La celebración del primer centenario de la Universidad de Murcia (UMU) ha traspasado las fronteras regionales. Incluso ha llegado al Polo Sur. Ayer, con ocasión de la celebración de la reunión anual de la directiva del proyecto de excelencia internacional Campus Mare Nostrum (CMN), se realizó una conexión en directo con la base Gabriel de Castilla, situada en la Isla Decepción, en la Antartida. En esta gélida región se encuentra el toxicólogo de la UMU Miguel Motas, que está participando en el proyecto de investigación Pinguclim. En nombre de los rectores de la Universidad de Murcia y la Politécnica de Cartagena, el investigador hizo entrega al comandante de la Base, Juan Navarro Ferrandez, de una placa de agradecimiento del Ejército, y todas las Fuerzas Armadas en general, a la I+D+i realizadas en ambas instituciones docentes. En dicho obsequio también se hizo mención al Centenario de la UMU, que ya ha comenzado a festejarse, aunque será en 2015 cuando alcance su punto álgido.

Este momento especial pudo ser seguido por los rectores, José Antonio Cobacho y José Antonio Franco, así como los vicerrectores de ambas universidades, a través de videoconferencia.

El proyecto Pinguclim, en el que está trabajando Motas, estudia el cambio climático y su influencia en diversos aspectos de los pingüinos, utilizando estos para medir dicho cambio y analizar parámetros referidos a parásitos, inmunidad, alimento, contaminación. El investigador de la Universidad de Murcia se responsabiliza del ámbito de la contaminación concretamente. Estudia los contaminantes denominados ftalatos, perfluorados y bisfenol A, que están presentes en los plásticos y envases de uso domestico y cotidiano. Estos compuestos reciben el nombre de contaminantes 'emergentes' porque su descubrimiento es muy reciente y, de hecho, se les ha empezado a dar importancia en el último año, cuando se ha empezado a estudiar su efecto en humanos.

Estos compuestos plásticos son utilizados por la industria y se dispersan por mar y aire, por lo que tarde o temprano llegan a los polos, por ejemplo, a través de la nieve. De momento, los investigadores de la UMU han detectado su presencia en la Antártida, y su intención ahora es averiguar la evolución de su concentración y el efecto en la fauna.