Mucho se insiste sobre los problemas del agua en la Región de Murcia, pero no puede ser de otra manera, la escasez de agua, la complejidad de los sistemas hidráulicos, la gran variedad de tipologías de huertas, el carácter especial de los regantes, siempre sedientos por naturaleza; el ansia de riqueza de los especuladores, siempre hambrientos de nuevas tierras de las cuales obtener beneficios rápidos, y el oportunismo de políticos que han hecho del lema 'Agua para Todos' el medio para seguir viviendo del dinero público, aunque muchos nos preguntemos, y sigamos sin saber, quienes son esos «todos», hacen que la gestión del agua y del cultivo de la tierra en nuestra Región sean tareas muy complejas.

Con el riesgo que toda simplificación supone, obligada en este caso por los dos folios que me han dado de margen para escribir esto, indicar que en nuestra Región existen dos entornos agrícolas claramente diferenciados, por una parte grandes explotaciones agrícolas, muchas de ellas de nueva plantación al amparo de las dotaciones del Trasvase, y lo que se ha llamado huerta tradicional, la huerta de siempre que ha mantenido a las familias murcianas, no por ser su principal actividad laboral, pero sí un complemento de los ingresos que han contribuido y contribuyen a mejorar la calidad de vida de sus propietarios.

Olvidemos de momento las superficies agroindustriales, no es nuestro tema en este momento, bastante publicidad tienen ya en los medios de comunicación, y ya conocemos las «ventajas medioambientales» que supone su proliferación, sin embargo, su resistencia a desaparecer está más que justificada: son las únicas capaces de generar productos de calidad, y cuando me refiero a calidad, quiero decir sanos, no bellos o atractivos, aquí nuevamente el consumidor creo que se equivoca al seleccionar para su cesta lo más llamativo, olvidando que esas piezas de bodegón son el resultado de muchos tratamientos químicos, en este caso a mayor belleza mayor cantidad de tratamiento que perjudica al organismo.

Estas huertas son elemento fundamental para fijar la población al terreno, más ahora que tanto se habla del abandono de los pueblos; son el complemento imprescindible para las débiles economías rurales, un ingreso de 2.400 euros al año de su huerta puede suponer para el propietario poder completar una pensión y de cobrar 600 euros al mes a que sean 800 hay una diferencia considerable. Valles como el de Ricote no tendrían ningún atractivo turístico sin sus huertas, y aunque este aspecto no se proteja por parte de la administración, los agricultores siguen con su esfuerzo cuidando de este espacio que cada vez más es un reclamo para visitar la Región. Por último, traten de evaluar el dinero que la agricultura ahorra a la Seguridad Social, ¿han pensado lo que supone en ahorro de visitas al médico o en gasto farmacéutico que una persona mayor se mantenga activa?, igual interesa hacer el estudio. Existen más ventajas en su mantenimiento, pero dejémoslo aquí.

Creo que queda claro, por lo menos para mí, la ventaja que supone conservar la agricultura tradicional, pero los agricultores no son jardineros que cuidan la huerta para esparcimiento del resto de la población, o colaboradores en la reducción del gasto de la Seguridad Social, o agentes medioambientales, o empleados del Instituto de Turismo de la Región de Murcia, cuidan sus huertas para obtener beneficio, y ahí voy. Hay dos líneas claras de actuación básicas que se pueden abordar, la primera es rentabilizar la producción y la segunda reducir gastos de explotación.

Para desarrollar la primera vía es imprescindible recurrir al asociacionismo y a la generación de nuevos productos.

El asociacionismo se ha intentado en Ricote en dos ocasiones en los últimos cuatro años: el resultado fue el fracaso, parece no interesar, un pena, pues al final habrá que recurrir a él para realizar actuaciones colectivas que reduzcan costes de explotación y faciliten la comercialización. La generación de nuevos productos no pasa por el cambio de cultivo (el limón se vende caro en los mercados), sino por la agricultura ecológica, pues las huerta tradicional podrá competir en calidad, no en cantidad, pero para eso es necesario un cambio en la política agrícola española: reducción del número de intermediarios, eliminación de competencia desleal de falsos productos ecológicos, eliminación de esa maraña de legislación diferente sobre el tema ecológico en cada comunidad autónoma, y el desarrollo de redes de comercialización capaces de poner en el mercado grandes cantidades de productos, pues el que cada uno venda su producción de forma directa está muy bien, pero es un cuento de hadas cuando te enfrentas a tener que darle salida a una producción de unos tres o cuatro millones de kilos de una huerta pequeña como la de Ricote.

Más cerca de nuestro objetivo estamos cuando hablamos de reducir costes de explotación, de esto en Ricote se sabe bastante. Realizó la mayor inversión en modernizar una huerta de todas cuantas conozco, pero se pudo rentabilizar la inversión en tres o cuatro años, y ya hace doce que se modernizó, y aquello supuso ahorro económico en horas de trabajo y agua invertida, del resto de ventajas ya se ha dicho bastante en otras ocasiones, y es tema de estudio de investigadores españoles y extranjeros, que digo yo, algo sabrán de esto.

¿Cómo se puede seguir ahorrando? Por vías conocidas, de momento no hay que inventar nada. La primera teniendo datos suficientemente precisos para no invertir de más en agua y abono, la segunda recurriendo a energías renovables y gratuitas.

Durante los últimos cuatros años se han celebrado en Ricote dos reuniones internacionales impulsadas por la Universidad de Hamburgo sobre agricultura sostenible en las que se presentaron dos proyectos, el primero de ellos consistía en una estación meteorológica que permitiese conocer con exactitud el agua recogida, no sólo con la lluvia, sino hasta con el rocío, e inyectar a la tierra mediante el gotero la cantidad estrictamente necesaria, sin derrochar nada. Este proyecto se diseñó para Ricote y al final la estación está siendo instalada en otro lugar.

El segundo proyecto es más ambicioso, consiste en cubrir el embalse situado en el cabezo del depósito del agua con placas solares y alimentar con ellas el motor del río y el contramotor de los Pedregales para que el coste de elevar el agua 280 metros desde el río sea cero, eliminando el principal gasto que tienen los regantes, además de permitir un ahorro de más de once mil metros cúbicos de agua en concepto de evaporación, dejar de emitir a la atmósfera 305.000 kg. de C02, y eliminar el problema que supone la proliferación de algas para las instalaciones de riego.

Este segundo proyecto estaba presupuestado en 2017 en unos 700.000 euros, hoy seguro que es más barato y el ahorro en energía que generaría sería mayor. Sobre su realización indicar que ya se le entregó al anterior Consejero de Agricultura, pues es subvencionable, (una pena que no continuase en la actual legislatura) y ahí queda a la espera de interés por moverlo, y para quien quiera consultarlo se encuentra disponible en el repositorio institucional de la Universidad Politécnica de Cartagena en la dirección: http://repositorio.upct.es/handle/10317/6226