“No me gusta personalizar”, se excusaba este martes Pablo Isla, todavía presidente de Inditex, en un encuentro con la prensa, echando balones fuera para no valorar su gestión al frente de la compañía. “El trabajo que hemos hecho en estos 17 años ha sido fantástico. Pero no es un trabajo personal, es un trabajo de todos. Inditex es una compañía mucho más de equipos que de personas. Lo hemos hecho entre todos”. Pero lo cierto es que la labor Isla en estos más de tres lustros ha transformado por completo el grupo hasta convertirlo en un coloso global y volcado en la digitalización máxima del negocio.

El reto de Isla cuando se incorporó a Inditex hace 17 años procedente de Altadis era, cuanto menos, ambicioso. Con apenas 41 años, este abogado del Estado (formación que comparte con Maceiras, el nuevo consejero delegado del grupo) se unió a las filas de la compañía gallega para suceder a Amancio Ortega al frente de su exitoso negocio. En aquel momento, la compañía todavía no contaba ni con 3.000 tiendas, su títulos apenas valían en torno a 4,7 euros/acción en bolsa y su capitalización ascendía a unos 9.000 millones de euros. Ahora, el gigante de la distribución textil vale casi diez veces más en bolsa (87.990 millones), su acción cotiza a 27,86 euros por título y suma más de 6.600 tiendas en el mundo.

Apenas seis años más tarde de su nombramiento como consejero delegado de Inditex, Ortega daba un paso al lado y le cedía la presidencia del grupo de distribución. En aquel momento, sus objetivos se centraban en una creciente apuesta por el mundo digital y en aumentar su peso en mercados clave como Estados Unidos o Japón. En este sentido, además de la fuerte internacionalización acometida en los últimos años (la compañía está presente en 202 mercados entre venta física y online), la transformación digital de la multinacional española ha sido una de las prioridades de Isla, que se anticipó a los nuevos hábitos de consumo y a una tendencia que se ha disparado con la llegada de la pandemia del coronavirus.

A cierre del pasado ejercicio, las ventas online de Inditex ascendían a 6.612 millones de euros (el 69,5% más que en 2019), casi un tercio del total del grupo y casi tres veces más que en 2017 (año que empezó a desglosar la procedencia de sus ingresos). Superó así el objetivo fijado para 2022 de que al menos el 25% de la facturación procediera del canal virtual. Algo que ha conseguido también gracias a un modelo de integración de tiendas físicas y digitales bajo un inventario único, a través del cual las prendas están siempre disponibles para la venta aunque el establecimiento físico se encuentre cerrado. Algo que hubiera sido imposible de realizar sin las mil millonarias inversiones del grupo en plataformas tecnológicas propias.

Sin embargo, la mayor apuesta por el mundo virtual del grupo de distribución también ha supuesto un impacto en las tiendas físicas, suponiendo el cierre de aquellas cuya facturación puede cubrirse ahora con el canal online. Una estrategia más polémica, especialmente en las que estaban en núcleos de población más pequeños, pero de la que ha aparecido un nuevo concepto de tienda heredado del mercado estadounidense: las flagships stores. Estos establecimientos son habituales en Estados Unidos, donde es habitual que las marcas de moda cuenten con estos concept stores, que cuentan con unas mayores dimensiones y están ubicadas en las zonas prime de las grandes ciudades, trasladando a los usuarios una nueva experiencia a la hora de realizar sus compras.

La pretensión del nuevo equipo es la de dar continuidad a la estrategia en que se ha embarcado la compañía. “Por supuesto que el modelo de negocio va a seguir, tenemos una estrategia definida. Vamos a seguir trabajando con las señas de identidad de la empresa”, resumió Pablo Isla. “El modelo de negocio de Inditex es muy sólido, tremendamente estable. Es un modelo de éxito y nuestra obligación será profundizarlo y desarrollarlo”, confirmó el nuevo consejero delegado del gigante gallego, Óscar García Maceiras.

Una consolidación del negocio que llegará también de la mano de Marta Ortega, que lleva años apostando desde dentro de la compañía por “tender puentes entre la alta costura y el estilo de la calle, entre el pasado y el presente”, como reconoció durante una entrevista con The Wall Street Journal. Bajo su liderazgo se ha materializado el lanzamiento de nuevas colecciones premium como Zara SRPLS o un acuerdo con la diseñadora Charlotte Gainsbourg para Zara, tal y como ha hecho en numerosas ocasiones su rival sueca H&M para que sus clientes puedan acceder a colecciones más propias del mundo del lujo.

El adiós de Pablo Isla aún será prolongado. Cederá la presidencia a Marta Ortega el próximo abril y seguirá a los mandos hasta entonces. “Estos cuatro meses voy a estar plenamente enfocado en hacer realidad esta transición. Para mí es algo importantísimo. La transición es la culminación de mi compromiso con Inditex y con Amancio Ortega”, subrayó. ¿Y después? “Y después ya veremos”.  

Inditex se deja 5.600 millones tras la marcha de Isla

Los inversores no han mostrado su conformidad con el cambio en la máxima cúpula de Inditex, que ha cerrado la jornada bursátil con una caída del 6,1% este martes, hasta los 27.86 euros por acción. La multinacional gallega ha visto así cómo se reducía su capitalización hasta los 86.712 millones de euros, desde los más de 92.471 millones con los que arrancó el martes.