Los musulmanes eligieron el cerro de la Peña Negra para levantar esta fortificación cuyos restos aún se alzan a 556 metros de altitud. Tres torreones unidos por dos cortinas donde todavía se pueden apreciar las 'cicatrices' de sus murallas apenas conservadas.

Los conflictos entre musulmanes, almohades y cristianos le concedieron a esta fortaleza defensiva una importancia vital para la superviviencia de cada una de las sociedades que han pasado por el Valle de Ricote.

La utilidad de esta construcción del siglo XII atribuida al Rey Lobo, que más tarde pasó a las manos de la Orden de Santiago, se fue reduciendo notablemente debido a la pacificación entre ambos reinos y al alto coste que suponía su mantenimiento, lo que no ha supuesto una pérdida de aroma histórico capaz de envolvernos si visitamos sus restos.

La Peña Negra

La que un día fuera la atalaya encargada de vigilar la puerta de entrada al Valle de Ricote por el norte, se sitúa en lo alto de la Peña Negra, llamada así por el tono oscuro de sus laderas de roca volcánica. Y casualidad o no, todavía a día de hoy muchos desconocen que esta localidad era conocida por el nombre de 'Negra' hasta los últimos años del siglo XIV.

Se ha dado por hecho, aunque ningún documento histórico lo ha podido confirmar, que este 'oscuro nombre' fue adoptado por encontrarse la localidad enclavada sobre el cerro de la Peña Negra, que destaca por su tono negruzco. Sea por la razón que fuere, el poco carácter cristiano de este nombre para los reconquistadores impulsó que a partir de entonces se le conociese como Blanca.