A la salida del centro médico, tal y como habían quedado de acuerdo, se dirigieron al bar, para tomarse un cafelico, una tostada porque estaban en ayunas y jugarse unas partidas de dominó. Los recibió Rosario y les preguntó si querían lo de siempre, a lo que ellos asintieron. Al rato de haber finalizado la tercera partida, vieron ingresar a un desconocido. Debía rondar los 55 años y de seguro no había nacido por aquí. Los hoyeros se conocen todos. Saludó a los presentes y pidió un quinto con un platito de papas fritas, por lo que no dejó lugar a dudas, era un americano. Apuró los primeros sorbos y en unos segundos dejó medio vacío el plato. Miró a los presentes y cómo disculpándose, se presentó y se acomodó en una butaca.

Allí comenzaron el diálogo que surgió porque el desconocido, ahora identificado, quería conocer un poco de La Hoya, ya que solo estaría unas horas por allí. Era 1 de febrero. Los allí presentes, le recomendaron que ampliara su estancia para disfrutar de la subida de la Virgen y toda la emoción que se vive ese día. Con pesar, se dio cuenta que no podía cambiar el pasaje. Algunos que se iban sumando a la charla le contaban como el año pasado se habían llevado la tortada y hasta cuántos euros se había recaudado por la subasta. Le contaron que llovió y que se retrasó un poco la subida. Al recién llegado se le iluminaban más y más los ojos.

Alguien sugirió que lo llevaran andadico hasta arriba, pa que vea aunque más no sea. La idea gustó, era día de semana pero no había mucho por hacer, y allí se fueron. Se montaron en un coche y mientras hacían el trayecto, comentaban sobre los beneficios de hacerlo a pie o en bicicleta, que hay grupos de senderismo que aprovechan las bondades de la naturaleza y los bellos paisaje.

Así fue como subieron juntos a la ermita de La Salud, aparcaron y se apearon hasta las escaleras. Allí se miraron y se dieron ánimo; hacía mucho tiempo que no hacían actividad física. Cuando iban por la mitad de las escaleras, se apoyaron uno en el otro y sin mirarse, prometieron dejar el cigarrillo cuando bajaran. Eran de esos que se jactaban que fumaban poco y que podrían dejarlo cuando quisieran, pero se molestaban cuando en un lugar no podía fumar. Eso de salir a la puerta no se les daba a gusto y se convertían en el molesto comité de bienvenida y despedida de los bares, con ese humo molesto y tan dañino o más que el aspirado.

Ya en la explanada, uno que conocía algo de la historia (no tanto como Paco Gómez), contó cómo habían llegado a este santuario, la parte del monje y las fuentes del Sol y de la Luna, que había un pozo, los milagros de la Virgen de Las Candelas y como había llegado a ser la Madre de La Salud, las imágenes€ Y en el medio del relato, se detuvo, hizo una pausa y dijo: Qué bonita se ve La Hoya desde aquí arriba! Mira que enorme se hizo!€ Allá está la estación de trenes (mientras hablaba señalaba a lo lejos), el estadio, la carreta de Hinojar, la autovía, la vieja parroquia; ahí cerquita estaba el cine Tutuvía y para el otro lado, el desguace, los supermercados, el Chicharra, el predio para el mercadillo, y la lista sigue y sigue, con el polideportivo y pronto el cartel de final de La Hoya.

El qué más callado había estado se animó a pedirles que en las próximas fiestas, se decidieran a pujar por la tortada a ver si había suerte y después darla a un hogar de ancianos, (sería tan bonito tener en La Hoya, uno que pudiera brindarles además de comida, actividades con monitores y el afecto y el contacto con otros seres humanos, porque muchos tienen la gran carga asfixiante de la Soledad en una sociedad murciana cada vez más envejecida y con una pirámide poblacional que no crece en su base).

El recién llegado al pueblo decidió dejarles algo para que los acompañara por el resto de su vida en señal de agradecimiento por haberse tomado un tiempo para mostrarles ese lugar. Hundió la mano en un bolsillo y sacó un papel, y se lo extendió a ambos. Les dijo que era una joya que había descubierto por un conocido. Estas cinco frases, son consejos, como aquellas herramientas para una vida más agradable, sana y llaves para relaciones humanas más correctas. En ese papel decía:

Ser verdad en tu mente.

Ser Bondad en tu corazón

Ser Justo en tu conducta

Amar en tu Alma

Unidad en el Espíritu

Les explicó que quien se las había dado le dijo que eran los Fundamentos de la Síntesis que surgieron en el 2008 de los pensadores humanistas L.S. y J.S.. Que lo que buscaban era despertar la conciencia de Unidad entre los seres humanos para reaprender a vivir en paz, a no verse como enemigos por pensar diferente y dar lo mejor de cada uno en el lugar que nos toque estar.

Nuevamente les agradeció y les pidió que lo acercaran a la parada del autobús, prometió regresar con más tiempo. Subieron al coche y retornaron.

Ese año, la fiesta del 2 de febrero fue diferente para nuestros protagonistas, habían recibido un gran regalo.