La prolongación y el endurecimiento de las restricciones para atajar la pandemia han llevado al Gobierno alemán a recortar hasta el 3%, 1,4 puntos porcentuales con respecto a octubre, su previsión de crecimiento del producto interior bruto (PIB).

El ajuste, aprobado este miércoles por el Consejo de Ministros, sigue los pasos de otros pronósticos, como los del Fondo Monetario Internacional (FMI), y constata las dificultades de la mayor economía europea de lograr una recuperación en forma de 'V', tras el derrumbe del 5% del PIB el año pasado.

El ministro de Economía, Peter Altmaier, reconoció al presentar el Informe Económico Anual que contiene esta estimación que el PIB ha perdido parte del impulso de septiembre y octubre con las restricciones a la vida pública y la actividad económica que han ido imponiéndose de manera incremental desde noviembre.

No obstante, subrayó que el balance es "cauto" y "precavido" y apuntó que la tasa de crecimiento se mueve en la "franja inferior" de las estimaciones de diferentes instituciones. El pronóstico es válido, agregó, aunque no se tenga certeza de cuándo va a comenzar la desescalada, porque el gobierno apuesta por mantener las restricciones -vigentes por ahora hasta el 14 de febrero- pese a un evidente descenso de la incidencia acumulada en siete días (101,0 por cada 100.000 habitantes frente al máximo de 197,6).

"Ahora no es el momento de hablar de una relajación de las restricciones", señaló el ministro, que pidió "paciencia". Confió en que los sectores afectados por los cierres (ocio, cultura, restauración y comercio no esencial) se recuperen "rápidamente" una vez que comiencen a relajarse las restricciones y recordó que la potente industria manufacturera y exportadora no ha cerrado durante la segunda ola.

La estimación se cumplirá si no hay cambios "inesperados y drásticos" en la evolución de la pandemia, afirmó Altmaier, que se mostró convencido de que esta dinámica de la economía alemana se prolongará también a 2022. Altmaier, que aseguró que hará "lo posible" por reforzar el crecimiento a lo largo de este ejercicio, afirmó que se ha logrado "mantener la sustancia de la economía alemana en lo esencial" gracias al gran paquete de medidas de apoyo (más de 100.000 millones de euros desde el pasado marzo).

A las incertidumbres en que navegan estos pronósticos se suma que el 26 de septiembre se celebran elecciones parlamentarias en Alemania, comicios a los que no se presenta Angela Merkel, canciller desde 2005.

Tirón de la demanda interna

Según el informe, el crecimiento estará impulsado casi exclusivamente por la demanda interna, mientras que el sector exterior -tradicional soporte de la mayor economía europea- apenas aportará al PIB una décima porcentual.

El consumo privado (que subiría un 5,3%) aportará según estos cálculos un 1,9% con respecto al año pasado y el gasto público (que se incrementaría en un 4%), un 0,2%. Las inversiones, lideradas por las dedicadas a bienes de equipo, supondrán en su conjunto un 0,8% del PIB.

La previsión es que las exportaciones crezcan un 6,4% y que las importaciones suban un 7,2% en términos relativos. Aunque en valores absolutos las primeras sean mayores que las segundas y por lo tanto Alemania mantenga en positivo su balanza comercial.

El Ministerio de Economía estima además que el mercado laboral permanecerá estable pese a las tensiones provocadas por la crisis económica, con la tasa de desempleo en el 5,8%, una décima porcentual por debajo de la del año pasado. Considera además que los salarios subirán de media un 3%.

Varias instituciones han rebajado en las últimas semanas sus previsiones de crecimiento para Alemania al incluir en sus cálculos el efecto de las restricciones. El FMI recientemente estimó que el PIB alemán crecerá un 3,5% este años. El Bundesbank (banco central alemán) se alinea con el gobierno en el 3%. Los principales centros de estudios económicos de Alemania son algo más optimistas y elevan sus cálculos hasta entre el 4 y el 5%.