Las historias son más interesantes cuando estás en zonas donde todo es posible, decía Fernando León de Aranoa. Urralburu aprovecha un instante que disfruta junto a su hija Amaia en la Plaza de los Patos, en Vistabella, para realizar este selfie. Son las fiestas de su barrio y Amaia participa en el maratón fotográfico: «Vivo aquí desde hace cuatro años. Antes, en Santa Eulalia, también con solera. Me gusta, es residencial, ciudad jardín. Bien articulado. Tranquilo. Cotidiano. La cercanía con los vecinos. Muy social, nada de aislamiento. Puedes dejar a tus hijos, sabes que siempre habrá un vecino que esté pendiente o te avise en un momento dado». Con un punto de nostalgia: «Aún puedes tener la confianza del tendero que te recomienda la carne del día, ese ´apúntamelo´ que veía de pequeño en la tienda de abajo y que ya casi hemos perdido con el cierre del comercio de siempre». Pero no podría ponerle cara al cura de su barrio: «Respeto absoluto, sin duda, aunque yo no vaya a misa. Sí conozco a Joaquín Sánchez. Los curas buenos son referentes, por supuesto. El amor puede construir realidades».

La ciudad se está convirtiendo en un lugar duro para vivir, «sobre todo para los niños. Recuerdo el primer verano, unos niños jugando y refrescándose en la fuente. Necesitamos más espacios verdes». Casi le salen sarpullidos si le nombro el barrio de Salamanca: «No entiendo ese concepto de vida y lujo. No hay necesidad, la vida es mucho más sencilla. Ese concepto incoherente del arriba y abajo. Hay que potenciar el modo de vida solidario, de compartir. Recuperar la costumbre de callejear, de pasear. Murcia es una ciudad muy callejera».

¿Barrio de Fernando León o Notting Hill? Barrio, de Fernando León, pero con el propósito de solucionar esas situaciones. «Paul Virilio decía que las fronteras del Estado se trasladan al interior de las ciudades, hay que trabajar para que esas diferencias sean menores. Lo vemos con el proyecto del AVE y el soterramiento, que provocará el nacimiento de guetos y traerá una irreversible decadencia. De Notting Hill me quedo con lo cosmopolita, la multiculturalidad, el integrar al que viene de fuera».

Sin eufemismos, utilizan las palabras ´sinvergüenza´ o ´gentuza´: «Ya no tanto un lenguaje de barrio, es el lenguaje de la calle. La gente entiende las verdades. Podemos ha puesto nombre a las cosas sin rodeos». En una campaña con cierto sabor a El Gatopardo, «encuentro que hay mucho camuflado en otras siglas cuando son lo mismo de antes», cuenta. Decía Paul Auster que ´para los que no tenemos creencias, la democracia es nuestra religión´: «Efectivamente. Aunque la palabra democracia está perdiendo casi su sentido. La democracia tiene que ser una práctica. Estamos aún en pleno aprendizaje. Procurar que no se quede en una intención. Antes, en los bares, en el autobús, no se hablaba de política; ahora todo el mundo opina, se percibe la indignación. Podemos y el 15M han tenido mucho que ver en ese remover conciencias». Y ve un futuro de Región, «participado, con gente que sume. Sé que Podemos será un vuelco y hay que saber canalizarlo. La vida no es fácil, pero confío en que, llegado el momento, conformaremos entre todos un Gobierno sólido».