Desde hace tiempo, tenía yo ganas de tener una conversación larga con Fernando López Miras, por aquello de conocerlo, de saber quién es realmente este joven, que se hizo cargo de la presidencia del Gobierno de la Región de Murcia, cuando Pedro Antonio Sánchez tuvo que dimitir, y que también consiguió la Presidencia del Partido Popular, y todo el poder del mundo para hacer y deshacer, para nombrar y cesar, para meter en listas y dejar fuera a todo el que quisiera, con lo que eso trae consigo de disponer de vidas y haciendas de cientos de personas. Una vez, hace unos meses, me lo encontré por la calle con una amiga común, le hablé de ese deseo mío de una charla con él: «Para, al conocerte, poder criticarte mejor en los medios de comunicación», le dije entre bromas, y, él, con el mismo tono, me respondió: «mejor que no me conozcas mucho, no vaya a ser que entonces escribas cosas peores sobre mí».

El caso es que ahora sí he hablado con él un rato y ya tengo una idea de quién es este joven, porque eso es lo primero que hay que decir: estamos hablando de un hombre de 35 años, muy político, eso sí, muy entregado a la causa del PP, pero un joven de 35 años que, cuando responde a preguntas, en este caso a las de Fran Valero, o a las mías, va colocando las respuestas que tiene perfectamente preparadas después de tanta campaña electoral, pensando quizás que vamos a aceptar todo lo que dice. Y, claro, no siempre es así. Y hay otra cuestión: para hablar de política está siempre dispuesto, pero le incomoda un poco que nos metamos en lo personal, aunque sea un personaje público.

Y algo sí que pudimos conocer de él: que el bebé Fernando vivió en Archena; el niño, en Águilas; el preadolescente, en Cartagena; y el adolescente, en Lorca; todos estos cambios debidos a destinos de su padre, que trabajaba en un banco, y, cuando lo trasladaban, la familia se iba con él. Tiene buenos recuerdos de cada uno de estos sitios y se considera un poco de todos ellos. Él es de la Región de Murcia y parece que eso es lo más importante para este hombre, como si todos los pueblos fuesen algo suyo, algo que lleva dentro y que lo hace feliz.

El presidente en funciones es hijo único y sus padres se divorciaron cuando él tenía unos veinte años. Esto ha traído consigo que sea un hombre bastante acostumbrado a valerse por sí mismo, a estar solo. Tiene un piso en Lorca, pero ahora, por razones del cargo, suele vivir en Murcia, en la casa de su padre, en una preciosa zona de la huerta, muy cerca de la ciudad. En la actualidad no tiene pareja y manifiesta que, con la entrega y el trabajo que necesita su labor política, es muy difícil mantener una relación. La verdad es que, cuando están ya casados, las esposas de los políticos en ejercicio a veces aguantan a sus maridos y otras los mandan a hacer gárgaras, pero, cuando se trata de novias, mi impresión personal es que a menudo se cortan los lazos, por decirlo de alguna manera.

Hizo Derecho y un máster, y comenzó a trabajar en la Banca. También se afilió a Nuevas Generaciones del PP, pero ejercía poco. En algún momento de esa primera etapa profesional, surgió una oferta ya con un cierto carácter político: la dirección económica del Área de Salud de Lorca, y todo fue rodado; entró en la Consejería de Hacienda, fue diputado regional y lo demás ya lo saben ustedes. Su dedicación a la política es total. Se pasa la vida de acto en acto, de reunión en reunión, de celebración en celebración, de las fiestas de este pueblo a las del otro.

A lo que no le gusta mucho ir es a los debates electorales, y se me ocurrió decirle que, si yo fuera él, alejaría de mí a la persona o personas que le aconsejaron no acudir a los de la SER y LA OPINIÓN, porque ha quedado bastante mal ante esos murcianos a los que tanto ama, y, en vez de asesinarme, lo cual le agradecí, trató de justificarse. Como les decía arriba, ahora ya tengo una idea más clara de quién es Fernando López Miras. Y, me alegro de haberlo conocido, porque creo que, con él, hay político murciano para rato.