Tras varios años de trabajo documental y tramites burocráticos, el investigador murciano Juan Romero Díaz ha obtenido luz verde a su iniciativa: que el general ricoteño Pedro González de Llamas y Molina, -una figura indispensable en la historia de España, de hecho fue uno de los firmantes de la Constitución de 1812-, tenga una calle en Murcia. A la vista de los innumerables méritos de este militar nacido en Ricote, Juan Romero, inició los trámites en 2016, recopilando la información necesaria a través de dos de las personas que más han ahondado en la figura de Pedro González de Llamas: el periodista Pascual Vera y el cronista oficial de Ricote, Dimas Ortega López.

Finalmente, el 21 de mayo de 2018, el Ayuntamiento de Murcia aprobó por unanimidad la denominación de una calle del municipio con el nombre de General Pedro González de Llamas, pero ésta no es la primera calle que se consigue gracias al interés de Juan Romero, puesto que en su día logró que se aprobasen otras dos a nombre del Escritor Antonio Martínez Endique, y Músico Antonio Acosta Raya.

El próximo objetivo del investigador es que se construya en Madrid un arco del triunfo que luzca una placa conmemorativa con el nombre del general González de Llamas.

Una vida dedicada a España

Pedro González de Llamas y Molina nació en Ricote en 1738 y falleció en Archena en 1822. Fue Teniente general, gobernador y diputado. Ingresó como cadete en el Regimiento de Reales Guardias Españolas, el 1 de agosto de 1762, tomando parte en la campaña de Portugal de ese año y ascendiendo sucesivamente el rango militar.

Al declararse la guerra a Inglaterra, fue destinado al sitio de Gibraltar, en donde fue nombrado por el comandante general, Martín Álvarez de Sotomayor, mayor de línea y trincheras, cuyo mando tuvo durante siete meses, resultando herido el 12 de enero de 1781, recibiendo el grado de teniente coronel, el 27 de diciembre de ese año. Crillón le nombró, más tarde, jefe de una de las columnas de granaderos, siendo ascendido a coronel graduado en 1783. Durante la guerra contra Francia, fue destinado al ejército del Rosellón, a las órdenes del general Ricardos, como coronel del batallón de Granaderos Provinciales de Castilla la Nueva, distinguiéndose en el ataque al campo francés de Cornella, el 10 de agosto de 1793, a las órdenes del mariscal de campo Rafael Adorno. Replegado el ejército sobre la posición del Boulou, se halló en su defensa, el 3 de octubre, siendo hecho prisionero durante una descubierta el 12 de ese mismo mes. Finalizada la guerra, ascendió a mariscal de campo en la promoción general del 4 de septiembre de 1795.

Al estallar la Guerra de la Independencia se hallaba en situación de cuartel en Murcia, cuando se recibieron las noticias de los sucesos de Madrid, siendo nombrado vocal en la Junta Suprema de ese reino, bajo la presidencia del conde de Floridablanca (25 de mayo de 1808) y el cargo de comandante general de las tropas de la provincia.

En una cripta junto al altar mayor de la iglesia parroquial de San Juan Bautista descansan los restos mortales del insigne militar.«Es una injusticia que estemos borrando las huellas y la historia», señala Romero Díaz. «Por eso son tan importantes iniciativas que tienen como fin reivindicar las figuras históricas», concluye.