El planeta vive una situación de emergencia climática que se antoja más y más delicada a medida que transcurren los años. Teniendo esto en cuenta, el Día Mundial del Ahorro de Energía busca que los ciudadanos pongan en práctica estrategias que ayuden a convertir el consumo de todo tipo de productos en algo sostenible para el medio ambiente.

Son ya clásicas las conocidas como ‘tres erres’ o ‘regla de las tres erres’: reducir, reutilizar y reciclar. No por ya conocidas se han de obviar, dado que suponen tres acciones que sirven para asentar las bases de un consumo responsable con el planeta disminuyendo el impacto sobre el medio ambiente. Cabe, pues, repasar estos tres conceptos en este Día Mundial del Ahorro de Energía para refrescarlos y tenerlos presentes.

En primer lugar, reducir; esto es, moderar el consumo. Hay que tener en cuenta que todos los productos que adquirimos llegan a las estanterías tras pasar por un largo proceso de producción consistente en una larga serie de acciones, cada una de las cuales tiene un efecto particular sobre el medio ambiente. Si moderamos el consumo, si evitamos comprar productos que no necesitamos, lograremos reducir de forma notable el impacto.

Dentro de esta estrategia se incluyen acciones tales como apagar la luz cuando no nos encontramos en una determinada habitación o desconectar los aparatos eléctricos (ordenadores, lavadoras, televisiones...) que no vayamos a utilizar durante cierto tiempo. Muchos de estos electrodomésticos disponen de un modo ‘stand by’, que disminuye el consumo, pero no lo reduce a cero, por lo que es mejor desconectarlos directamente si se quiere ahorrar energía.

Asimismo, conviene no abusar de aires acondicionados y calefacciones; no utilizar el microondas para descongelar productos recién sacados del congelador; utilizar bombillas de bajo consumo y evitar mantener la nevera abierta, ya que el frío que produce disminuye rápidamente.

Todas estas acciones se traducirán en una mayor eficiencia energética, puesto que, por más que queramos consumir energía limpia, ninguna lo será más que aquella que no se consume. Dado que necesitamos consumir energía hasta para llevar a cabo la tarea más simple, como la limpieza del hogar, y es imposible, por tanto, no consumir, resulta necesario, al menos, disminuir el consumo tomando conciencia del impacto de nuestras acciones y poniendo en práctica sencillas estrategias de ahorro.

En segundo lugar, reutilizar; esto es, alargar la vida útil de un producto para evitar generar una excesiva cantidad de residuos. Reutilizar hará, además, que gastemos menos en nuevos productos. Así, es una estrategia de consumo sostenible cuya adopción repercutirá directamente tanto en la mejorar del medio ambiente como en la economía del individuo.

La última estrategia es la más conocida: reciclar. No hace falta entrar en muchos detalles. Cuando ya no seamos capaces de alargar más la vida útil de un producto, debemos acudir al lugar adecuado para reciclarlo, no tirarlo directamente al contenedor con el resto de nuestra basura. Contribuiremos, así, a que el producto pueda reutilizarse para fabricar otros y mejorar el equilibrio entre el consumo de nuevos productos y la generación de desechos.

Desde la apuesta por la instalación de paneles solares y generadores, hasta la utilización de la bicicleta y del transporte público para movernos por la ciudad, cada decisión cuenta a la hora de hacer del planeta que todos habitamos, el único que tenemos, un lugar más sostenible.