Como suelo hacer siempre que voy a charlar un rato con un político para escribir un artículo sobre él, llamo antes a un par de personas que lo conozcan y les pregunto cómo es él, y a qué dedica el tiempo libre. Uno de ellos me dijo: «Ten cuidado con Miguel, que es capaz de venderte cualquier cosa», y, efectivamente, en la conversación que mantuvimos, le tuve que decir un par de veces: «Oye, que estoy siguiendo la política de la Región de Murcia y escribiendo desde la Transición democrática», porque, efectivamente, con gran convicción trató de que yo me quedara con alguna manta que trató de venderme. Pero, vamos, en buen plan, intentando que él y su partido quedaran muy bien, no vaya a ser que se me ocurriera ponerme a escribir aquí sobre la extraña forma en la que Miguel Sánchez ha sido apartado de las listas, el tema de las primarias de Ciudadanos, y cosas así.

Lo cierto es que el señor Garaulet repite como candidato al Congreso y está feliz por ello, porque la experiencia de esta legislatura le ha sido muy grata. Y, ¿quién es este señor con un apellido tan poco común? Pues, desde mi punto de vista, un político nato que estuvo militando en el PP veinte años, donde no tuvo cargos ni encargos, y que se ilusionó con el proyecto de Ciudadanos escuchando un mitin de Albert Rivera en Madrid, ya ves tú, y se cambió de partido.

Pero, hasta que ocurrió eso, hace cinco años de nada, este hombre tuvo una vida, porque nació en 1968, en Hellín, donde sus padres trabajaban y vivían, ambos profesores. Cuando Miguel tenía 12 años, decidieron pedir el traslado a Murcia. El chaval, se adaptó bien a la vida en nuestra ciudad, primero en un colegio piloto de la EGB, y luego en el instituto Infante Juan Manuel. Cuando acabó el Bachiller tenía muy claro que quería estudiar Económicas. Pero también tenía la mili por delante, aunque por entonces fuese solo de nueve meses, que hizo en Artillería aquí en Murcia.

Acabada la carrera, Miguel se enfrentó al mundo del trabajo, y no le fue mal. Entró en una conocida empresa de telecomunicaciones donde tuvo una trayectoria ascendente en lo que se refiere a trabajo y, supongo, porque eso no me lo dijo, en sueldo. Trabajó primero en Murcia, pero al final acabó en Madrid, en la central de su empresa. Ya por entonces estaba casado y tenía dos hijos, y la familia decidió quedarse en Murcia y que él viajara a Madrid cada semana. Este 'entrenamiento' de que el padre esté en Madrid varios días a la semana les ha venido muy bien para la situación actual de Garaulet en el Congreso, que continuará los próximos años, si ustedes lo votan.

Todavía aquel niño de Hellín que se vino a Murcia, sigue volviendo el Miércoles Santo a su pueblo a tocar el tambor, a visitar a una señora que ayudaba a cuidarlo en su casa, cuando era pequeño, y a recordar su infancia. Esto del tambor es algo muy auténtico en los que lo han conocido, pues sean o no sean de Hellín, si lo han vivido suelen volver siempre, y yo conozco a otras personas que sienten lo mismo.

No le pregunten a Garaulet qué más hay en su vida además de la política y su familia. Antes hubo deportes y más cosas. Ahora solo eso, pero se siente bien, colmado y feliz. O sea, que lo que les decía arriba: un político nato.