Siete atriles, seis candidatos y un hueco en el escenario. El Paraninfo de la Universidad de Murcia acogía ayer el debate que, organizado por LA OPINIÓN, confrontó a los seis candidatos que aspiran a relevar en la Presidencia del Gobierno regional al PP. A bocajarro y sin bloques pactados, Diego Conesa (PSOE), Óscar Urralburu (Podemos-Equo), Isabel Franco (Ciudadanos), Pascual Salvador (Vox), José Luis Álvarez-Castellanos (Cambiar la Región de Murcia) y Alberto Garre (Somos Región) se sometieron a las preguntas planteadas por los moderadores, María José Gil (jefa de Economía de este periódico) y Ángel Montiel (jefe de Opiniones de este diario). Ninguno de los aspirantes conocía las preguntas ni los asuntos a tratar, basados en criterios periodísticos.

Sólo hubo un atril vacío, el preparado para Fernando López Miras (PP), precisamente el presidente de la Comunidad y el candidato del partido que ha gobernado la Región en los últimos 24 años. Su nombre, pese a la ausencia -la invitación estuvo vigente hasta el último segundo-, planeó durante el debate. «Veo una silla vacía, no sé si un presidente vacío también. No debe de tener nada que decir o tiene algo que ocultar», deslizó en su primera intervención Alberto Garre.

Los pactos ocuparon la primera pregunta, y la bola recayó en el principal actor, Ciudadanos, a quien las encuestas le otorgan la clave de la gobernabilidad. ¿La llave girará a la derecha o a la izquierda? Ciudadanos sigue sin dar carpetazo a la pregunta, que sólo quiere responder tras el 26M, pero Isabel Franco dio ayer una pista más y reconocía que veía «muy difícil» alcanzar un acuerdo con el PP «y también lo es con el PSOE», añadía rápidamente: «Es muy difícil avalar una prórroga después de 24 años del PP, que muestra agotamiento y también es complicado avalar la corrupción», dijo al tiempo que lamentaba «la justificación de Diego Conesa de subir impuestos, unida a la política de Pedro Sánchez».

Su estrategia para las urna es otra: «Vamos a arrasar». Pascual Salvador, preguntado si se puede trasladar el modelo andaluz a la Región (Vox apoyó al PP), sólo concedió que tras el 26M «habrá que hablar» pero su única barrera son «los socialistas y los comunistas». Garre expresó que «él no habla de pactos de gobiernos ni de poder» mientras que Óscar Urralburu y José Luis Álvarez-Castellanos se refirieron a la necesidad de frenar a las derechas y dar un vuelco en la Región. «No queremos un Gobierno con Cs. Con Rivera no», sostuvo el líder morado. Conesa, por su parte, se limitó a decir que no «será un presidente a cualquier precio» y a mantener que no cederá ante Ciudadanos «en servicios públicos esenciales».

La izquierda se mantuvo unida a lo largo del debate, no buscó la confrontación entre sus candidatos y sus reproches giraron al otro bloque: al ausente PP, a Isabel Franco y a Vox. Los aspirantes progresistas marcaron el paso con sus argumentos, adueñándose por momentos del debate, hasta el punto de que el líder de Vox, en el apartado de la corrupción, admitía: «Empiezo a preocuparme porque escucho muchas ideas de izquierdas con las que estoy de acuerdo».

Desaparecido López Miras, el centro de los ataques dialécticos fue Isabel Franco. La buscó especialmente Óscar Urralburu, quien interpeló con frecuencia a la candidata naranja, calificando a su partido como «responsable» de continuar con la política de los recortes del PP. Franco devolvió todas las embestidas. Ambos discutieron a cuenta de cuántos años han pactado los Presupuestos del PP en la Comunidad: si sólo tres años, o todos. Otro punto caliente fue la Educación y los conciertos.

—¿Por qué no apoyaron la ley de regulación de conciertos que presentamos en la Asamblea Regional, señora Franco?

—Porque directamente sus leyes son bastante complicadas de entender. Son infumables, señor Urralburu.

—La vida es complicada, señora Franco.

Pascual Salvador, que se estrenaba en un debate con los presidenciables, abrió su intervención atacando la Reforma del Estatuto, acordada por unanimidad: «¿Creen que los principales problemas de la Región son la memoria histórica, la ideología de género o la identidad regional?». Salvador recibió las contestaciones de Diego Conesa al principio -«me niego a entregar el medio rural a la ultraderecha- y de Alberto Garre al final, bronca incluida, a cuenta del reproche que le lanzó el expresidente por la posición de uno de los dirigentes de Vox en Castila La Mancha. «A mí no me llame mentiroso», espetó.

Benizar fue otra de las preguntas planteadas: el municipio que se negó a votar en el 28A, harto del desprecio de los políticos. ¿Van a hacer los representantes murcianos algo por los vecinos de esta pedanía de Moratalla? «Yo fui el último presidente de la Región que se acercó al pueblo», sostuvo Garre. Salvador puso el acento en que el problema de las carreteras que no se arreglan es porque un trozo corresponde a otra comunidad; un argumentó que encontró la réplica de Conesa.

Las comarcas se pusieron encima de la mesa. Urralburu advertía de que si no conseguimos «comarcalizar la Región, muchos de los ayuntamientos pequeños no podrán ofrecer servicios públicos. Hay que reindustrializar los pequeños municipios». Álvarez-Castellanos criticaba que es «sorprendente» que los cuatro partidos con representación en la Asamblea hayan retrocedido en la comarcalización de la Región.

Sobre la corrupción todos coincidieron en el diagnóstico: «El PP es una estructura corrupta», recriminó Álvarez-Castellanos; «el partido de la Gürtel es el mismo que el de El Raal», agregaba Urralburu-. Únicamente Garre se acordó del PSOE: «A los ciudadanos les da igual quién roba y quién miente, lo que les molesta es que roben y mientan». Los seis también coincidieron en el tratamiento: la transparencia como un mecanismo útil para luchar contra la corrupción. Podemos, en su caso, añadió una propuesta: la oficina anticorrupción. Y Ciudadanos habló de «proteger al denunciante, acabar con las puertas giratorias y vetar a los imputados en cargos públicos».

Otra cuestión fue la televisión pública. Conesa prometió revisar el procedimiento de adjudicación pública, iniciado recientemente por el Gobierno, y Garre pidió a la Diputación Permanente que ponga cartas en el asunto: «Adjudicar una tele en estos momentos es un solemne disparate, es un oscurantismo que hay que pararlo».

En el minuto de oro se apreció el matiz de las palabras. Mientras Diego Conesa mencionaba un cambio tranquilo, Urralburu apelaba a cambios profundos. «Mi hijo tiene 22 años y no conoce la Región sin el PP», exponía. Álvarez-Castellanos sostenía que el voto útil es Cambiar.

«Termina el ciclo del PP, pero queda un espacio para la esperanza: el día 26 puede ser histórico en la Región, que nadie se quede fuera de esa oportunidad». Franco concluía exhortando: «Ya está bien de 24 años de gobiernos del PP». Salvador manifestaba que Vox «se ha quedado solo en la lucha de la libertad», prometió que recurrirá el Estatuto al Constitucional y Garre ponía el colofón expresando que son una formación joven y «sin problemas de estómago».