«Estamos aquí para hacer sonar los clarines y timbales más mediterráneos, barrocos y eternamente primaverales del planeta de los toros». Así comenzó ayer el presidente de la Comunidad Autónoma, Pedro Antonio Sánchez, el pregón de la Feria Taurina de Murcia, en el que defendió el arte «de tantas generaciones que han forjado una forma de ser a la que no estamos dispuestos a renunciar, porque nos sentimos orgullosos de ella».

Fue un discurso con anécdotas históricas, recuerdo a los grandes maestros murcianos y aliento para los que ahora están en los ruedos. Pero, sobre todo, fue un pregón en el que reclamó «a una afición educada», exigir «con rotundidad y contundencia nuestra convicción y nuestro derecho a poder acudir libremente a un espectáculo -el taurino- que forma parte intrínseca e inseparable de nuestra cultura y tradición». Y, como su «mejor burladero es la coherencia», recordó los pasos dados por el Gobierno regional en los últimos años para declarar el toreo Bien de Interés Cultural Inmaterial.

Sánchez, «respetando las opiniones de quienes no comparten nuestra afición», sí alentó a visitar el Club Taurino, leer libros sobre la fiesta y acudir a conferencias: «Si conseguimos aficionados conocedores del toreo con criterio propio, tendremos muchas más papeletas para dar la estocada a la intransigencia, el populismo trasnochado y a la injusticia prohibicionista».

Sobre la Feria de Murcia, el presidente regional recordó a los matadores que pasarán cada tarde por La Condomina -a la que también dedicó unas palabras-y enumeró las actividades paralelas. «Dejo un suspiro por la inspiración de Morante; y lleno mis pulmones y expectativas porque voy a ver al Juli, a Ponce, a Manzanares, Ureña...», afirmó. Y tuvo un especial recuerdo para Rafaelillo, «que pasará tardes de feria suspirando porque se quedó fuera de los carteles que más siente y ama como murciano y torero de raza que es».

Más allá de la ciudad y su feria, Sánchez no se olvidó de presumir de las plazas de toros de la Región, prácticamente una a una, y confesar el sueño de que Cartagena «recupere su importancia taurina». También fue evocando los grandes nombres que han pasado por La Condomina y a los diestros de la Región, veteranos como Pepín Liria o Alfonso Romero -padre e hijo- y jóvenes novilleros con cuyos nombres finalizó el pregón, dando así por seguro el futuro del toreo en la Región.