La Fiesta tiene futuro. Ayer en el inicio de la Feria de Murcia, alumnos de distintas escuelas taurinas se mostraron en un nivel que hace ser optimista al aficionado y pone al informador con tono agradable en la mesa de redacción.

Sol tuvimos para dar y vender. Calor y sopor durante toda la tarde y cuando cayó la noche, la humedad no terminó de refrescar la tarde taurina. Se corrieron seis novillos de Apolinar Soriano (procedencia Domecq, claro), que dieron un juego excelente en cuanto los aspirantes a figura les dieron un poco de espacio. Se dolieron todos en banderillas y alguno llegó a descomponerse como el sexto, pero sin embargo, fueron desarrollando movilidad y terminaron las faenas con embestidas muy templadas.

Abrió plaza el conquense Marcos Pérez, que fue de los que menos se acopló con el novillo. Marcos estuvo encimista y eso agobiaba al cornúpeta que solo cuando le perdía un paso el torero, podía iniciar la embestida con algo de inercia. El de Cuenca lo mató de media estocada muy efectiva y paseó las dos primeras orejas de la tarde. Con una, hubiera ido bien despachado, pero el público de Murcia es generoso en exceso y la Presidencia no está por contrariarles. Así es La Condomina.

De Almería vino Sergio Roldán, acompañado de otro condiscípulo que se lució en banderillas toda la tarde. Recibió con cinco faroles a su enemigo y lució al novillo al entender el espacio que había que dejarle para que tomara aire. Se llevó una voltereta que parecía más bien un combate de judo y lo despachó de estocada. Otras dos orejas para él.

Antes del descanso volvía por tercer año consecutivo a Murcia el sevillano Alfonso Cadaval, que si no fuera por ser quién es (hijo de César de los Morancos), posiblemente no hubiera tenido tanta oportunidad. Sin embargo, ayer, se mostró muy hecho y con grandes avances en su tauromaquia. Sin concesiones a la galería, hizo lo mejor de la tarde, pero sin llegar al público ni calentar los tendidos. Terminó toreando a pies juntos de forma primorosa. Con un pinchazo sin soltar y otro hondo, cortó sus dos orejas de premio.

Tras la merienda, el alumno de Málaga ´El Jareño´ se mostró muy variado con el capote. Si Cadaval fuera la escuela sevillana, Jareño sería la rondeña. Con la mano derecha, su faena tomó altura, al natural extrajo los pases uno a uno. Dejó una estocada tendida defectuosa y otra bien colocada. Anda muy suelto con el acero. También dos orejas para él.

Y llegó el turno de los murcianos: Primero para un joven de Beniel que se anuncia como Fran Ferrer y venía de triunfar en Yecla el día anterior. Ferrer es aguerrido y jaleante. Con las dos largas de recibo y varios pases de capote, calentó la grada y levantó al público. Brindó a su maestro José Mari Ortín y empezó la faena de rodillas con la aprobación del público. Se empeñó (o le aconsejaron) usar únicamente la mano derecha, cuando el novillo había hecho amago de ir mejor por el pitón izquierdo. Cuando por fin se echó la muleta a la izquierda, el novillo estaba casi agotado, pero como además lo desarmó volvió por donde estaba. Con la espada, suspenso: Bajonazo, dos pinchazos y varios descabellos.

Cortó una oreja de paisanaje.

Cerraba la plaza José Nicolás, de Yéchar (Mula). Un torero elegante y pinturero, que sin embargo se fue a portagayola, lo que me parece que no está en su estilo, pero que sí lo hizo por agradar, pase.

Como dijimos anteriormente, el novillo se descompuso en banderillas, a pesar de la magnífica brega de Antonio Cama. Y le costó a Nicolás, llevarlo a los medios y que se centrara en las embestidas. Pases largos de José Nicolás con las dos manos, para resolver con una gran estocada perfectamente colocada y ejecutada con lentitud. Una preciosidad, pero ¡Ay!, no dobló el novillo. Tomó el verdugillo y pegó un auténtico petardo con innumerables intentos antes de acabar con su enemigo a la vez que sonaba el único aviso de la tarde. Pero como aquí somos cariñosos le pidieron y consiguieron para él una oreja.

Ojo al dato: Los dos murcianos son de estilos antagónicos. Eso habla y muy bien de sus profesores y su trabajo, respetando la personalidad de cada uno.