El oceanógrafo y doctorado en Ciencias del Mar Pablo Rodríguez Ros publicará el 16 de septiembre su primer libro, Argonauta, con la editorial murciana Raspabook, un libro que reúne las historias de una década de viajes y expediciones que le han permitido descubrir a sus tan solo 29 años, entre muchas otras cosas, el impacto que el cambio climático tiene sobre los océanos del planeta. Los océanos Atlántico, Pacífico, Índico y Antártico, así como el Mar Menor, son, junto a él y sus peripecias, los protagonistas de este ejemplar.

P Argonauta va a ser su primer libro publicado. ¿Qué supone esto para usted?

R La verdad es que me hace muchísima ilusión, ya que soy una persona que ha leído mucho durante toda su vida. Nunca me habría imaginado escribiendo un libro, pero estos últimos 10 años dando vueltas por el mundo y haciendo ciencia me han servido para decidirme a contar lo que he vivido y experimentado, con el fin de ayudar en la lucha contra el cambio climático.

P ¿Dentro de qué género literario clasificaría su libro?

R Pues he puesto mucho énfasis en que sea, en cierto modo, inclasificable en uno. Puede ser un libro de divulgación científica, sin embargo, yo digo que no lo es, pero que sirve para divulgar ciencia. También es un libro de viajes y de narrativa personal. Estas son las tres categorías en las que podría entrar.

P ¿Qué viajes y expediciones cuenta en su libro Argonauta?

R Pues el libro tiene 12 capítulos y prácticamente cada uno de ellos se sitúa en un lugar distinto. Comienza en el Mar Menor, donde se desarrollan los primeros episodios, ya que fue el sitio donde empecé a trabajar a los 19 años cuando estudiaba la carrera. Del Mar Menor pasa al Estrecho de Gibraltar y a Cádiz, luego vamos al Norte de Escocia, donde también estuve trabajando, después a las Islas Baleares, dos campañas oceanográficas cruzando el océano Atlántico, otras dos en el océano Antártico, de las cuales, una de ellas fue la circunnavegación alrededor de la Antártida y finalmente el libro acaba con una expedición científica en la Polinesia Francesa, en la Isla de Morea. Para concluir hago una reflexión general sobre todo lo que se ha explicado de oceanografía y ligándolo con el cambio climático.

P Argonauta es un libro que mezcla experiencias, anhelos y ciencia. ¿Por qué cree que es un aliciente para la lucha contra el cambio climático?

R Porque es información y experiencias únicas que no se cuentan en otro sitio, no existen en la Wikipedia ni se puede encontrar en un libro, ya que son vivencias personales de un grupo de personas que son los únicos que las han experimentado. Creo que esto es muy relevante a la hora de comunicar el cambio climático porque a veces parece algo abstracto, algo que hace la gente en laboratorios muy lejanos y esto es una manera de ver que el cambio climático es algo producido por el ser humano, que a su vez es algo humano y que su investigación la llevan a cabo humanos. Por eso me parece muy interesante la manera de comunicar el cambio climático desde un punto de vista mucho más cercano, que es hablando desde tu propia experiencia.

P ¿Qué importancia tiene la Región de Murcia y, sobre todo, el Mar Menor en su libro?

R El Mar Menor tiene una importancia muy profunda para mí, que va más allá de lo científico, ya que empecé mi carrera científica en él con 19 años cuando estudiaba en la Universidad de Murcia. Soy de Cartagena, al igual que toda mi familia, y al fin y al cabo el Mar Menor para los que somos de allí tiene un componente cultural muy importante y por tanto, también tiene una parte emocional. Cuando uno recuerda cómo era de pequeño, las cosas que hacía allí o los seres vivos que veía, y que muchos de ellos ya no se pueden ver, es algo que da mucha pena. De hecho para ilustrar todo esto, cito uno de los poemas de Carmen Conde que se llama Horizonte doble, y que pertenece a los poemas del Mar Menor de esta autora. El poema narra cómo es indisociable el Mar Menor de la agricultura de su cuenca, pero claro, ella habla de una agricultura de secano, de los almendros y de ese tipo de especies. Por ello lo llama Horizonte doble, porque te da la oportunidad de ver los almendros a la vez que ves a la gente pescar, es decir, habla de la importancia de cómo la conjunción de la tierra y el mar mantiene la vida de la gente del lugar.

P ¿Por qué considera que es imprescindible entender mediante conocimiento y palabras el medio ambiente para después protegerlo cuando se pasa a la acción?

R Porque creo que si una persona no está informada correctamente y sus opiniones y acciones no se basan en la mejor evidencia científica disponible, lo más probable es que esa persona se equivoque constantemente y si tiene un claro puesto de poder, sus errores nos repercutirán a todos nosotros.

P A propósito de que destinará los beneficios que obtenga con su libro al proyecto de recuperación del Mar Menor, ¿qué medidas cree que se deberían imponer frente a este problema?

R Con el tema del Mar Menor siempre me remito a los propios investigadores de la Región que han trabajado esta temática y que llevan décadas exponiendo medidas. Sería obvio y muy importante saber que hay que reducir muchísimo los vertidos, por no decir que hay que eliminar completamente, de nitratos y fertilizantes al Mar Menor, y luego habría que hacer determinadas infraestructuras para evitar que cuando se produzcan fenómenos como la DANA, no descarguen tanto material en suspensión y tanto sedimento, ya que muchos de estos a su vez, llevan nutrientes y otra serie de contaminantes que son muy perjudiciales.

