Quedaron muchas cosas en el tintero, pero los candidatos que este lunes participaron en el debate electoral de La Opinión esbozaron una fisonomía diferente de las penurias a las que se enfrenta la Región, más allá de los pulsos entre el AVE y el soterramiento de las vías en Murcia o la guerra del agua. Los problemas que sobrellevan como pueden las pedanías y los municipios más recónditos de la geografía regional también han empezado a contar desde que los vecinos de la pedanía de Benizar, situada en el término de Moratalla, en el límite con Castilla-La Mancha, llegaron al acuerdo de no votar en las elecciones generales del pasado 28 de abril.

Los candidatos reconocieron que muchas de la penurias que están provocando una guerra diferente en el campo, más allá del agua y de los trasvases, están motivadas por unos recortes presupuestarios que no llegan a tener el impacto mediático que alcanzan los ajustes en las ciudades. Podían haber tirado de algunas propuestas bastante curiosas que llevan en sus programas para atraer a las familias jóvenes a las zonas rurales, pero no pudieron evitar enzarzarse en ver quién tenía la culpa del abandono. La mayoría de ellos coincidió en que en este momento es tan importante que lleguen las carreteras o los servicios médicos como la banda ancha, porque ya no es posible que el turismo o la economía rural pueda funcionar al margen de la digitalización.

También se habló los efectos que las diferencias entre la enseñanza pública y la concertada ejercen sobre las expectativas de futuro del alumnado. A estas alturas de la campaña electoral a los participantes se les notaba que le han cogido el gusto a hablar de su libro, pero no eludieron la discusión sobre otras cuestiones más peliagudas, como el coste económico que tiene el profesorado de Religión sobre el presupuesto educativo, que alcanza los 22,8 millones, según los datos oficiales de la Consejería. La cifra causó sorpresa, pero también resultaron sorprendentes algunas respuestas. Hasta el candidato de Somos Región, Alberto Garre, aludió a los colegios con amianto o sin calefacción al conocer el dato.

La candidata de Podemos, Isabel Franco, se convirtió en el centro de las críticas de sus homólogos del PSOE y de Podemos, Diego Conesa y Óscar Urralburu, respectivamente.

Aunque son primerizos casi todos los cabeza de lista en estas elecciones autonómicas, a excepción de Urralburu, la aspirante de la formación naranja tuvo que armarse de paciencia para aguantar las continuas interpelaciones de los candidatos del PSOE y de la formación naranja, a los que se les nota que les gusta la confrontación.

De haber asistido el aspirante del PP, Fernando López Miras, que declinó tomar parte en el debate y dejó su atril vacío, le habrían prestado menos atención a ella, a la que continuamente pedían cuentas sobre el apoyo prestado por la formación naranja al Gobierno en la última legislatura.

Pero Isabel Franco también tuvo capacidad de reacción y rápidamente le pidió cuentas a Diego Conesa cuando el representante socialista se mostró dispuesto a negociar con los ayuntamientos la apertura de las instalaciones deportivas de los colegios por la tarde. Aunque existan bastante posibilidades de que ambos tengan que pactar después del día 26, compiten por una misma franja del electorado y tratan de arañar esos votos.

Curiosa fue también la tertulia que mantuvieron varios candidatos en los momentos previos al debate, mientras hacían repaso de las rutas por las que les había llevado su agenda electoral a lo largo del día, y comparaban el atuendo que cada uno de ellos había elegido para la ocasión. Todos envidiaban a Alberto Garre por haber prescindido de la chaqueta, mientras que el aspirante de Vox, Pascual Salvador, se dio cuenta de que él era el único que se había puesto una corbata roja.