­Más de un 90% de las viviendas españolas sufre pérdidas de calor innecesarias en invierno a causa de la ineficiencia energética, según diferentes informes. Una realidad que se produce porque la mayoría de los inmuebles no se acogen al Código Técnico de la Edificación del año 2013, que es el encargado de determinar las exigencias básicas de calidad que deben cumplir los edificios como el ahorro de energía o la protección frente al ruido.

La energía que consumen los edificios ronda el 30% del consumo energético total en España, del que un 60% se destina a la vivienda, de manera que la rehabilitación energética se ha convertido en uno de los pilares básicos para solucionar este problema, hasta el punto de que se puede alcanzar fácilmente un ahorro de energía de entre el 30% y el 70%, según los climas y tipos de construcción.

La principal vía de escape de los inmuebles son los tejados y fachadas, ya que por ellos puede perderse hasta un 60% de la energía. Por ello, es muy importante contar con un aislamiento térmico adecuado que no sólo reduzca las emisiones de CO2 a la atmósfera, sino que, tal y como recuerda Danosa, también contribuya a lograr una mayor eficiencia económica: tan sólo aislar las cubiertas y las fachadas puede suponer un ahorro de energía de entre el 40% y el 60%.

Aprovechar las reformas

En este sentido, se aconseja aprovechar las obras que se lleven a cabo en el hogar para implementar una serie de cambios que conllevan unos ahorros energéticos muy importantes durante años: la incorporación de aislamientos térmicos en cubiertas y fachadas, así como ventanas de mayores prestaciones, aislamiento de las tuberías de calefacción y un sellado adecuado para evitar infiltraciones no deseadas de aire.

Desde el 1 de junio de 2013 es obligatorio que todos y cada uno de los inmuebles cuenten con un certificado energético para su compraventa o alquiler. Este certificado, que tiene un periodo de validez de 10 años, sirve para determinar en qué medida un edificio es eficiente. Así, según las emisiones de dióxido de carbono y del consumo de energía de la instalación, se establecen siete niveles en la normativa nacional que van desde la letra A, la más eficiente, a la G, la menos eficiente. Es por ello que una vivienda que cuente con la categoría A consume hasta un 90% menos de energía que una que se sitúe en el grupo más bajo.