­En pleno abril y en la tierra del sol y el calor son extraños los días grises, pero ayer Murcia vivió uno de ellos. Y es que el viento y el frío marcó un desfile del Bando, que, pese a todo, tuvo la fortuna de ser respetado por la lluvia, que empezó a caer nada más recogerse un cortejo único en el mundo que, año tras año, pone de actualidad las costumbres, comidas y oficios más tradicionales de la huerta.

Declarado de Interés Turístico Internacional en 2012, el desfile más murciano, que ayer fue, con 70 carrozas, el más largo de los últimos años, fue seguido ´in situ´ por decenas de miles de personas que llenaron las principales calles de la ciudad de curiosidad, en el caso de los turistas, y de añoranza y admiración en el de los nacidos en la Región.

«Se une alma y corazón/ y todo el mundo despierta/ prepara con ilusión/ nuestro Bando de la Huerta/ lo mejor de la Región». Estos versos de ´El Niño de Archena´, repartidos impresos por el grupo El Patiñero, resumen perfectamente la esencia de un desfile, que, como cada ´martes de Pascua´, sirvió de homenaje a la tradición.

Una plataforma costumbrista representando un taller de forja, del Gremio Regional de Artesanías Varias, se unió como gran novedad a los lecheros, lavanderas, esparteros, trilladores o bolilleras que con las demostraciones de sus ocupaciones dejaron boquiabiertos a los espectadores. El llamativo conjunto de los ´oficios de bicicleta´, los grupos folclóricos bailando jotas, seguidillas y fandangos, los animales, sobre todo los de tiro, o los tradicionales carromatos repartiendo viandas, volvieron a poner la magia a un desfile que no pierde su esencia por más que se vea.

Pocos minutos después de las cinco, y como es tradicional, el cortejo salía desde el barrio del Infante. Durante su recorrido, que se inició en la avenida San Juan de la Cruz y que transcurrió por las calles Mozart, Torre de Romo, Sacerdotes Hermanos Cerón, Alameda de Colón, Canalejas, plaza Camachos, Puente Viejo, Gran Vía, plaza Fuensanta, Constitución, plaza Circular, Alfonso X, Gutiérrez Mellado y José Tapia Sanz, los murcianos y turistas esperaban con ganas el paso de la cabalgata.

La representación de los oficios huertanos, que tuvieron mucha más presencia que nunca, se reforzó con un mayor número de ´currantes´ ordeñando, cocinando, trillando, haciendo encaje de bolillos, pisando uva para vino o deshilachando la seda de los capullos de los gusanos para que una de las más ´pujantes´ (en su día) de las actividades comerciales murcianas no se pierdan nunca. Además, la crianza de los gusanos de seda tiene un futuro prometedor, a lo que ayudó el reparto de vasos llenos de estos animalitos tan conocidos entre los ´zagales´ murcianos.

«Es importante que los ciudadanos se vistan bien; lucir el traje regional es clave para mantener nuestras tradiciones», pedía el presidente de la Federación de Peñas Huertanas, Antonio Avilés. Al menos en el desfile lo consiguió, ya que todos los participantes lucían sus mejores galas huertanas, respetando de ´pe a pa´, el uso de las esparteñas, los refajos y demás complementos al más puro estilo clásico.

Los trovos tuvieron ayer un papel muy especial, con una carroza en la que la gran estrella fue el centenario trovero Tío Juan Rita, que no paró de pronunciar versos y ripios por todo el recorrido demostrando una gran jovialidad a sus 103 años.

Las motos Guzzi, con más de medio siglo de antigüedad cada una, rugían y los más veteranos se iban entusiasmando. Uno de ellos era Carlos López, un vecino de Santomera, que acudía como cada año con su esposa y sus tres hijos para seguir en directo el desfile del Bando. «Mi abuelo tenía una moto como esas y recuerdo de niño montarme en ella y hacer rallies por los huertos de limoneros», comentaba, a la vez que lamentaba, «no haber conservado una moto que estuvo muchos años en el garage de mi padre y que vendimos como chatarra».

Mientras, continuaba el desfile con los tradicionales cabezudos ataviados con trajes de la huerta, los carruajes techados con sus orgullosos ocupantes saludando a diestro y sinistro; la carroza de la Reina de la Huerta y sus Damas, repleta de claveles y rosas, y las carros desde las que se lanzaban miles de kilos de morcillas, bocadillos, pasteles de carne, sombreros de paja, habas y demás viandas. Los tumultos de gente pidiendo su ración ponían la esencia a un cortejo que demuestra tener mucho futuro. Al menos, las ganas y curiosidad de los niños, grandes protagonistas de la tarde, así lo refrendan, pues muchos de ellos no paraban de preguntar a sus padres y familiares en qué consistían muchas de las cosas que veían.

Vítores, música, aplausos y devoción. Llenazo total en Belluga para ver la misa huertana, y honrar a la patrona. En primera fila, autoridades. Y muchísimos murcianos, que comenzaban la jornada festiva. La misa huertana oficiada por el obispo José Manuel Lorca Planes ante la imagen de la patrona de la ciudad, la Virgen de la Fuensanta.

Murcia amanecía gris y amenazante en el día grande de los huertanos, pero la lluvia no apareció y tal vez por eso el obispo Lorca Planes no se acordó del agua, como implora casi todos los años en la tradicional misa del Bando de la Huerta, sino que su plegaria rezó por los vecinos del barrio de La Paz: «Acuérdate, Madre, de los hermanos de La Paz y bendícelos», suplicó en la homilía.

