Hablar de una mañana primaveral es, seguramente, ser demasiado generosos para quienes ya miran con recelo cómo sube el mercurio. Pero es que a un día como el de este sábado no se le podía pedir otra cosa. Así, Murcia, con su sol, amaneció generosa y radiante, mientras que los murcianos -sobre todo los sardineros-, lo hicieron impulsados por el olor de la primavera, con todo lo que ello conlleva. Color, música, sonrisas€ Nunca una jornada de reflexión había sido tan festiva, y niños y mayores -indecisos o no-, salieron a la calle para mezclarse entre tonos rojos, azules, naranjas y morados sin prejuicios ni enfrentamientos, y con la única voluntad de cerrar por todo lo alto dos semanas intensas de folclore en la capital del Segura; y es que, ciertamente, y como algunos de los protagonistas de este sábado afirmaban, el enlace entre la Semana Santa y las Fiestas de Primavera no dejan aquí lugar al descanso...

Porque aunque el catafalco centraba las miradas de todo aquel que pasara por La Glorieta y las gradas y sillas que cruzaban la ciudad desde más allá de Floridablanca se encargaban de recordar a todos la cercanía del Gran Desfile del Entierro de la Sardina, los festeros más fieles echaron camino a media mañana para caldear -todavía más- el ambiente por el centro histórico de la ciudad. Entre los incondicionales, por supuesto, reinaban los citados sardineros, que escoltados por charangas y batucadas se encargaron de ejecutar los designios del Gran Pez y de Doña Sardina en torno a las calles Platería y Trapería. Sin rumbo fijo ni voluntad de encuentro, los 24 Grupos Sardineros pusieron la banda sonora a estas primeras horas de la jornada y, en reconocimiento a quienes les acompañaron, se encargaron de repartir los primeros regalos; porque sí, la 'lluvia' de obsequios llegaría horas más tarde, pero había que contentar a los más pequeños en estos primeros compases del adiós de las Fiestas de Primavera 2019.

Ante semejante propuesta, un año más, el guion era claro: gafas de sol, mangas de camisa y familia; especialmente, la menuda: los carricoches y las 'carreras' de benjamines por Alfonso X eran este sábado parte de la idiosincrasia de la céntrica avenida, y los puestos de globos y dulces, una parada obligatoria para quienes se disponían a afrontar la jornada, que se antojaba alegre y festiva, pero dura. «Hasta que el cuerpo aguante» era la premisa de gran parte de las familias que desde las once de la mañana subían desde la Plaza Circular hasta Santa Domingo; otros, eran más contundente: «Hasta la quema»; aunque en la mayoría de los casos serían los más 'peques' los que marcarían el paso con el devenir de las horas.

Los sardineros, en cambio, lo tenían más claro. Ni el calor ni el cansancio acumulado mermaron sus fuerzas. La «ilusión» y un buen almuerzo antes de reanudar esta tarde los festejos eran las claves de aquellos a los que se le había encargado desde la mañana mantener la llama encendida entre los festeros. Y los murcianos respondieron encantados al 'esfuerzo'. Lo hicieron, por ejemplo, cuando por Santa Clara pasó Plutón -el primer grupo sardinero que apareció en torno a Santo Domingo- con su batucada (D'Akoran) regalando pitos, pulseras y sortijas, lo que generó, como era de esperar, un efecto magnético entre la gente y un pasillo humano en torno a su carreta.

Trapería se quedaba pequeña ante el avance del dios del inframundo -en la mitología romana-, y más cuando se encontró con Eros y su charanga en el cruce con Platería. El destino de ambos era, a priori, el mismo que el de los otros veintidós grupos sardineros: la Plaza del Cardenal Belluga, lugar en el que, tras hacer cada uno la guerra por su cuenta, debían reunirse a la espera de su 'reina' para así comenzar el Desfile Doña Sardina. Momo, Palas Atenea, Apolo, Baco y Saturno fueron los grupos más obedientes y, pocos minutos después de las doce, ya se encontraba frente a la Catedral recobrando el aliento y a la espera de nuevas órdenes. Por su parte, Vulcano y el Centro Brujo llegaron más tarde por la Calle del Arenal y Trapería, encontrándose ante el templo y mezclándose con el resto de los sardineros y los centenares de murcianos que les acompañarían desde allí hasta la Circular, donde las Fiestas de Primavera haría a primera hora de la tarde un alto en el camino.

No fue hasta las doce y media de la mañana cuando Doña Sardina, la periodista Sandra Díaz -acompañada por el actor Enrique Martínez, que este año ejerce de Gran Pez-, llamó a filas a sus sardineros, que desde Belluga -y, los más revoltosos, desde las calles anexas- se fueron reagrupando para dar comienza al primer pasacalles de este sábado, que en Alfonso X vivió su momento de mayor intensidad. Y es que fueron incontables los vecinos y visitantes que tomaron posiciones a lo largo de la avenida -con permiso de las obras de peatonalización de la vía- para disfrutar, una vez más, de sus anfitriones en estas Fiestas de Primavera. Sandra Díaz, ataviada con un peto primaveral y una sardina colgada del cuello, repartió regalos entre los niños con fervor, mientras que Enrique Martínez no paró de hacerse fotos con el público. «Es el día más importante de estas fiestas, y es un honor estar aquí como Gran Pez. Me lo estoy pasando genial y estoy muy agradecido. Nos espera un día largo, pero de fiesta y con fuerzas y muchas ganas de continuar. Y, sobre todo, amando a mi pueblo, Murcia», apuntaba el intérprete entre selfie y selfie.

Este primer asalto terminó, como es habitual, en la Plaza Circula, al amparo del Cristo de Monteagudo, desde donde el Gran Pez y Doña Sardina prendieron un traca, la tronaera, que despertó a los más dormilones -la noche del viernes también fue larga- y anunció el comienzo del fin de las fiestas, pero el principio de la primavera murciana.