vivir de manera intensa y pasional su semana grande. Unas fiestas que no han sido inmunes a la difícil situación económica por la que atraviesa el país, pero que ha sabido volver a poner el listón muy alto.
Enrique Soler
Caravaca bajó ayer el telón a su semana grande. El carro triunfal del Lignum Crucis recorría por última vez las calles de la localidad, poniendo fin a un semana de música y color, donde los caravaqueños volvieron a demostrar su hospitalidad a los miles de turistas que durante estos días han pasado por la Ciudad Santa del Noroeste murciano. El leño de Cristo cruzó el umbral de su Basílica-Santuario al atardecer, donde cientos de miles de devotos la venerarán y custodiarán durante los próximos 360 días. Tras una intensa semana de celebraciones, la localidad puso el punto y final a unos días donde la población ha dejado de lado los problemas cotidianos para vivir de manera intensa y pasional su semana grande. Unas fiestas que no han sido inmunes a la difícil situación económica por la que atraviesa el país, pero que ha sabido volver a poner el listón muy alto.
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