Durante estos días no puedo por menos que recordar las primeras veces, de la mano siempre constante de nuestro querido Alberto Guillamón, en las cuales tuve ocasión y el honor de colaborar a vuelapluma en las solemnes fiestas patronales de Ricote, en loor y encomio a San Sebastián Mártir.

Las heroicas alusiones a su leyenda dorada, el hermoso desnudo de origen pagano que reconocemos en su sempiterna iconografía, incluso la procedencia incierta y misteriosa de la talla que preside la iglesia parroquial de la Villa de Ricote, son seductores reclamos que salpican nuestra memoria y que constituyen un estimulante y recobrado tiempo, ya pasado.

Enero es siempre un mes montaraz de difícil y hosca atmósfera que en Ricote adquiere una dulce tintura malva de mañanas nivosas, transparentes y escarchadas, atemperadas y guarnecidas de botones de flor de almendro; y es en enero cuando la efigie del Santo redunda más, si cabe, en su bravía y representativa hechura, cuando muestra indeleble serenidad en el dolor del martirio que le corresponde, y cuando más se le quiere, ¡si eso es posible!, por parte de sus paisanos y devotos. Bajo la luz de la historia y del tiempo ven en dicha imagen la presencia de lo divino en la Tierra.

Y ha sido necesariamente este año, casi 25 años después de su última intervención, cuando la talla de San Sebastián ha vuelto a recuperar ese esplendoroso decoro que los años y el paso del tiempo habían emborronado. Una talla que forma parte del conjunto de Bienes Muebles de la Parroquial de Ricote bajo la advocación del santo, y que fue en su día declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento, según Decreto 440/2008, de 14 de noviembre del Consejo de Gobierno de la Región de Murcia.

Las aportaciones y generosas dádivas de la feligresía, del pueblo, bajo la nunca suficientemente ponderada labor de nuestro Reverendo Párroco; D. Antonio Guillén Campillo, la actuación de la homónima Hermandad, que preside en la actualidad a Jesús Turpín García, el apoyo de las instituciones municipales y regionales, y, fundamentalmente, el trabajo de técnicos y restauradoras de la empresa Arqueonaturaleza, S.L., asentada en el Valle de Ricote y dedicada a la protección del Patrimonio Cultural en la Región de Murcia, han dado como resultado un brillante trabajo de intervención donde se han tenido pormenorizadamente en cuenta determinadas premisas vinculadas a la restauración de la imagen religiosa y procesional, al estudio y características de sus patologías, a la intervención y restauración de Bienes de Interés Cultural, a los protocolos de conservación preventiva, etc.

Todo ello en el marco legislativo en materia de patrimonio histórico y de su protección, cual es la Ley 4/2007 de 16 de marzo de Patrimonio Cultural de la Región de Murcia inscrita dentro de la Ley de Patrimonio Histórico Español (1985) que consolida los distintos significados y niveles de actuación y protección de estos bienes muebles. Por último, hemos de ponderar el trabajo de la restauradora Olga María Briones Jiménez y el equipo técnico de Arqueonaturaleza, la intervención, puntual e integral de San Sebastián, los grados de intervención en esta obra, la capacidad y versatilidad del equipo técnico de Arqueonaturaleza a la hora de enfrentarse a esta imagen y sus complejidades técnicas y, esencialmente la sensibilidad operativa a la hora de armonizar perfectamente la tradición.