En los años 20 del siglo ídem, la oferta libraria y periodística en Murcia era ciertamente escasa. Sin embargo, una librería, magníficamente emplazada en la céntrica calle Platería (después se instaló en Trapería), proveía a los murcianos (y lo hacía desde finales del siglo XIX) de cuantos libros pudieran necesitar. Desde la cartilla de las primeras letras hasta variados libros de texto. Y también el Almanaque Zaragozano, la revista España de Ortega y Gasset, o Estampa, que entretenía con sus numerosas fotos a los amantes de las historias ligeras. También ofrecía en sus mostradores los diarios Abc, El Tiempo, El Liberal, La Verdad y revistas procedentes de París donde se exponía la moda de más rabiosa actualidad. Y, por supuesto, La Ilustración Española y Americana, Mundo Gráfico o Blanco y Negro, que con sus fotos y dibujos exponían a los murcianos de la época los temas más actuales.

La librería, con su propietario José María Romero al frente, se había convertido en referencia para los libros de texto de colegios, institutos, escuelas normales y escuela de comercio, lo más florido y nutrido del reducido campo de estudios que ofrecía aquella pequeña Murcia. Sin embargo, desde la llegada de la Universidad de Murcia, amplía sus fondos e intereses, y se convierte en Librería Universitaria (la única de Murcia, aclaraba su publicidad), y ofrece todos los libros que se utilizan en aquella joven Universidad Literaria de Murcia: «Cuadro oficial de preparatorio de Ciencias y de la facultad de Derecho, asignaturas que la constituyen y libros para su estudio, que se hallan en venta en la librería de La Covachuela», anunciaba en la prensa en 1917. También se vendían libros rayados, toda clase de papelería y objetos de escritorio, así como sellos e imprentillas en 'cauchú' (sic).

En unos tiempos en los que Murcia estaba ciertamente huérfana de libros, La Covachuela, la librería universitaria de la ciudad, aseguraba a todos los universitarios murcianos cuantos libros pudieran solicitarles a sus alumnos profesores como Vicente Llovera, Loustau o Mariano Ruiz-Funes. Y para los menos pudientes, ofertaba incluso la posibilidad de alquilarlos, por el módico precio (ya en los años 30) de dos pesetas mensuales. El aprobado al alcance de todos los bosillos.

La imagen pertenece a la revista Murcia Gráfica , de febrero de 1928.