Después de jalearles como héroes, a la hora de la derrota llegaron los insultos. Apenas unos segundos después del final en Wembley, las redes sociales se enfangaron con un torrente de improperios racistas contra Marcus Rashford, Bukayo Saka y Jadon Sancho, los tres jugadores negros que habían fallado los penaltis para Inglaterra. La unidad y el respaldo durante las victorias logradas por la selección a lo largo del campeonato se transformaron en abusos de la peor calaña. La condena fue unánime.

Imperdonable

El seleccionador Gareth Southgate, que ha dado del equipo inglés una nueva imagen de trabajo colectivo y ha celebrado la diversidad, la inclusión y el respeto a todos, estaba asqueado con los que han vuelto a degradar el futbol. “Estos abusos son realmente imperdonables. Sé que muchos vienen de fuera, pero no todos ellos. No es realmente lo que nosotros defendemos. Creo que hemos tratado de unir a la gente. El equipo de nacional es el de todo el mundo”. La foto de Southgate abrazado y consolando a un Saka sollozante fue la portada de la mayoría de los diarios británicos el lunes.

Southgate consuela a Saka tras fallar su lanzamiento Reuters

La Asociación de Fútbol emitió un comunicado dando su apoyo a los atacados. El primer ministro, Boris Johnson se unió a la condena. “A esos que han estado lanzando insultos racistas contra algunos de los jugadores, les digo: Sois una vergüenza y espero que os vayáis gateando hasta la cueva de la que habéis salido”.

Cuentas clausuradas

El príncipe Guillermo, presidente de la Asociación de Futbol, pidió medidas más contundentes. “Es totalmente inaceptable que los jugadores hayan sido víctimas de este comportamiento abyecto. Debe detenerse inmediatamente y aquellos que estén implicados deben asumir sus responsabilidades”. Desde Instagram, Facebook, y Twitter eliminaron miles de mensajes racistas y clausularon algunas cuentas. El ministro de Cultura y Deportes, Oliver Dowden, les urgió para que “hagan frente a este problema”.

Los ciudadanos también reaccionaron. Durante la noche un mural en honor de Rashford en Manchester resultó atacado con pintadas ofensivas que, una vez tapadas, el vecindario fue cubriendo con corazones, dibujos y mensajes llenos de cariño para el jugador, líder de una campaña contra el hambre y la pobreza de los niños ingleses que ha forzado al gobierno a cambiar en dos ocasiones sus recortes. La escasez de comida en la mesa es una experiencia que él vivió cuando era pequeño.

 La seguridad de Wmbley en cuestión

La final contra Italia estuvo precedida por incidentes que pudieron ser muy graves y ponen en tela de juicio la actuación de las autoridades. Miles de hinchas rompieron las barreras de seguridad del estadio de Wembley en cuya entrada se produjeron escenas cargadas de violencia, ante la impotencia de unos servicios de seguridad claramente insuficientes. Hubo peleas y a pesar de la negativa inicial de la dirección del recinto, algunos consiguieron colarse en las gradas sin entrada y sin la prueba de un test de covid negativo. 

La presencia de los hooligans no fue ninguna sorpresa. Horas antes del partido, bien servidos en alcohol, habían protagonizado una batalla de lanzamiento de botellas en Leicester Square hasta que los antidisturbios desalojaron el lugar. Escenas similares se vivieron en Trafalgar Square. La policía Metropolitana contabilizó 49 detenidos y 19 de sus oficiales heridos como balance de la jornada.

Los fallos de seguridad y la violencia en Wembley van a tener sin duda un gran peso negativo contra la candidatura del Reino Unido de convertirse en la sede del Mundial de fútbol.