Donald Trump heredó los negocios de su padre, pero se hizo famoso presentando durante catorce temporadas un concurso televisivo en el que los participantes buscaban empleo y aquellos que eran eliminados, lo hacían al grito del presentador: you are fired! (¡estás despedido!) que se hizo celebre en USA. Ahora, los votantes se lo acaban de aplicar a la antigua estrella televisiva, convertido esta semana en el ex presidente más controvertido de EE.UU. que se despidió con un discurso plagado de mentiras y delirios psicóticos.

El Presidente Biden asume el cargo en uno de los momentos de mayor polarización del país y no solo por el infame asalto al Congreso. Aunque Biden ha sido el candidato más votado de la historia, Trump ha obtenido más apoyo popular que hace cuatro años. Y, salvo que siga adelante el impeachment que le prohibiría presentarse otra vez, todo apunta a que formará un nuevo partido político para mantener viva la confrontación, esperando que la misma le devuelva a la Casa Blanca en 2024. Eso dificultará la intención expresada por el nuevo Presidente de gobernar desde la voluntad de buscar acuerdos que unan al país, superando las actuales divisiones. A resaltar que la actitud del presidente saliente ha movilizado tanto voto en contra suya que, por primera vez en mucho tiempo, los demócratas controlaran la Casa Blanca, el Congreso y el Senado, a la vez que deja al partido republicano fracturado y sin identidad e intentando, ahora, distanciarse de Trump.

Controlar la pandemia será la prioridad del nuevo equipo. Biden ha repetido que para reconstruir la economía hay que poner al virus bajo control. Un virus que ha matado ya casi a tantos americanos como todas las guerras en las que han participado Estados Unidos en el siglo XX juntas, ya que la actitud tibia, cuando no directamente negacionista, del anterior mandatario ha agudizado el problema. Tampoco el asunto de la inmigración ha mejorado nada en los últimos años en los que la xenofobia ha crecido mucho más que el famoso muro con México.

Uno de los ejes de la campaña de Biden ha sido priorizar a la clase media con iniciativas nucleadas en torno a su programa estrella "Reconstruir Mejor". El equipo de Biden ha anunciado la inminente aprobación de un importante paquete de medidas de reactivación por una cuantía de 2 billones americanos de dólares, centrado en modernización de infraestructuras públicas (agua, electricidad, colegios, puentes, carreteras etc), incremento en I+D y en impulsar el vehículo eléctrico como parte de las nuevas medidas asociadas a la vuelta del país a los compromisos de reducción de emisiones de CO2 establecidas en el Acuerdo de París.

Junto a ello, luchar contra las desigualdades sociales, facilitar el acceso a la vivienda, mejorar la educación y una importante reforma sanitaria vinculada a la lucha contra la pandemia, medidas que representan, también, un innegable guiño interno al ala más progresista del propio Partido Demócrata que tanta influencia está cogiendo en los últimos tiempos. Todo ello, aprovechando la política monetaria expansiva de la Reserva Federal y una subida selectiva de impuestos muy centrada en sociedades, sobre todo en las que producen fuera de USA, y grandes fortunas que no evitará, sin embargo, un incremento del déficit público.

La otra gran iniciativa económica es la llamada "Compre americano" que pretende incentivar la producción manufacturera americana y generar puestos de trabajo, especialmente en el sector del automóvil. Sería la versión demócrata del discurso nacionalista de Trump, evitando guerras arancelarias como las practicadas en los últimos tiempos y que han perjudicado más a los Estados Unidos que a sus socios.

A caballo entre lo interno y lo externo, las relaciones con las grandes empresas tecnológicas, el llamado grupo GAFA por las siglas de las empresas, será una parte destacada en la agenda de la nueva administración. En los últimos meses ha crecido en EE.UU la preocupación por el abuso de posición dominante que están ejerciendo las cuatro empresas mencionadas que, además, figuran entra las empresas con mayor capitalización bursátil y menor contribución tributaria. La apertura de expedientes en defensa de la competencia recibirá un impulso bajo Biden en paralelo con las actuaciones que ya está emprendiendo, en el mismo sentido, la UE.

Junto a ello, se estudia una modificación de la llamada Sección 230 para forzarles, legalmente, a que asuman responsabilidades por los contenidos peligrosos que se difunden por sus redes sociales. La amenaza de modificar este punto de la ley explica, sin duda, el repentino interés que han manifestado por censurar el tuiter de Trump o por expulsar de sus redes a grupos manifiestamente racistas y violentos. En el horizonte, avanzar en la legislación de los datos personales y regular los derechos de los usuarios digitales como ya está haciendo la Unión Europea.

En el frente internacional dos cosas son esperables: el regreso de USA al multilateralismo y el mantenimiento de la confrontación tecnológica con China. Biden tiene que desandar el camino al aislacionismo en que había embarcado Trump a los Estados Unidos dejándolo sin apenas capacidad de influencia en los principales asuntos mundiales y permitiendo que el vacío generado lo estuviese llenando potencias locales, como en Asia, tras la firma del gran acuerdo comercial impulsado por China y que excluye a USA, en contra de lo que fue la estrategia de Obama dirigida a rodear a China de aliados de Estados Unidos. Y lo mismo en una región que Biden conoce muy bien como es América Latina.

Aunque no es posible una desglobalización como la pretendida por los populistas de todo el mundo, tampoco es posible un simple regreso al mundo de hace cuatro años. Los organismos y las reglas que regulan las relaciones económicas internacionales llevan décadas necesitados de una profunda revisión que nadie se ha atrevido a hacer, incluso cuando era evidente que estaban favoreciendo a jugadores con pocos escrúpulos. Y, por otro lado, la pandemia ha evidenciado la voluntad de los países por mantener un espacio nacional de producciones estratégicas.

Recuperar, como ha hecho la UE, la condicionalidad de ciertos beneficios económicos al respeto a los derechos humanos y al estado de derecho, es una idea que va a ir cobrando fuerza en los próximos años y que coincide con el ideario del nuevo Presidente americano. Junto a esto, la confrontación con China, sobre todo en el campo tecnológico va a continuar, con toda probabilidad, convirtiéndose en lo que muchos ya llaman la nueva guerra fría, que exigirá a la UE adoptar una posición concreta, sin excluir que pueda optar por la mediación. En todo caso, estamos ya en el mundo de los datos, la inteligencia artificial, los algoritmos, el 5G y todo ello nos traslada a un modelo de relaciones económicas internacionales muy diferente del que existía hace, solo, una década.

Por último, es esperable de Biden una mayor colaboración con una Unión Europea que empieza a reandar el camino de profundizar en su integración, aunque ambas partes van a tener que evitar que el Brexit, sea un obstáculo para ello.

Adios, Trump, bienvenido Biden. La democracia, ha prevalecido.