España está disparando el uso del gas y el carbón para producir electricidad y cubrir toda la demanda en plena crisis energética, lo que ha provocado que el sistema eléctrico de facto haya roto ya una tendencia de cuatro años consecutivos de reducción de emisiones de CO2 y vaya a registrar un fuerte incremento al cierre de este año.

Varios factores se han unido para empujar al sistema eléctrico a engancharse a los combustibles fósiles y dar un vuelco en el reparto de tecnologías para generar electricidad. La sequía ha hecho que la generación de las hidroeléctricas se haya desplomado a la mitad que el año pasado (-47% hasta septiembre), durante meses la aportación de la eólica ha sido mucho menor de la esperada con caídas acumuladas hasta el mes pasado, y las exportaciones de electricidad a Francia y Portugal se han disparado hasta máximos históricos por los propios problemas de los países vecinos.

Las centrales de gas han duplicado su producción en lo que va de año y se han colocado como la principal tecnología de generación eléctrica en el país, concentrando casi un tercio de toda la energía producida y batiendo a la nuclear y a la eólica. Y las centrales de carbón aún operativas, en vías ya del apagón total, también han más que doblado su producción aprovechando los altos precios de la electricidad, que les permiten volver a ser rentables a momentos.

La sacudida en el mix de producción de electricidad ha hecho que las eléctricas hayan superado desde principios de este mes las emisiones de CO2 registradas durante el año pasado. Desde el inicio de este año y hasta el pasado viernes (21 de octubre), el sistema eléctrico español ha alcanzado los 37,56 millones de toneladas de CO2, sobrepasando ya ampliamente los 35,9 millones de toneladas emitidas en todo 2021, según los registros de Red Eléctrica de España (REE), el operador del sistema eléctrico nacional.

España rompe así la tendencia de reducción de emisiones de los últimos cuatro años y que le ha llevado a marcar niveles mínimos históricos en los últimos tres años de manera consecutiva gracias al progresivo declive del carbón, la expansión de las renovables y la demanda eléctrica contenida por la menor actividad económica durante la pandemia. Desde el sector eléctrico se anticipa que muy probablemente las emisiones provocadas por la generación alcanzaran los niveles del 2019 prepandemia, cuando se registraron 50 millones de toneladas de CO2 en todo el ejercicio.

Entre enero y septiembre de este año, las eléctricas han elevado sus emisiones de CO2 casi un 40%. Durante el pasado verano los incrementos de las emisiones se desbocaron, con picos de alzas de casi del 78% en julio y del 60% en agosto por el boom de la producción de las centrales de gas. De hecho, sólo en julio las emisiones alcanzaron los los 4,83 millones de toneladas de CO2, registrándose así la mayor cota mensual desde hace tres años.