"Es una vergüenza cómo están tratando a la gente de Camposol", dispara enérgico Ángel Sierra. Se acaba de despertar de la siesta en su casa de esta urbanización enclavada en el norte de Mazarrón. Este intérprete asturiano se jubiló por salud tras toda una vida «trabajando de todo», desde la mina hasta la construcción, que le acabó retirando. Desde hace ocho años vive en el complejo residencial Camposol, junto con su esposa, que es irlandesa. Y hace un año decidió dar el salto a la política, harto de la situación de «abandono» de Camposol. «Como español tenía que hacer algo». Y lo hizo embarcándose en el CDiP, las siglas del partido británico Independiente de Camposol y Distrito. Su dominio de los idiomas -además del inglés, también sabe italiano- pesó para que fuera elegido como candidato para la Alcaldía de Mazarrón. Fue votado por los miembros de un partido cuya candidatura está formada en su mayoría por británicos, escandinavos, holandeses y belgas. Emplean la lengua de Shakespeare en las reuniones internas; y el otro español que integra las listas, Andrés Pina, número tres, recurre a Ángel Sierra para comunicarse con sus compañeros.

El partido, que se creó en 2014, nació para combatir la «mala planificación, la corrupción y el abandono» de Camposol. Se quedó «a un puñado de votos» de conseguir un representante en la Corporación mazarronera en los comicios municipales de 2015. Así lo asegura Tom Finnegan -míster Finnegan le llaman-, el presidente de CDiP, uno de los cuatro fundadores y número dos de la candidatura. En aquella cita electoral lograron el 4,3% de los votos, es decir, estuvieron muy cerca de alcanzar el 5%, el mínimo para aspirar un asiento en el Pleno.

Cinco años después, la situación política ha cambiado. Y ellos son optimistas, muy optimistas. «Si podemos movilizar a nuestros potenciales votantes, podemos poner a cuatro concejales y, como consecuencia, debemos ser incluidos en cualquier coalición de gobierno», advierte Finnegan, que conjetura que el PP, el partido que gobierna Mazarrón, «es impopular» y puede perder votos.

La colonia británica más numerosa de la Región se encuentra en Mazarrón, donde uno de cada cinco habitantes procede del Reino Unido, según el censo del Ayuntamiento. De hecho, 3.254 electores británicos están llamados a las urnas para las elecciones locales el próximo 26 de mayo en Mazarrón. El voto británico es decisivo. Y el CDiP lo sabe. Y, además, en Camposol, donde residen más de 5.000 habitantes, la mayoría son jubilados extranjeros que se han instalado en esta localidad para pasar sus últimos días.

«Estoy convencido de que vamos a sacar dos concejales con seguridad y es probable que un tercero», asevera Ángel Sierra, más precavido que Tom Finnegan. Explica que el partido ha crecido mucho en un lustro. «El apoyo que recibimos es enorme». Tienen 900 miembros y 2.000 simpatizantes, según las cuentas que maneja el partido.

Están empeñados en poner fin a la situación de abandono de la zona. «Hay muchos sectores que siguen sin iluminación por las calles; no entendemos por qué no se ponen las luces y las carreteras están hechas una porquería», se lamenta el candidato, que centra todas sus críticas en el Consistorio. «El Ayuntamiento no quiere saber nada de Camposol». «Lo peor de todo es que cuando llegan las elecciones nos mandan una máquina barrendera para limpiar las calles. Es un insulto», reprocha Ángel Sierra. «La última vez hicieron lo mismo: cuando terminaron los comicios, se quitó la máquina». También se lamenta de la inseguridad que se siente en las calles. Dice que se están produciendo robos con constancia. «Y no nos mandan policías. El abandono es increíble», insiste.

Desde CDiP tienen claro que si llegan al Ayuntamiento pelearán por revertir la situación de Camposol. «Pero no nos desentenderemos del resto del municipio», promete. «Queremos poner a Camposol a la altura del resto, pero ayudaremos también a cuidar el Puerto de Mazarrón y el municipio». «Por ese motivo me he metido en política». Para acabar con el abandono de Camposol, recalca Sierra, que ha renunciado a una jubilación placentera por dar batalla en política.