A Magdalena Martínez Bode, asturiana afincada en Murcia desde hace 20 años y candidata al Congreso por Unidad Popular-IU, le cuesta bastante mantener las formas cuando escucha a alguno de sus contrincantes políticos frivolizar sobre las consecuencias de la crisis y hablar de recuperación. Porque ella misma representa, junto a otros componentes de su lista, la cara más amarga de la recesión.

Magdalena es una de las cientos de murcianos que en los últimos años ha sido víctima de una ejecución hipotecaria. «Compré un piso en la época de la burbuja, cuando te decían que alquilar era tirar el dinero, y caí en la trampa. Con la crisis me quedé sin trabajo y no podía pagar la hipoteca. Sufrí cortes de electricidad y amenazaron con desahuciarme. Gracias a la ayuda de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) conseguí la dación en pago, si no ahora estaría sin casa y con una deuda elevada que pagar», confiesa la candidata, desempleada de larga duración, a quien lo vivido le ha servido para darse cuenta «de que la lucha en la calle, cuando lo tenemos claro, es incontestable, es una prueba empírica de cambiar las cosas».

Magdalena Martínez Bode, por su experiencia, relata el cambio de actitud que los responsables de la entidad bancaria que la quería desahuciar tuvieron cuando acudió a negociar con ellos acompañada por los activistas de la PAH. «Sin ellos no hubiera conseguido la dación en pago.

Hubiera cargado toda la deuda. No nos tratan como a personas, sino como a ganado. Al igual que una oveja le puedes sacar la lana, a nosotros nos sacan los intereses».