P ¿Qué mensaje lanzaría a las autoridades y a la ciudadanía para buscar soluciones eficientes?

R Mi mensaje sería para ambos, trasladarles una reflexión que llevo haciendo durante mucho tiempo con el asunto del Mar Menor. Esta reflexión sería pensar qué Mar Menor queremos recuperar, ya que no es el mismo el que existía en el año 1940, que el del 2000, ni que el de 2020, y a partir de ahí comenzar a actuar con medidas basadas en la ciencia y en la investigación. Para algunos volver a tener aguas trasparentes podría ser legítimamente suficiente, pero para muchos otros, entiendo que no.

P Como oceanógrafo y ambientalista, ¿cuáles diría que son los principales problemas que presentan los océanos en relación con el cambio climático?

R Existen problemas que afectan directamente a los seres humanos y otros que afectan al estado de los océanos. Por un lado, algo que tiene que entender la gente es que el mar sube porque algunas zonas heladas se derriten, pero también ocurre que el océano global es un fluido y, cuando se calienta, se expande y se dilata, haciendo que suba el nivel del mar. Esto afecta a que cuando tengan lugar los fenómenos meteorológicos que cada vez serán más intensos, originen mayores daños, principalmente, económicos. Tampoco podemos olvidar el aumento de la temperatura del agua, que puede acabar con la vida de diversas especies o desplazarlas a lugares más lejanos. Por otro lado, el impacto que puede tener el cambio climático sobre el océano afecta a diferentes aspectos como la acidificación de los mares o la distribución de las especies por las variaciones de temperatura. Además, podemos encontrar también olas de calor marinas, al igual que pasa en tierra firme, que se están viendo incrementadas por el cambio climático y que, al aumentar tanto la temperatura, originan una mortandad de individuos y de especies a nivel local.

P En alguna ocasión ha hablado de las cosas que afectan al cambio climático que se nos escapan y no prestamos la atención que requerirían. ¿Cuáles cree que son esos problemas que no tienen tanta visibilidad, pero que afectan de igual manera al cambio climático?

R Un problema al que los medios y la sociedad no le prestan mucha atención y que está relacionado con el océano, son las corrientes marinas, que son uno de los principales motores de la máquina terrestre a nivel local. Los cambios de las corrientes marinas originan a su vez, cambios en la atmósfera, y por tanto, tienen capacidad de alterar las condiciones meteorológicas o climáticas de algunas zonas del planeta. Actualmente se están detectando estos cambios en algunas de estas corrientes que van más rápido o más lentas y esto está produciendo cambios a nivel atmosférico. Es algo que desde la ciencia se estudia mucho, pero desde otras posiciones no se le da la importancia que debería.

P De todos los viajes y expediciones que cuenta en Argonauta, ¿cuáles son las conclusiones más claras que ha sacado sobre el cambio climático y los océanos?

R A lo largo de sus páginas explico muchos descubrimientos, pero a mí lo que me parece relevante es poner el énfasis en que todavía hay muchas cosas que no sabemos y que son muy importantes, eso es lo que a mí, en cierto modo, me preocupa. Hay muchos fenómenos y procesos relacionados con el cambio climático y los océanos que son claves para entender, por ejemplo, la evolución de la temperatura para final de siglo o para los siglos venideros, la cual sabemos que va a subir, pero no sabemos exactamente cuánto. Por tanto, el libro sirve como una invitación a seguir descubriendo cosas, pero no simplemente por gusto o placer romántico como hacían los exploradores antiguamente, sino por una necesidad de la especie humana.

P Y a nivel personal, ¿qué ha aprendido en estos viajes?

R A nivel personal aprendes muchísimas cosas, sobre todo, que la ciencia no la hacen robots, la hacen personas que tienen limitaciones, además, he aprendido que el trabajo colectivo es imprescindible y siempre superior al trabajo individual, que la ciencia no entiende o no debería entender de fronteras, ya que a nivel internacional los científicos nos entendemos muy bien, aunque los países muchas veces no lo hagan tan bien entre ellos; y, por último, que la ciencia debería ser universal, que cualquiera debería poder tener acceso a la información científica. Muchos creemos que si la investigación o los investigadores tenemos unos salarios o proyectos públicos, la información también debería ser pública.

P Para terminar, podría contarnos alguna anécdota sobre alguno de sus viajes o expediciones.

R Hay muchas anécdotas que podría contar y la mayoría de ellas se encuentran en Argonauta. Una que a mí me parece muy graciosa es sobre una de las primeras cosas que hice en ciencia cuando llegué a trabajar al Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía, en Cádiz, gracias a una beca a nivel nacional en la que quedé de los primeros. La primera semana llegué supermotivado y dispuesto a comerme el mundo, y lo primero que me mandaron fue pintar una boya oceanográfica con acetato y spray negro. Me parece curioso ya que al final tú no sabes dónde va a empezar tu carrera científica ni cómo. Después, en ese grupo de investigación hice muchísimas cosas, me fui de campaña oceanográfica y aprendí y vi muchísimas cosas muy interesantes, pero aprendí que uno nunca sabe cómo empieza, ni tampoco cómo acabará.