Hay un dicho bursátil que dice que "en tiempo de tormenta no es conveniente tender la colada". Lo que ha pasado recientemente por los Mercados Financieros no ha sido una tormenta, ha sido un tornado, llevándose por delante todos los máximos históricos, habidos y por haber, que ostentaban los índices bursátiles mundiales. Hemos asistido, quizás, al desplome bursátil más rápido de todos los tiempos, dejando a multitud de compañías a precio de saldo sin, de momento, haber variado su valor en libros. En un espacio muy breve de tiempo, hemos visto en un solo día las mayores caídas de la historia en los índices y, al poco, hemos visto subidas jamás contempladas en tan pequeño espacio de tiempo. El precio de las acciones, en una situación de pánico y de órdenes de venta desproporcionadas, como la que hemos vivido, se fija sin ningún tipo de criterio dando lugar a pensar si es momento de invertir o aumentar posiciones en la Renta Variable.

La crisis sanitaria provocada por el Coronavirus o COVID-19 ha supuesto, en un principio, un gran revés para los Mercados Financieros para luego trasladarse a la economía global. Los Bancos Centrales han salido al paso con toda su artillería, la poca que le quedaba, para tranquilizar la presión vendedora de los Mercados y atajar, desde un inicio, la crisis económica que vendrá una vez que esté solucionada la crisis sanitaria. Los riesgos de las Bolsas ya los hemos sufrido, ahora nos queda saber el riesgo que provocará el impacto del Coronavirus en la economía global porque en la doméstica ya estamos padeciendo sus efectos.

El COVID-19 ha llegado en el peor momento para los ahorradores. Por un lado, los tipos de interés estaban rozando el cero por ciento, lo que implicaba que si se quería obtener algo de rentabilidad había que pedir ayuda a la Renta Variable. Por otro, los índices, todos, estaban en máximos históricos. Y, como las desgracias no vienen solas, a la bajada de las materias primas se le unió el enfrentamiento entre Arabia Saudita y Rusia por culpa del precio del petróleo.

Encima del escenario financiero actual nos encontramos con tres tipos de ahorradores: aquellos que estaban invertidos en el Mercado, los que estaban en liquidez (los más afortunados, aunque la inflación le hiciese perder poder adquisitivo) y los que tenían una parte de sus ahorros en liquidez y la otra invertida. Los que estaban dentro del Mercado les ha pasado la máquina de la pandemia vendedora por encima y los ha dejado mirando para otro lado, cargados de paciencia para poder hacer una rotación de activos hacia los sectores menos vulnerables. Los que estaban en liquidez tienen todo el horizonte inversor para ellos en espera de que aparezca el cambio de tendencia efectivo. Los terceros, aquellos que disponían de una parte de su patrimonio en liquidez, pues más de lo mismo: paciencia para la parte invertida y con la liquidez adquirir nuevos activos o potenciar la posición en aquellos con mejores perspectivas de subida de precios.

Sin lugar a ninguna duda, el desplome bursátil ha dejado a algunas compañías como atractivas para su incorporación a la cartera, eso sí, pensando en el medio-largo plazo debido a que la volatilidad del Mercado aún está presente y lo estará durante algún tiempo. Por eso, se deberá evaluar acción por acción incluso dentro de un mismo sector. Quizás estemos en el momento de poner en práctica de nuevo el experimento de "la cartera del mono" (elegir unos valores al azar) y que tan buenos resultados dio en la década de los setenta del siglo pasado en comparación con las carteras que habían creado los analistas. Es verdad, que en el largo plazo las recomendaciones de los expertos batieron a la certera que formuló el animal.

Los Bancos Centrales, dentro de su política financiera, aquellos que habían iniciado la senda alcista, han vuelto a proponerse llevar el dinero a tipos de interés cero, y ya saben que una de las consecuencias de esa actitud es que los productos de ahorro sin riesgo no ofrezcan nada de rentabilidad. Hasta ahora, y así seguirá siendo, si se quería obtener algo de rendimiento para el peculio había que recurrir a la Renta Variable y ésta, en menos de un mes, ha dejado todos los productos que confiaron en su buen hacer en resultados negativos, tirando por la borda todo el tiempo que el dinero ha estado invertido en ella.

