SECTOR SANITARIO

Los directivos ajenos a las familias fundadoras ganan peso en las farmacéuticas

Esteve ha dado entrada a un inversor en su capital. Las sagas del ramo se debaten entre los parientes con mando y los gestores ajenos al clan

farmaceuticas

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Agustí Sala

Tras perder hace unos años el empuje que proporcionaban los medicamentos con receta, las farmacéuticas catalanas de capital familiar han tenido que buscar su propio camino en un sector con elevados costes de innovación y regulación en el que predominan las multinacionales, ya sea por la vía de la especialización (como Almirall, Ferrer y Esteve, aunque también cuentan con divisiones de health care) o por la de centrarse en productos sin receta o para el autocuidado (Uriach). Para adentrarse por esos caminos han perdido peso en la gestión las familias fundadoras y lo han ganado directivos del ramo ajenos a esas sagas, pero no hay una única receta.

La cuestión se ha vuelto a poner sobre la mesa con Esteve, cuyos orígenes la remontan siete generaciones atrás y que ha empezado a recoger los frutos de sus reformas. La compañía ha dado entrada en Esteve Healthcare a la firma inversora privada alemana Lubea como socio estable, con el 26% del capital y con la posible opción futura de la bolsa, como hicieron en su día Almirall y Reig Jofre. Ahora prevé crecer aún más rápidamente con un buen colchón económico para invertir más en investigación y desarrollo (i+D) y en la producción de fármacos propios para moverse en un sector altamente competitivo y donde la dimensión cuenta. La familia retiene el 100% de Corporación Químico Farmacéutica Esteve, dueña del 50% de Esteve Teijin Healthcare; el 50% de Isdin, que comparten con otro gran grupo familiar de perfumería y cosmética, Puig; y el 15% de Hangzou Jiuyuan Gene Engineering.

Esta estrategia la gestiona Esteve con Staffan Schüberg, un directivo fichado en 2018, procedente de la farmacéutica danesa Lundbeck, que sustituyó en ese cargo a Albert Esteve, miembro de la familia propietaria, quien pasó a ser presidente. Así ningún miembro del clan tiene funciones ejecutivas. El grupo inició en 2016 una profunda remodelación con la incorporación de cuatro independientes en el consejo de administración, luego con la entrada del consejero delegado y, ahora, con la apertura de su capital. Además acaba de fichar a Rodrigo Bonilla, ejecutivo con más de 26 años de experiencia en el negocio, para llevar su filial farmacéutica, centrada en el sistema nervioso central, el dolor oncológico y la oftalmología. 

Comprar "oportunidades"

Durante la presentación del acuerdo con Lubea junto al máximo responsable financiero, José Luis Urbieta, el directivo sueco destacó que el dinero "se dirigirá a comprar oportunidades, a llevar a cabo adquisiciones o fusiones" que les permitan incorporar nuevos fármacos a su negocio. El grupo que engloba toda la actividad de la compañía ingresó 643 millones de euros en 2022 y obtuvo un beneficio antes de impuestos de 99 millones, el triple que el año previo.

Uriach, otra de las industrias farmacéuticas clásicas, está presidida desde 2021 por Lluís Cantarell, procedente de Nestlé, el primer presidente que no forma parte de la familia propietaria, que ha alcanzado la quinta generación. El cambio ya comenzó en 2012, cuando se incorporó Oriol Segarra, un ejecutivo que provenía de la holandesa Synthon Holding, como consejero delegado. La firma se ha volcado en el negocio de autocuidado y la internacionalización. Se desprendió de la división de medicamentos y sus fábricas en las localidades barcelonesas de Sant Fost de Campsentelles y Palau-solità i Plegamans en 2021 y adquirió la firma alemana Sidroga. Prevé alcanzar una facturación de 450-500 millones de euros en 2025, con entre 80 y 100 millones de resultado operativo, con adquisiciones y con su propio crecimiento orgánico. 2021 lo cerró con una facturación de 235 millones, con un aumento del 42%. Las razones principales que explican el alza son la recuperación de la actividad en muchos mercados y la compra de Sidroga.

Ferrer, por su parte, cuenta también con un gestor ajeno a la familia, Mario Rovirosa, y con el heredero del fundador, Sergio Ferrer Salat, como principal accionista, al que acompaña con una parte más pequeña su hermana Beatriz. Se dedica principalmente a la filantropía. De todo lo que gana, el grupo, que decidió focalizarse en los productos propios en el ámbito neurológico y neumológico hospitalario, destina más del 50% a proyectos sociales.

El grupo, con una facturación de más de 560 millones y unos beneficios de unos 15 millones, se ha centrado en los medicamentos de marca, la innovación propia y áreas terapéuticas como la neurología y la neumología. La fundó en 1953 por Carlos Ferrer-Salat junto con su primo Jorge Ferrer Batlle. Ferrer-Salat ocupó la presidencia hasta que falleció en 1998 y Ferrer Batlle se retiró en los 70. La firma ha contado con gestores de primer nivel como Rafael Foguet, máximo ejecutivo durante 31 años, al que siguieron otros como Jordi Ramentol, hasta llegar a Rovirosa, que, tras incorporarse en 2016, ascendió a consejero delegado a los dos años. Procedía de la italiana Chiesi y de Almirall.

Estrategia diferente

A diferencia de la estrategia de otros competidores del mismo sector en Cataluña, Almirall, que cotiza en la bolsa desde 2007, nombró hace un año a Carlos Gallardo, hijo del anterior presidente, Jorge Gallardo, para ocupar el primer puesto ejecutivo. Y con posterioridad le han sumado el de consejero delegado tras la marcha de Gianfranco Nazzi. De esta manera acaban con el relevo constante de consejeros delegados desde 2017: al final un miembro de la familia, de la tercera generación, recobra el mando. Su apuesta es la especialización. Para conseguirlo se apoya en el lanzamiento en Europa del Lebrikizumab, un fármaco en el que ven potencial contra la dermatitis. También destaca las ventas de Ilumetri, medicamento contra la psoriasis que en 2022 supuso por sí solo alrededor del 15% de las ventas de la compañía. Todo ello le lleva a ligar su futuro a la dermatología como fuente de crecimiento. También mantiene abierta la opción de acometer compras.

De hecho, Almirall, que elevó sus ventas el 4,4% en 2022, hasta 870 millones de euros, pero redujo sus beneficios casi el 60% hasta los 33 millones, dio uno de sus grandes saltos en 1997 con la integración de Prodesfarma, fundada por otro de los considerados clásicos del sector farmacéutico, Antoni Vila Casas, quien en 2005 vendió el laboratorio fitoterapéutico Aquilea a Uriach.

En la misma línea, otras farmacéuticas catalanas han optado, como Almirall, porque la familia tome el timón, como los Grego (Leti) y Reig Jofre, al frente de la que está Ignasi Biosca, representante de la tercera generación familiar. Cada una ha diseñado su propio camino para adecuarse a los nuevos tiempos, ganar musculatura y seguir creciendo en un entorno muy competitivo.