Llegó la hora de la verdad para Antonio Puerta, en la habitación del hotel, se volvió a repetir la ceremonia, pero en esta ocasión se vestía por última vez a un novillero, que horas después volvería convertido en un auténtico matador de toros. Junto a él su incondicional Candido Martínez, con quien tantos momentos buenos y no tan buenos, ha vivido. En la tarde de ayer ambos recibieron la justa rescompensa. No faltó en la habitación el otro matador de Cehegín, el consagrado Pepín Liria, quien como si de su propia alternativa se tratara, observaba nervioso cómo su paisano se colocaba los últimos ´artes´ de un traje de luces y un capote de paseo que un día lucío el propio Liria. En la plaza le esperaban sus más fieles seguidores: Ramón y Maravillas, sus padres, que no podían contener la emoción cuando Puerta se alzaba con dos trofeos.