El atípico día de primavera no sentó mal, sin rastro de calor: «Con nuestro sol, estaría toda la plaza repleta de abanicos», decía sonriente Antonio Avilés, presidente de las peñas huertanas. La plaza era Belluga, henchida de devotos feligreses (3.000 sillas, informó el propio Avilés), y que otro año más se transformó en un enorme santuario. El altar se situó sobre un escenario decorado de flores, las ofrendas que el lunes depositaron los murcianos, y un panel de gerberas y margaritas blancas germinaban en forma de corona, para rendir tributo a su ilustre anfitriona.

Y pasadas las diez de la mañana emergió ella, la patrona de Murcia, ante los aplausos de su gente con todos puestos en pie, y se apostó en el altar, a la vista de su pueblo. Lorca Planes abría la misa expresando que «es un día de alegría, pero también es un día para pedir perdón por los pecados» y rememoró «la preciosa mañana que vivimos en La Paz» el pasado 15 de marzo, cuando la Fuensanta procesionó y visitó el barrio. «Bendice a nuestros hermanos», imploró el obispo, quien después se deshizo en elogios hacia la ´Morenica´: «Te necesitamos, porque tenemos tatuada tu imagen en nuestro corazón».

La peña Virgen de la Lágrima de La Carreta, de Llano de Brujas, que acompañó musicalmente la misa con once piezas, improvisó unos versos dedicados a la Virgen, entonados por el músico Sixto Madrid. No faltó tampoco el baile folclórico, al ritmo de los laudes y bandurrias de la peña, mientras la Reina de la Huerta, María López González, entregaba la ofrenda de Flores, de la mano del alcalde Cámara.

Terminó la misa y la Virgen, a hombros de sus estantes, desfiló por el centro de Murcia. Lo que era un recorrido corto (bordeó por Santo Domingo), se alargó, retenida a su paso entre vítores. «No hay ninguna más guapa», espetaba emocionado José en la calle Correos. Y así, tras recibir el cariño de los suyos, regresó a la Catedral.

Durante la misa, una mujer sufría un ataque epiléptico y fue atendida en primera instancia por el exconsejero y actual candidato a la alcaldía, Pepe Ballesta, y el exconcejal Fulgencio Cervantes, ambos médicos. Posteriormente llegó una ambulancia, cuyos sanitarios atendieron a la señora, que se encuentra bien.

Ochenta peñas huertanas que representan a 70.000 vecinos son los que organizan este evento principal de las denominadas como "Fiestas de Primavera" que tendrán su momento final con el grandioso Entierro de la Sardina, este sábado.

Los parques del centro de la ciudad se han llenado de jóvenes que se reúnen para hacer botellón, permitido durante este día.

La mayoría de la gente guarda en su retina las imágenes de todo tipo que cada año brinda el Bando de la Huerta. Es el acontecimiento que lo resume casi todo y que nace de los esfuerzos que los integrantes de la Federación de Peñas Huertanas realizan los 364 días anteriores. Este colectivo, cuya directiva lidera Antonio Avilés, lleva casi cuatro décadas trabajando de forma altruista en pos de la exaltación de una tradición que perdura con el paso de los siglos.

«Nuestro deseo es que el trabajo que estamos haciendo salga perfecto para que los murcianos vengan a vivir las fiestas toda la semana. Que vean cómo la huerta se adentra en la ciudad, además de disfrutar de la gastronomía en las barracas y de la parte folclórica de cada noche», afirma el presidente de la Federación, que solo lamenta tener que sufrir «las consecuencias de hacer las cosas con lo justo». «Si queremos que venga más gente, necesitamos más dinero», explica.

Avilés también incide en la importancia que reviste el respeto a las tradiciones: «Lo más importante es que, sobre todo en los casos de la gente joven, la mujer se vista de mujer y el hombre de hombre. No saben el daño que hacen porque eso se ve en todo el mundo y luego nos llegan las críticas procedentes de la misma gente de Murcia».

Pese a que muchas mujeres optaron por la comodidad de los zaragüeles, otras no dudaron en ponerse los elegantes refajos, mantos y delantales: «Tengo diferentes vestidos, hasta alguno bordado a mano, y cada año me pongo uno distinto. Es menos cómodo que el de hombre, pero no podemos dejar que se pierda la tradición de vestirse de huertana», dijo a esta Redacción María Mercedes Lax, mientras mostraba los detalles de su vestido y su peinado.

Además del Bando, la Federación participa en numerosas actividades, desde la exaltación huertana y la inauguración de las barracas a todo tipo de actos oficiales. En ellos representa a más de 70.000 personas que trabajan y viven la cultura popular.

La sensación agridulce a causa del tiempo fue compartida por numerosas personas. Muchos acusaron al tiempo de la falta de ambiente: «Murcia es una ciudad muy alegre, que necesita su buen tiempo. Se nota que el frío y el mal clima han estropeado un poco este bando», dijo Yolanda Verdú, que cada año se atavía con el vestuario propio de las mujeres huertanas. En sintonía con ella, Natalia Fernández se quejó de que el tiempo este año les «había jugado una mala pasada». La joven apuntó que había «mucha menos gente en la calle» y culpó al frío de ser responsable de la falta de ambiente.