Tarde de reencuentros. El León de Cehegín, Pepín Liria, volvía a vestirse de luces en la plaza que hace 25 años tomó la alternativa. Liria ha celebrado dicha efeméride con varias corridas esta temporada, que cerrará el próximo 27 de septiembre en Abarán con un mano a mano con El Juli, y la ganadería de Santiago Domecq.

Fue la corrida de la prensa, dentro del programa de Feria, por lo cual el Colegio de Periodistas entregó un recuerdo a cada uno de los participantes, así como una placa al empresario Ángel Bernal por los cuarenta años al frente de la dirección de la plaza. También se descubrió una placa conmemorativa por el XXV aniversario de Liria, junto a la que ya existía del XV aniversario de su alternativa.

En esta tarde tan especial, no faltaron a la cita compañeros como Ortega Cano, Espartaco o Jaime Ostos, entre otros. El consistorio de Cehegín fletó dos autobuses para poder ver a su torero. Una expedición encabezada por su alcalde, José Rafael Rocamora.

Si te llamas Pepín Liria y traes el bagaje de tardes de gloria en La Condomina, es lógico que la gente te coma en aplausos al verte recibir a porta gayola. El toro salió como un proyectil y el de Cehegín lo recibió con una larga cambiada sobre el hombro izquierdo, para proseguir con un afarolado, verse un poco comprometido y terminar lanceando por delantales. Excelente suerte de banderillas, donde Pepín ya vio que tenía delante un toro de triunfo que brindó al público.

Comenzó faena de muleta con un pase cambiado para proseguir a ejecutar cuatro tandas en redondo con un toreo de sabor añejo. El burel repetía y repetía; y Pepín lo exprimió al máximo por ese pitón. Por el izquierdo, lo situó en el terreno exacto por donde iba también como la seda.

Llevó a cabo varias tandas, con la mano baja, con un toreo templado y profundo. Remató con uno de pecho con la mirada clavada en los tendidos que rompían en aplausos. Concluyó en la suerte natural dejando una estocada en buen sitio que fue efectiva, desorejando a su rival.

Manso con carreras fue el segundo de su lote, que trajo en jaque a toda la terna de Pepín Liria, que realizaron una lidia soporífero e insoportable. En varas fue un espectáculo triste ver cómo el toro iba de un peto a peto sin control. Después en banderillas los peones tuvieron que tirar las banderillas y tomar el olivo en varias ocasiones. Pepín Liria no se rindió en ningún momento a sabiendas que lo único que le podía venir era un percance grave. Tras varios intentos decidió coger la espada y terminar la faena con estocada y dos descabellos. Una faena donde, para colmo, las mulillas arrearon dejándose el toro en la arena, campando a sus anchas hasta llegar a tablas. Con evidente razón, el toro fue pitado en el arrastre, mientras que Pepín fue ovacionado en su despedida en Murcia.

El Fandi después de colocar su primer par de banderillas. Pilar G. A.

Como la tarde ya venía caliente desde el principio, El Fandi quiso poner de manifiesto que también sabe inyectar dosis de valor. Recibió a su primero con unas largas cambiadas al hilo de las tablas, para proseguir doblándose con el toro, aunque fue al llevarlo al caballo por chicuelinas y el quite por navarras cuando subió el tono del primer tercio.

Jaleado en banderilla por lo espectacular que resultó. El toro tenía inferior clase, y le tocó en varias ocasiones la muleta, pero se asentó y tiró con mucha sobriedad por su pitón derecho, y de la misma por el izquierda. Faena larga rematada rodilla en tierra, cuando levantó los olés por parte del respetable. Finalizó con suerte natural y estoconazo, desorejando a su rival.

Otro merengue fue el segundo del lote del granadino, al que salió rápido a lancear antes de que saliera a suerte, pero fue en un quite por loperinas donde brilló de manera especial. Toro también a medio picar.

En su línea de banderillas, colocó los dos primeros pares al sprint y de muy buena ejecución, el último al violín. El inicio de faena de muleta fue espectacular, citando de rodillas desde el centro de la plaza al toro que se encontraba en el burladero. Prosiguió enroscándose con él en un circular interminable que vació con el de pecho. A partir de ese momento el toro empezó a quedarse corto y con la cara muy alta, y aunque el Fandi lo probó por ambos pitones tuvo que tirar de adornos como molinetes de rodillas para enhebrar una faena que tuviera fuerte calado en los tendidos. Faena de larga duración rematada con una soberbia estocada que reventó a su rival. El público pidió con fuerza dos trofeos y tras unos minutos de dudas el palco accedió a la petición.

Roca Rey rematando con el capote. Pilar G. A.

En cualquier plaza de España se hubiera protestado de manera airosa la presencia del primer toro de Roca Rey. Al generoso público murciano no se le escuchó ni murmurar. Roca Rey, que aúna una calidad enorme y un valor a prueba de cualquier hierro, se encargó de tapar las carencias y manseo del toro. Salía suelto en los primeros lances con el capote, hasta que se vio precisado en el centro del anillo, donde el peruano ejecutó verónicas de ensueño. Apenas fue picado, sin que tampoco afloraran las protestas del respetable. Salió también suelo al comienzo con la muleta, a partir de ahí Roca Rey fue construyendo una faena a base de valor y calidad, destacando una serie de naturales de auténtica exquisitez, y pasando por otra serie de rodilla en tierra de gran valor, poniendo la caldera a todo vapor por una terrorífica Bernardina. Concluyó de ´mete y saca´ con estocada, obteniendo dos trofeos.

Sí Pepín y El Fandi hicieron sonar tambores de guerra, Roca Rey atronó con las fanfarrias en el último de la tarde.

Lances de tanteo antes de estirarse a la verónica el joven Roca Rey en el sexto, y último de la tarde. Un rival descarado de pitones, que apretó fuerte en el caballo delante del burladero de matadores. Se echó la franela para comenzar agarrado a las tablas, llevando a cabo una serie por alto en un abrochadísimo espacio de terreno. Salió a los medios para comenzar con el toreo al redondo en dos series con escasa repercusión. Cuando intentó torear con la izquierda, el toro le tocó varias veces en la muleta, llegando a desarmarlo. Aunque Roca Rey prosiguió por ese pitón ganándole terreno al toro, y dibujando cuatro naturales con sabor, rematados con un excelente pase de pecho.

El toro lo miraba y media con la cara muy alta, lo que provocaba que se arrancara sin clase ni trasmisión, por lo que el matador se tuvo que parar, entre los pitones, en la misma cara del toro para sacar un circular invertido y cerrar con un martinete, siendo nuevamente desarmado.

Cerró el último tercio con un ramillete de manoletinas con una colocación perfecta y el torero muy vertical. Concluyó en la suerte contraria, dejando una estocada en todo lo alto.