Declarados en su conjunto Monumento Histórico-Artístico de carácter nacional en 1944, el Santuario de la Santísima y Vera Cruz y el Castillo de Caravaca suponen uno de los enclaves religiosos más visitados y de mayor consideración por los seguidores de la fe cristiana en todo el territorio murciano. El santuario, construido a principios del Siglo XVII dentro de la propia fortaleza cruceña, recibe a diario la visita de miles de peregrinos debido al patrimonio artístico y religioso de incalculable valor que posee en su interior, destacando sobre todo la Cruz de Caravaca.

Este lugar posee una relevancia tan grande a distintos niveles como son el cultural, el artístico y el histórico, que no hace falta profesar el cristianismo para disfrutar de su visita. Su fachada barroca realizada con mármoles de la zona o los 14 torreones que se alzan en la muralla que algún día perteneció a la Orden del Temple y más tarde a la de Santiago son alicientes más que suficientes por los que emular a los Caballos del Vino en las festividades del 2 de mayo y ascender hasta lo más alto de Caravaca de la Cruz para poder estar un poco más cerca del cielo.

Guardiana del Lignum Crucis

El interior del santuario guarda una de las reliquias más apreciadas y enaltecidas por la Iglesia católica: el Lignum Crucis. Según la tradición cristiana, hasta nuestros tiempos han llegado reliquias de la Cruz en la que Jesucristo fue crucificado, y Caravaca de la Cruz presume orgullosa de conservar uno de estos restos conservado en un relicario con forma de cruz patriarcal, que es considerado patrimonio religioso de la Real e ilustre Cofradía de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca.