El aceite de girasol es uno de los ingredientes principales con los que se trabaja en churrerías y pastelerías. En Satur, en Zaragoza, elaboran unos 6.000 churros al día; en Ulzama, más de 6.000 semanales, por lo que el consumo de este oro líquido no se ha incrementado, pero sí los precios, ya que el del litro se ha multiplicado por dos en solo una semana.

La Chocolatería-Churrería Satur lleva ofreciendo desayunos desde 1977 en el barrio de San José (Zaragoza) y cocina alrededor de 49.000 churros a la semana. La subida del precio del aceite de girasol les ha afectado enormemente; hace 15 días lo pagaba a 1,55 euros el litro y ahora a 3,25 (es más denso que el de consumo personal). Y le traen alrededor de 1.250 a la semana. "No es una pequeña subida que se pueda asumir", asegura su responsable, José Miguel Ruiz, porque no solo ha subido el coste del aceite de girasol, sino también de otros productos. De momento, dice, "me están sirviendo", pero "no me aseguran las próximas semanas" y no tiene mucho almacenado. "Todo se incrementa, salvo los sueldos y las pensiones", dice con tristeza. Ha tenido que subir el precio del churro cinco céntimos. Los clientes lo han asumido de buen grado, aunque también ha habido excepciones, aunque "mínimas". Eso sí, alguno que antes se comía seis, ha bajado a cuatro, porque mucha de su clientela está acostumbrada a "venir todos los días y si se ahorra sesenta céntimos…", señala Ruiz.

Este vivir en el alambre no es de ahora. "Llevamos muchos años que no es lo que era", asegura el dueño de Satur. Primero fue la crisis económica y cuando se estaba saliendo, la pandemia y "ahora esto", asegura. Y todo sigue subiendo, "salvo los sueldos y las pensiones", insiste. "Los que llevábamos buena inercia se ha frenado, pero si ya vas fastidiado, al final te acabas cayendo".

Por eso, la perspectiva es "mala" porque "está subiendo toda la materia prima", en ocasiones sin motivo. Además, cree que la situación podría mejorarse se las materias primas vinieran del propio país y "no se fiara todo al turismo".

"Primero fue la crisis económica y cuando se estaba saliendo, la pandemia y ahora esto", asegura el dueño de Satur

También se incrementa la luz o la calefacción. "Nosotros podemos ponerla pero hay gente que ya no se lo puede permitir", reconoce Ruiz, así que cree que "hay que poner freno" a la situación, pero no por parte municipal ni autonómica sino a nivel nacional. Para él, hay que mantener "el poder adquisitivo" de la gente bajando, si se puede, los impuestos.

Ulzama es una chocolatería ubicada en la calle Fueros de Aragón y utiliza unos 50 litros a la semana. Compran "más o menos" a la semana. De momento, les han garantizado suministro "este mes", asegura su responsable. Hace una semana lo pagaban a 1,55 y el último litro, a 3,60. Para compensar, ha subido los precios: 0,25 euros por media docena. Los clientes "entienden que lo tenemos que hacer". La situación "no es buena", reconoce, y añade que si no hay suministro de aceite, tendrán que "echar aceite de oliva o cerrar", aunque de momento no se lo plantea.

Miedo al transporte

También en la pastelería Lalmolda han notado el incremento de precios, aunque Reyes, su propietaria es previsora y tenía guardado "bastante". Lo compraba a 1,57 y ahora a 3 euros, aunque asegura que La Zaragozana tiene una "partida grande y me lo dejará a dos euros". No le gusta que "se queme" así que lo cambia bastante. Utiliza casi 10 al día porque no son "solo churros, también los desayunos en casa". Ella no ha subido los precios (3,50 el chocolate con cinco churros) porque se mantienen los del azúcar, la sal, el cacao y la harina, así que "puedo asumirlo", asegura antes de reconocer que su clientela es fija. Además, la luz la tiene "en el marcado libre" y conserva el mismo precio. A Reyes Lalmolda lo que le preocupa es "el paro del transporte" y que los mercados estén desabastecidos.