A partir de ahora, los expertos tienen claro que en algún momento los Mercados retomarán la senda alcista y recuperarán parte de lo que el Coronavirus se llevó consigo. Elegir el final de la caída para entrar es prácticamente imposible porque depende de infinidad de factores; entonces, habrá que irse conformando con entradas graduales y siguiendo el ciclo según se vaya describiendo. Después de la bajada tan brusca habrá rebotes generalizados, pero no habrá más remedio que discriminar entre los mejores. Hay un dicho en el mundo náutico que refleja muy bien la situación venidera: "después de una tempestad, la marea reflotará a todos los barcos, pero solo podrán navegar aquellos que no hayan sufrido desperfectos". Después del confinamiento, la demanda aparecerá de nuevo en la calle, pero no habrá oferta suficiente debido al cierre que han sufrido todas las factorías que, en muchos casos, tendrán que comenzar prácticamente de cero porque a ellas tampoco les llegará el género.

Hay una cosa que está muy clara: el dinero es como la energía, ni se "crea" ni se "destruye", simplemente cambia de manos. Todas las recesiones, desde las más a las menos bruscas, han traído crisis para unos y oportunidades para otros. Donde unos ven incertidumbre y malos presagios, otros perciben aprovechamientos. Así, unos observan en las caídas una oportunidad irrepetible para obtener plusvalías y, otros, no encuentran remedio para poder capear lo mejor posible el temporal.

El análisis financiero se basa mucho en los acontecimientos similares que han ocurrido en el pasado y se estudia cómo evolucionó el Mercado en cada caso. El impacto de otras epidemias en el pasado provocó también en mayor o menor cuantía una corrección en el Mercado para, seguidamente, en periodos relativamente cortos de tiempo, volver de nuevo las aguas a su cauce y en muchas ocasiones con mejoras sustanciales. Epidemias como la del SARS, Gripe Porcina, el Zika o el MERS tuvieron un impacto considerable en un principio, para después de un mes recuperarse y posteriormente seguir el cauce alcista del Mercado.

Las caídas bursátiles son muy difíciles de asimilar cuando uno se queda pillado, es más, los disgustos que se acarrean ante los descensos son mayores que las satisfacciones ante las subidas. Por eso, la prevención para no adquirir el virus que ha traído la pandemia es la constante higiene de manos; pues de igual modo, la higiene mental, es una forma de evitar el disgusto de los retrocesos en los precios.

Para los que no dispongan de una fluida formación financiera, los Fondos de Inversión son su vehículo de inversión, donde unos gestores especializados harán encajes de bolillos para intentar batir a los índices de referencia y obtener rentabilidades positivas para sus clientes en cualquier situación del Mercado. Para este tipo de ahorradores, el asesor financiero cobra vital importancia porque es el que le guiará en el modo y en la forma de invertir el patrimonio. Tengan en cuenta que las caídas de los precios de las cotizadas son la panacea de los que invierten su dinero en aquellos valores que mantienen intacto su valor. Se está viendo cómo los gestores están planteando cambios de estrategias para asumir el incremento de la volatilidad de las Bolsas.

Otra opción interesante de inversión es el mercado inmobiliario. Cuando las crisis acechan, los inmuebles afloran en las páginas de las inmobiliarias: se ponen en venta un gran número de ellos provenientes de herencias, de segundas viviendas, etc. con descuentos importantes con el fin de buscar liquidez inmediata y la reducción de gastos. La inversión en inmuebles también responde milimétricamente a los ciclos económicos y, en el caso que nos ocupa, rozaban precios máximos. La rentabilidad vendrá por la propia revalorización del inmueble y/o por la vía del alquiler. De igual modo, la cautela y la buena elección del inmueble marcarán el resultado positivo de la inversión.