Finalmente, la Fuensanta trajo agua a Murcia durante su gran día. El día amanecía con un cielo gris y muy encapotado que amenazaba una jornada pasada por agua, aunque las precipitaciones se retrasaron hasta los últimos kilómetros del recorrido de la Patrona a su Santuario en Algezares y respetaron gran parte del recorrido. La jornada empezaba temprano, un año más, con la misa en honor a la Morenica en la Catedral. El templo se quedaba pequeño desde los primeros instantes de la ceremonia litúrgica, cientos de fieles abarrotaban cada uno de sus rincones. Muchos, previsores, acudían provistos de sillas de camping o de playa para poder sentarse, ya que los bancos no eran suficientes para todos los murcianos que acudieron a la misa de despedida de su Patrona, oficiada por el obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes.

«Hemos llegado a las seis y media y ya estaba todo lleno», aseguraba una mujer que no había podido avanzar más de dos o tres pasos desde una de las puertas de la fachada principal de la Catedral. Pegados a una de las capillas laterales, una pareja seguía la ceremonia aunque su hija, que no tendría más de dos años, acostada en un carrito, hacía esfuerzos para no sucumbir al sueño.

Terminada la misa, los estantes portan el trono de la Morenica. Suena el himno de España y aparecen cientos de móviles que intentan captar el momento para recordarlo o enseñarlo a los seres queridos más tarde. La Virgen va avanzando por la nave lateral y muchos exclaman asombrados. «¡Qué guapa está!», suspira una señora. A su lado, una amiga le responde: «Siempre está guapa, pero este año más...».

A la salida, la Plaza del Cardenal Belluga se encuentra abarrotada de fieles y seguidores venidos de todos los rincones de la Región e, incluso, de otras partes del país. Es el caso de la Hermandad de la Virgen de la Fuensanta de Sabadell, que no quiso perder la oportunidad de acompañar a la Morenica en su viaje al Santuario en el que descansará hasta el próximo año.

Aunque la Virgen había estrenado el día de su onomástica nuevo vestuario, el conocido como 'Manto por la paz', confeccionado a partir de una iniciativa de la Corte de Honor de las Damas de la Fuensanta, por la que miles de murcianos y turistas han podido dar puntadas en los distintos elementos decorativos de la prenda, en la jornada de ayer lució un traje carmesí bordado en oro, más apropiado para el 'viaje', tal y como explicó la camarera de la Virgen, María Artiñano. Un viaje que pasó factura a algunos de los romeros. Y es que 87 personas requirieron la asistencia de Protección Civil y Emergencias durante la Romería, de las que 26 fueron por lipotimias leves, 39 traumas o heridas, una quemadura y cuatro por dificultad respiratoria o dolor en el tórax.

Tras salir de la icónica plaza murciana, el nerviosismo se apoderó de muchos de los fieles que querían seguir de cerca a la Patrona. Muchos otros, descalzos en señal de promesa, van viendo sus pies oscurecerse y ensuciarse al pisar el suelo. Agentes de Guardia Civil y Policía, que escoltan el trono, apremian para que no se extiendan demasiado los parones, ya que las previsiones de lluvia no remiten. Hay quien se queja por 'las prisas' de la Morenica este año. «Así no da tiempo a verla», lamenta una mujer de avanzada edad, mientras otra resopla tras haber estado a punto de caer al suelo, empujada por varias personas que caminaban pegadas al trono.

Al cruzar el Plano de San Francisco, la Fuensanta vuelve a tomar el Puente Viejo, donde saluda a la Virgen de los Peligros que el año pasado la acompañó durante un tramo del trayecto. Miles de personas siguen a la Patrona, que recibe una lluvia de pétalos y multitud de 'vivas' y gritos: «Guapa, guapa y guapa». En la iglesia del Carmen, las campanas repican para despedir a la Virgen, que pasa más tarde por otras parroquias de la ciudad como la de Santiago El Mayor o Nuestra Señora de la Esperanza.

Los romeros no desfallecen, portan velones, compran recuerdos de los stands que ha dispuesto Cáritas por todo el recorrido o toman 'selfies' cada vez que la Virgen para en su recorrido para que los estantes puedan cambiar. Aunque los puestos se consiguen por herencia familiar, cualquier persona que desee llevar a la Virgen puede hacerlo desde la esquina del Carmen hasta la Casa del Labrador. Son muchos los devotos que quieren portarla bajo sus hombros y, por ello, también son muchas las paradas que se realizan.

La Romería cruza el Paso a nivel de Santiago El Mayor y llega hasta el Barrio del Progreso. En esos metros en los que cruza Ronda Sur, el cielo se abre para dejar paso a un sol radiante que parecía disipar los temores de lluvia. Muchos romeros utilizan los paraguas para protegerse del calor, en vez del agua.

Numerosas churrerías hacen el agosto durante la mañana con los fieles que deciden hacer un alto en el camino para reponer fuerzas. Son muchas horas ya de caminata, tras el madrugón para ver a la Virgen salir de la Catedral o incluso seguir la misa desde su interior. Pero el tiempo no da tregua y, finalmente, ya alcanzando Algezares, llegan las primeras gotas.

Los romeros aguantan. Es el día de su Patrona, van a despedirla hasta su Santuario. La lluvia no los disuade de seguir adelante. Algezares recibe a la Morenica con una multitud que se agolpa en calles y balcones, desde donde vuelven a caerle pétalos, sobre todo en color blanco y carmesí. Los últimos metros son los más difíciles. Por el cansancio, pero también porque el camino se acaba y, con él, el día junto a la Virgen. A las tres de la tarde, la Patrona entra en el Santuario. La emoción se desborda entre los fieles. Hasta el año que viene, Morenica.