De la cesta de la compra en Europa a la Asamblea General de la ONU que se celebra esta semana en Nueva York, la crisis alimentaria derivada de la invasión rusa de Ucrania tiene su eco en todo el mundo. A las más de 400 millones de personas que dependían directamente del ‘granero de Europa’ para comer se suma el hecho de que Rusiaprincipal exportador de fertilizante del mundo, ha decidido cerrar el grifo como consecuencia de las sanciones económicas, y eso va a tener una repercusión directa en la que va a ser la primera gran temporada de cosechas de cereal tras el inicio del conflicto el pasado 24 de febrero.

Esta crisis es ahora mismo una de las prioridades en el orden del día de la Asamblea General de la ONU que se celebra esta semana en Nueva York, pues las consecuencias de la guerra para el sector alimentario han amenazado con hambrunas a los países más vulnerables y puesto en jaque los bolsillos de los ciudadanos del primer mundo debido a la inflación.

Los agricultores españoles, que se encuentran a las puertas de la época de siembra, ya se plantean qué hacer para garantizar sus cosechas. De lo que decidan, y de lo que puedan hacer, depende no solo la calidad del producto, sino también el precio al que sus productos lleguen al mercado.

"Cuidado con jugar con el pan, esto no es ninguna tontería. Hay muchos agricultores como yo que, a menos de un mes de la siembra, nos estamos planteando si hacerlo o no. Y, algunos de los que lo hagan, a lo mejor lo hacen sin fertilizante, lo que supone cosechar la mitad de lo normal", asegura a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario integrante del grupo Prensa Ibérica al igual que este medio, José Roales, responsable nacional de Cultivos Herbáceos de la Coordinadora de Agricultores y Ganaderos (COAG).

La escalada de precios desde la invasión de Ucrania se ha visto reflejada en un aumento de los costes colaterales a su actividad como el de la energía o el abono.

Según COAG, el coste de producción de alimentos en España ha aumentado de media un 40%. Eso sí, mientras que el precio de productos como los carburantes ha crecido un 90% o el de la alimentación animal un 38%, el de los fertilizantes lo ha hecho un 150%. Ese incremento, que todavía no se ha visto reflejado en la etiqueta que ven los consumidores cuando van a la compra, podría empezar a sentirse más claramente a partir de la próxima cosecha.

"Menos abono, menos hectáreas cosechadas y menos producción se traducen inevitablemente en que va a haber menos cereal en el mercado y en que los precios van a subir. Los alimentos baratos se han acabado. Estamos hablando de que cada vez va a haber más gente que no va a poder comprar alimentos tan básicos como puede ser un litro de leche o una barra de pan", advierte Roales.

Reticencias a importar de empresas rusas

Estados Unidos y la Unión Europea, por un lado, y Rusia por el otro se acusan mutuamente de ser responsables del bloqueo a la exportación de los fertilizantes rusos al resto del mundo. A pesar de que la ONU no se ha pronunciado, sí ha reconocido las dificultades que están encontrando las empresas rusas para exportar su producto.

Por eso, a su llegada a Nueva York el pasado fin de semana, Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, decidió reunirse con el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, para garantizarle que los 27 no están poniendo ningún obstáculo a la importación de fertilizantes rusos, según Efe. Sin embargo, Rusia insiste en que tanto la UE como Estados Unidos están limitando el acceso a sus mercados, un relato que el bloque occidental espera contrarrestar durante la Asamblea General de esta semana.

A pesar de que el mercado comunitario no sanciona directamente la importación de este tipo de productos, lo cierto es que sí se estarían produciendo reticencias a la hora de tratar con empresas exportadoras rusas por miedo a posibles sanciones futuras, por lo que es labor de la UE intentar dar seguridad en este aspecto. En palabras del propio Borrell durante un encuentro con periodistas en Nueva York este lunes, se trata de "evitar que la falta de fertilizantes este año signifique más hambre el que viene".

El problema para Europa es que no solo dependía de los fertilizantes rusos antes de la guerra, sino que la crisis de la energía está limitando también su propia capacidad para ser autosuficiente en este tema.

A finales de agosto, la fábrica de fertilizantes más grande del mundo, ubicada en Noruega, anunció el recorte del 50% en su producción de fertilizantes nitrogenados y urea a base de amoníaco en Europa. El motivo: los "precios récord" que estaba marcando la electricidad necesaria para producir. En Reino Unido y Polonia, otras tres plantas anunciaron su cese temporal de actividad por la misma razón.